Diabetes gestacional: Consecuencias en el desarrollo del bebé

Entre el 6 y el 12% de las embarazadas puede tener diabetes gestacional en los países desarrollados

La diabetes gestacional es la presencia de glucemia alta (glucosa en sangre) durante el embarazo. Se da en mujeres que antes del embarazo no tenían diabetes. Esta desaparece tras el parto, pero puede conllevar complicaciones para la madre y el feto. Hoy os explicamos cuáles son. Hablamos de diabetes gestacional y desarrollo del bebé.

Lo primero que hay que aclarar es que la diabetes gestacional es diferente a la diabetes tipo I o tipo II. Según Esther Esteban, matrona de la Tribu CSC, si la madre padece diabetes antes de quedarse embarazada debe tener claro que la enfermedad ha de estar «muy controlada».

«En el caso de la diabetes tipo I es necesario un control glucémico muy estricto antes del embarazo porque se sabe que aumenta mucho el riesgo de que el bebé pueda nacer con malformaciones congénitas del corazón si no es así», indica nuestra matrona.

Por otro lado, una diabetes tipo II sin diagnosticar puede suponer un riesgo aumentado durante el embarazo. En estos casos es importante tomar medidas de ajuste de la glucemia y realizar pruebas de imagen a lo largo del embarazo «para vigilar si se dan alteraciones cardíacas en el bebé».

La diabetes gestacional, sin embargo, es una patología que solo se da en el embarazo, aunque tenga consecuencias para la salud. 

 

¿Qué es la diabetes gestacional? Consecuencias en el desarrollo del bebé

 

Diabetes gestacional y desarrollo del bebé: ¿A qué nos referimos?

Como decimos, la diabetes gestacional es una patología que solo aparece en el embarazo. Esa presencia alta de glucemia en la sangre se produce por los cambios hormonales que acompañan a la gestación y preparan el cuerpo de la madre. Estos pueden dificultar el trabajo que hace la insulina y alterar el metabolismo, por lo que la glucosa se eleva (hiperglucemia). Tal y como lo explica Esther Esteban:  

«La presencia de azúcar en la sangre de la madre es importante para el crecimiento del feto. Los cambios en la madre provocan que haya más resistencia a la insulina, ayudadas por el aumento de hormonas propias del embarazo que tienen un efecto diabetógeno: lactógeno placentario, prolactina, progesterona, cortisol, etc.»

Es decir, que es una respuesta del cuerpo de la madre para atender a la demanda de nutrientes del feto, y ante la mayor demanda de calorías y necesidad de aumentar la reserva de grasa durante el embarazo. Cuando una mujer tiene diabetes gestacional el cuerpo no usa la insulina como debería. Es decir, las células no absorben adecuadamente la glucosa y esta permanece en la sangre.

 

¿Qué es la diabetes gestacional? Consecuencias en el desarrollo del bebé

 

Se trata, pues, de un problema de origen metabólico. Según Esteban:

«Es un mecanismo de defensa pasado de rosca, digamos. Cuando las mujeres vivían en Atapuerca comían a lo sumo una vez al día. Y gracias a ese aporte extra de azúcar los bebés se desarrollaban bien y ellas tenían suficiente reserva de grasas para amamantar. Ahora, sin embargo, comemos suficientemente -e incluso de más- y ese mecanismo de defensa puede provocar la diabetes gestacional».

Se calcula que afecta a entre el 6 y el 12% de las embarazadas en los países desarrollados, «una cifra suficientemente elevada como para que se realice un cribado».

La diabetes gestacional afecta al desarrollo del bebé que puede crecer más de lo necesario (macrosomía), entre otros aspectos. También tiene consecuencias para la madre porque, aunque desaparece tras el parto, se considera que es un factor de riesgo para padecer diabetes tipo 2 más adelante.

 

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¿Qué le hace la glucosa elevada al bebé?

