En los últimos años, cada vez son más las familias que se acercan a la Disciplina Positiva en busca de herramientas para llevar a cabo una educación respetuosa. Como siempre os digo, la Disciplina Positiva…
Uno de los temas que más consultas suele acaparar dentro de la Tribu CSC es la hora de la comida. Por eso hoy vamos a ver cómo aplicar la Disciplina Positiva cuando un niño no quiere comer.
Ya sea porque el bebé juega con la comida pero no se la come, porque tira la comida al suelo, porque come menos de lo que la familia considera que debería comer, porque no quiere sentarse en la trona o porque no permanece en la mesa durante el tiempo de la comida. Las variantes son múltiples, pero la cuestión de fondo se repite hasta la saciedad: no sé cómo gestionar la hora de la comida.
En la web de CSC hay varios seminarios dedicados a este tema que pueden ser de gran utilidad como, por ejemplo, “Mi niño no come”, en el que la dietista-nutricionista Natalia Moragues nos cuenta cómo actuar si parece que nada le gusta. Hoy nos vamos a centrar en cómo la Disciplina Positiva nos puede ayudar en estos momentos.
Afrontar las comidas difíciles desde la Disciplina Positiva
Si queremos abordar la hora de la comida de forma respetuosa hay varias cuestiones que debemos tener en cuenta. Quizá la primera cuestión, o la más importante, sea entender que la mejor manera de abordar la alimentación complementaria es desde la autorregulación. Es decir, respetando las sensaciones de hambre y de saciedad de la niña o el niño.
Obligar o forzar a un bebé a comer más de lo que su cuerpo le pide; o darles de comer grandes cantidades mientras los/as mantenemos absortos/as delante de una pantalla, es un error que puede sentar las bases para un trastorno de conducta alimentaria.
Si no existe ningún problema de salud ni de desarrollo, lo ideal es ofrecerles variedad de alimentos y dejarles elegir qué y cuánto comer. Si lo que nos preocupa es que su alimentación sea saludable, la mejor opción es ofrecer mayoritariamente en nuestro día a día alimentos saludables.
Debemos tener en cuenta que muchos de los conflictos que surgen a la hora de la comida se sustentan en cuestiones puramente madurativas. Hay una etapa en la que jugar con la comida es su modo de relacionarse con ella. Y tirar la comida al suelo forma parte de su modo de explorar y descubrir el mundo.
Del mismo modo que permanecer inmóvil en una silla durante una hora no es una práctica respetuosa con su necesidad de movimiento cuando son muy peques. Aceptar esta realidad, conectar con sus necesidades y buscar soluciones que sean respetuosas con todas las partes es la apuesta de la Disciplina Positiva.
Cómo aplicar la Disciplina Positiva cuando un niño no quiere comer
Como ya hemos visto antes, cuando una niña o un niño no quiere comer, lo último que debemos hacer es forzarle. A continuación vamos a ver cómo podemos usar la Disciplina Positiva para cuando no quiere comer un peque:
Consejos de Disciplina Positiva para cuando tu hijo no quiere comer
En primer lugar, debemos intentar averiguar qué está sucediendo. En muchas ocasiones, puede suceder que exista una diferencia significativa entre lo que el niño necesita comer y lo que la familia considera que debería comer. En este caso, lo más acertado será ajustar las expectativas familiares a las necesidades del niño. Si está creciendo con salud es porque come lo que necesita.
Si el problema no es la cantidad sino que no quiere probar ciertos alimentos, como las frutas o las verduras, por ejemplo, lo ideal es no dejar de ofrecer estos alimentos, sin forzar, aunque no quieran probarlos. Cambiar la forma de presentación también puede ayudar. Podemos cocinar las verduras al vapor, salteadas, hervidas, crudas…En la variedad está el gusto y puede que, simplemente cambiando la forma de cocinarlas, se animen a probarlas y descubran que les gustan.
Además, los gustos culinarios no son algo que permanezca inamovible durante toda la vida. Por eso es importante no dar por sentado que no le gusta la fruta, por ejemplo, y dejar de ofrecérsela. A la hora de la merienda, por ejemplo, podemos cortar varias piezas de fruta en trozos y sentarnos a comer dejándolas a su alcance.
Lo que resulta fundamental es no enfadarnos ni sermonearles por no comer tal o cual cosa. Nadie (o casi nadie) come absolutamente de todo. Y si nosotros/as no comemos algo que no nos gusta, debemos entender y respetar que nuestros hijos e hijas también tienen sus preferencias y sus propios gustos para la comida.
Si quieres más información o necesitas apoyo o asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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