Compartir habitación entre hermanos: Pros y contras

Compartir habitación entre hermanos ha sido lo más habitual hasta hace unas pocas décadas. De hecho, es relativamente reciente la costumbre de tener una habitación para cada hijo/a. 

Hace apenas un par de generaciones, lo habitual era que compartieran habitación dos, tres o incluso cuatro hermanas/os. Las risas y los juegos estaban asegurados; las peleas y los conflictos, también. Hoy en día es normal que nos planteemos cuestiones como “¿cuándo pasar al bebé a dormir con su hermano?” o “¿cuándo separar a los hermanos de habitación?”. Incluso es posible que nos preguntemos si es bueno que nuestros hijos compartan habitación.

¿Es bueno compartir habitación entre hermanos?

Como cualquier otra opción, el hecho de que nuestros hijos o nuestras hijas compartan habitación tiene sus pros y sus contras:

Pros

Entre las ventajas podemos contar que compartir habitación va a favorecer que pasen tiempo juntos y, con ello, el desarrollo del vínculo entre hermanos al compartir momentos de intimidad y confidencias antes de dormir y al despertar. 

También fomentamos que aprendan a compartir espacio, a organizarse e incluso que se sientan en el mismo equipo al estar en las mismas condiciones. La base de la convivencia siempre debe ser el respeto mutuo y, con un buen acompañamiento, el hecho de compartir habitación va a favorecer que aprendan a gestionar las situaciones del día a día y llegar a acuerdos que satisfagan las necesidades de ambas partes. 

Por otro lado, al compartir habitación entre dos hermanos es más fácil que se sientan seguros al dormir en compañía, disminuyendo sus miedos y favoreciendo su descanso.

Contras

Si tenemos en cuenta los contras, refiriéndonos al tema del descanso, en las ocasiones de que alguno de los hermanos se despierte durante la noche por cualquier motivo, puede alterar también el ritmo de sueño del otro hermano o hermana.

Por otra parte, al compartir espacio, del mismo modo que aumentarán los momentos de conexión, también pueden surgir conflictos; y, en este caso, no tendrán un espacio de intimidad propio al que retirarse cuando lo necesiten. 

El carecer de un espacio propio también puede dificultar los hábitos de estudio cuando los horarios de ambos hermanos o hermanas no coinciden.

Y también debemos tener en cuenta que, si comparten habitación, en el momento en que vayan a dejar de compartirla habrá que acompañar esa nueva transición a otra nueva etapa.

¿Cuándo separar a los hermanos de habitación?

Si nos preguntamos en qué momento va a ser necesario o recomendable hacer el cambio para que cada hermana/o tenga su propia habitación hay varios factores a tener en cuenta.

Uno de los más importantes es la necesidad de independencia. Es habitual que esta necesidad surja ya en la preadolescencia, pero debemos prestar atención si, en cualquier momento de la infancia, alguna de nuestras hijas o hijos manifiesta esta necesidad para satisfacerla siempre que sea posible. 

La única ocasión en la que va a ser fundamental que los hermanos dejen de dormir en la misma habitación va a ser la de aquellos casos en los que exista la más mínima sospecha de incomodidad asociada a abusos. Las muestras de afecto entre hermanos/as son absolutamente normales, pero, si nuestra hija o nuestro hijo manifiesta que durante la noche su hermano/a le abraza o le acaricia o tiene cualquier comportamiento que le está resultando incómodo es prioritario separarles para dormir.

No necesariamente tienen que estar produciéndose abusos, pero si está siendo una situación incómoda para alguno/a de ellos/as, además de indagar y averiguar qué está sucediendo para poder trabajar el tema con ambas partes, de entrada, es fundamental que cortemos esa situación. 

En cualquier otro contexto, lo ideal es que la decisión sea consensuada y que peques y mayores participen en la toma de decisiones y planifiquen el cambio de forma coordinada. 

Si es posible, lo mejor sería hacer coincidir ese momento de tránsito con un periodo vacacional o, al menos, con un fin de semana para evitar que estos cambios y la falta de descanso que puede haber durante los primeros días, afecten a sus rutinas escolares.