Según Esther Esteban, la diabetes gestacional y el desarrollo de bebé están directamente relacionadas. Al haber mucha cantidad de glucosa en la sangre, el feto «capta» más azúcar que convierte en grasa. Eso provocará que sean «más anchos» y dificultará el parto vaginal. De hecho, si es necesario inducir el parto, hay más probabilidades de cesárea.

Otra consecuencia, según Esteban, es que «como están acostumbrados a acceder a mucha glucosa y su páncreas ya crea insulina, pueden sufrir una bajada de azúcar al nacer«. Por eso, tras el nacimiento es muy importante controlar esta circunstancia. De hecho, si la madre es diabética y/o el bebé pesa más de cuatro kilos, se le hace un control de glucemia tras nacer. En estos casos, según nuestra matrona:

«Es fundamental que el bebé pierda la menor cantidad de azúcar posible. Así que es necesario el piel con piel, que permanezca pegadito a la madre para estar calentito y se le suele dar calostro de forma prematura para reducir el riesgo de hipoglucemia».

En algunos hospitales españoles ya existen planes de extracción de calostro prenatal precisamente para usarlo en esta situación o similares.

 

 

Cuando un recién nacido sufre una bajada de azúcar, esta se presenta como «una especie de temblor». También se puede mostrar muy «aletargado». Tras el nacimiento, los profesionales sanitarios irán valorando al bebé visualmente cada cierto tiempo y, si es necesario, le harán controles de glucemia para evitar cualquier problema.

¿Cuándo se produce la diabetes gestacional?

Nuestra matrona explica que la diabetes gestacional suele aparecer en el segundo trimestre, entre la semana 20 y 24. Durante el primer trimestre también puede hacerlo, «pero es muy raro». Las mujeres con varios factores de riesgo para padecerlas se someten a la prueba del azúcar o Test de O’Sullivan desde el primer trimestre.

¿Y cuáles son los factores de riesgo? 

  • Tener más de 35 años.
  • Obesidad («generalmente aumenta el riesgo de diabetes gestacional una masa corporal superior a 30″).
  • Las mujeres de origen asiático, latinas y norteafricanas tienen más riesgo.
  • Antecedentes de diabetes gestacional o alteraciones metabólicas, como por ejemplo ovario poliquístico.
  • Diabetes gestacional no diagnosticada (otros hijos pesaron más de cuatro kilos, con aspecto macrosómico).
  • Antecedentes familiares de diabetes tipo 1 y tipo 2 en familiares de primer grado (padres, hermanos o hijos).

«Si una mujer tiene más de un factor de riesgo, se le somete a la prueba del azúcar en el primer trimestre y se le repite en el segundo. Si no hay factor de riesgo, esta prueba solo se hace en el segundo trimestre», explica Esther Esteban. Por cierto, si la pareja de la mujer es diabética «no hay más riesgo de que la mujer desarrolle diabetes gestacional en el embarazo», aclara nuestra matrona.

 

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Test de O’Sullivan

Es una prueba que se realiza alrededor de la semana 24 y 28 de gestación a todas las embarazadas, normalmente aprovechando el análisis de sangre del segundo trimestre. Determina la cantidad de glucosa en sangre venosa.

Consiste en ingerir 50 gramos de glucosa. Si los resultados dan unas cifras iguales o mayores a 140 mg/dl al cabo de una hora se puede sospechar de que hay una diabetes gestacional. Tras esa prueba positiva se pide otra, la sobrecarga oral de glucosa, en la que la embarazada ingiere 100 gr de glucosa pura (tras proponer a la mujer tres días de dieta abierta, rica en hidratos de carbono).

Si dan dos o más valores alterados, se le diagnostica diabetes gestacional. Cuando solo hay un valor alterado se recomienda repetir esta prueba a las tres semanas.

Diabetes gestacional y desarrollo del bebé: ¿Cuáles son las consecuencias?

