Últimamente se habla mucho del apego y la codependencia o la soledad emocional, como si el apego fuera algo negativo. Sin embargo, allá donde exista una relación (del tipo que sea: afectiva, amistosa, etc.) existe…
Hemos hablado en muchas ocasiones sobre el apego, ese vínculo que se establece entre el bebé y sus cuidadores principales, habitualmente sus padres. Como ya sabemos, existen dos tipos fundamentales de apego, el inseguro y el seguro. Como podéis imaginar, lo recomendable es que establezcamos con nuestros hijos e hijas un apego seguro. Pero, ¿cómo fomentar el apego seguro con mi hijo?
¿Cómo se desarrolla el apego seguro?
El apego seguro es aquel que se desarrolla cuando los progenitores proporcionan, no solo la satisfacción de las necesidades básicas, sino también las necesidades afectivas. De esta manera, los niños reciben seguridad, amor y consuelo cuando lo necesitan. Los niños y niñas que crecen bajo el abrigo del apego seguro, al saber que sus progenitores están disponibles para ellos, se muestran autónomos y confiados y, de adultos, serán capaces de establecer relaciones sanas con otras personas.
Sobre el papel parece una gran idea establecer un vínculo de apego seguro con ellos. Pero, ¿cómo podemos lograrlo? ¿Cómo fomentar el apego seguro en los hijos? Os presentamos unos sencillos tips para ello:
1. Aceptarles tal y como son
A menudo, antes de tener hijos o hijas, fantaseamos sobre cómo serán, lo que haremos o cómo interactuaremos con ellos o ellas. Eso hace que creemos unas expectativas que, seamos sinceros, casi nunca se cumplen. Aceptar a nuestros hijos o hijas con sus fortalezas y debilidades, sin esperar más que lo que tenga que ser, es el primer paso para conseguir un apego seguro.
De hecho, si lo pensamos objetivamente, ¿no nos aceptan ellos con nuestro defectos y virtudes de manera incondicional? Pues eso, solo tenemos que ser tan generosos como lo son ellos cuando nos miran.
2. Respetar lo que sienten y ayudar a gestionarlo
El ser humano nace con un cerebro prometedor. Con esto quiero decir que se desarrolla completamente a medida que crecemos. Esto hace que los niños y niñas pequeños no puedan gestionar sus emociones como lo hacemos los adultos. De ahí la importancia de acompañarlos en este camino.
Si tienes un peque de dos años seguramente sabrás de lo que te hablo. De repente, a veces sin ni siquiera saber por qué, tu hijo explota en ira y aparece la temible rabieta. Respetar lo que sienten, darles herramientas para que aprendan a volver a la calma y hacerles sentir que estamos a su lado contribuye a crear ese apego seguro.
3. Observar, escuchar y comprender
Comprender en qué etapa evolutiva están nuestros hijos e hijas es importante para darles las respuestas adecuadas. Padres y madres debemos convertirnos en grandes observadores. Observar a los niños es una fuente inagotable de datos. Si observamos y escuchamos podremos saber lo que les ocurre, por qué se sienten como se sienten o qué necesitan de nosotros.
4. Fomentar la autonomía del niño
Contra lo que muchos puedan pensar, establecer un apego seguro, no consiste en sobreproteger al niño sino más bien en fomentar su autonomía. Por supuesto, es nuestra responsabilidad como padres y madres velar por su seguridad, pero también darles alas para que puedan volar solos. Al saber que sus padres estarán ahí si los necesita, el niño no tendrá miedo de explorar y hacer las cosas por sí mismo.
5. Jugar, jugar y jugar
En la infancia el juego es una forma de comunicación. A través del juego aprenden conocimientos nuevos y valores, regulan sus emociones, practican habilidades sociales y entrenan para la vida. Además, el juego aumenta el nivel de felicidad. Jugar con nuestros hijos mejora la comunicación con ellos, hace que nos conozcamos mutuamente y ayuda a establecer un apego seguro.
6. Mostrarnos como lo que somos: Seres imperfectos
Nuestros hijos e hijas no necesitan que seamos superhéroes. Necesitan saber que pueden contar con nosotros. No pasa nada por meter la pata y pedir perdón. Les estaremos enseñando respeto.
7. Ser constantes, coherentes y flexibles
Seguro que ya te has dado cuenta de que, ante una misma situación, se puede actuar de manera diferente. De hecho, muchas veces lo hacemos incluso sin darnos cuenta. Para establecer un apego seguro, tenemos que ser constantes y coherentes. Así ellos sabrán cómo hacer puesto que siempre obtienen la misma respuesta. Sin embargo, también debemos aprender a ser flexibles ya que, a medida que crecen, necesitamos ir modificando nuestra forma de proceder con ellos.
8. Tener normas y límites claros y estables
En la Tribu CSC no nos cansamos de repetir que la crianza con apego no supone en absoluto que no existan las normas ni los límites. Bien es cierto que no siempre es sencillo. A mí me gusta simplificar las cuestiones de la vida diaria en aquellas que podemos elegir, las que podemos negociar y las que no se pueden negociar.
Dependiendo de la situación, decidimos a cuál de las tres pertenece y actuamos en consecuencia. Cuando existen cosas que no se pueden negociar, no se negocian aunque tengamos claro que nuestro peque puede enfadarse o frustrarse por ello. De la misma manera, las cosas innegociables pueden comenzar a negociarse con el tiempo. Por ejemplo, a un niño de dos años, probablemente, no le dejarías un cuchillo pero a uno de nueve, sí. Así que, una norma que era innegociable a los dos, puede serlo a los nueve.
9. Contacto físico
Abrazos y caricias son una fuente de bienestar para nuestros hijos e hijas. Si los quieren. Los niños, como los adultos, pueden ser más o menos cariñosos. Si tu hijo o hija lo es, te buscará para que le abraces o admitirá de buen grado los abrazos que le des. Si no, no pasa nada, a veces es suficiente con cogerles la mano.
10. Amor incondicional
Ya sabemos que hay días malos en los que piensas «en qué hora se me ocurrió». No pasa nada. Forma parte de la crianza. Lo que debemos tener en cuenta es si, al final del día o de la semana o del mes, el recuento es positivo. El apego seguro pasa, como ya imaginarás, por quererles de manera incondicional, pase lo que pase.
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