La diabetes gestacional y el desarrollo del bebé dentro de la madre están relacionados porque la primera afecta al feto. Los riesgos más importantes (si no se controla adecuadamente la glucosa en sangre de forma mantenida) son:

  • Riesgo de macrosomía (bebés más grandes). «No es que el bebé pese más de cuatro kilos, que puede ser normal, es que son niños con mucho tejido adiposo y más gordotes; y eso puede aumentar el riesgo de problemas en el parto», indica Esther Esteban.
  • Aumenta el riesgo de preeclampsia y otras complicaciones como un crecimiento intrauterino retardado.
  • Puede provocar polihidramnios, es decir, un exceso de líquido amniótico. «Esto no es un problema en sí mismo, pero sí hay mucho líquido aumenta el riesgo de parto prematuro».
  • Riesgo de bajada de azúcar en el bebé al nacer (que requerirá controles continuos, como hemos explicado antes).
  • Más subida de la bilirrubina.
  • Posibles problemas respiratorios y déficit de calcio y magnesio.
  • Exceso de glóbulos rojos.
  • Riesgo de problemas cardíacos.
  • También hay riesgo de muerte intrauterina entre la semana 36 y 42 «pero en casos de mal control de la diabetes gestacional». Por eso, es habitual que se programe la inducción al parto entre la semana 38 y 40, sobre todo si la diabetes gestacional ha necesitado tratamiento de insulina durante el embarazo.
  • Hay más riesgo de malformaciones y aborto, sobre todo si se da en el primer trimestre, en el momento de la formación del bebé. No obstante, Esther Esteban matiza que en estos casos suele tratarse de una diabetes pregestacional que debuta con el embarazo o que no había sido detectada hasta entonces.

 

Nacimiento y parto respetados sin separación entre madre y recién nacido

 

Más a largo plazo, el bebé tiene más riesgo de padecer obesidad, mala tolerancia a la glucosa y síndrome metabólico. Pero en este caso hay que tener en cuenta que dependerá mucho de la alimentación: «Si esta es inadecuada durante el embarazo y luego se mantiene durante la infancia, es más probable que ocurra. Hay que ser consciente y debemos ser un buen ejemplo para nuestros hijos en este punto».

¿Qué debo comer para evitar la diabetes gestacional?

Lo primero que advierte nuestra matrona es que la diabetes gestacional «no se puede evitar». Lo único que se puede hacer es tratar de evitar algunos de los factores de riesgo, como buscar el embarazo antes de los 35 años. Pero cada mujer es un mundo y tiene sus ritmos, sus circunstancias y sus necesidades y deseos.

Otra medida preventiva que sí se puede aplicar es, para aquellas mujeres con obesidad, bajar de peso «pero esto no siempre es posible». Según Esther Esteban, «sabemos que la obesidad conlleva un riesgo para la salud y, siendo conscientes de ello, a pesar de tener sobrepeso, se pueden cuidar los hábitos para disminuir las complicaciones». No obstante, remarca nuestra matrona, «no está demostrado» que exista una relación directa entre malos hábitos en la alimentación y la diabetes gestacional. Aun así:

«Una mujer puede perfectamente comer de forma saludable y hacer ejercicio, y tenerla; mientras que otra coma de forma desestructurada y su cuerpo se equilibre sin problema. Pero si se trata de una persona cuyos hábitos son poco saludables, le costará más cambiar esos hábitos si finalmente desarrolla diabetes gestacional».

Pero, entonces, ¿qué debe hacer una mujer para neutralizar los efectos negativos de la relación entre diabetes gestacional y desarrollo del bebé? Pues, según Esther Esteban, «cuidarse». Y es que «una dieta saludable y hacer ejercicio son los dos pilares fundamentales para evitar que la diabetes gestacional afecte al feto».

 

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Se debe priorizar la ingesta de verduras, legumbres, frutos secos y proteínas y grasas «de calidad». Y hacer algo de ejercicio tras la comida. «Una caminata de unos 15 minutos por casa después de comer puede ser suficiente, si luego se va alternando con otras actividades físicas a lo largo del día y deporte variado durante la semana». Y si pese a todo, la presencia de glucosa en sangre está por encima de los 140 g una hora después de comer, o 120 a las dos horas en varias determinaciones, sí será necesario que la madre reciba dosis de insulina para controlar la diabetes.

 

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