Aunque ya sabemos que la Covid-19 no es un gran problema para los niños, que se enferman poco por el virus, también resulta que los niños contagian la Covid menos que los adultos. La causa…
La COVID persistente en la infancia es un hecho. Pero a partir de aquí las incógnitas son innumerables. Empezando porque no hay una definición estándar sobre a qué nos referimos cuando hablamos de COVID persistente. Teóricamente, se trata de la prolongación de los síntomas provocados por la infección del COVID-19. Pero, ¿durante cuánto tiempo? ¿Qué síntomas exactamente?
¿Qué es la COVID persistente y cómo identificarla?
La propia Guía Clínica para la atención al Paciente Long Covid o Covid Persistente, elaborada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, reconoce que no existe una definición aceptada universalmente. Aunque sí marca tres términos que pueden ayudarnos a diferenciar:
- COVID-19 agudo: cuando los síntomas tras contagio se prolongan hasta cuatro semanas.
- Secuelas. Se da en casos que han requerido de ingreso hospitalario y que tienen síntomas provocados por las secuelas tras el daño estructural derivado de las complicaciones que en su día le llevaron a la hospitalización.
- Y, por último, tendríamos el COVID Persistente o Long COVID, en donde los síntomas permanecen más allá de las cuatro semanas, y hasta las 12.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, habla de síntomas que duran al menos dos meses después de la infección y que no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo.
Entre los síntomas estarían:
- La fatiga.
- Disfunciones cognitivas.
- Dificultades para respirar.
Dichos síntomas pueden ser de nueva aparición tras habernos recuperado del COVID-19 o mantenerse desde que se padecieran.
COVID persistente en la infancia
Recientemente se ha realizado en Dinamarca un estudio que trata de aportar algo de luz sobre la COVID persistente en la infancia. En este caso, toma como referencia la permanencia de síntomas de la COVID al menos dos meses después de la infección diagnosticada.
Se han analizado tres grupos de población entre los 0 y los 14 años. Dichos resultados han sido publicados en ‘The Lancet Child & Adolescent Health’, y certifican que los menores que habían sido infectados con anterioridad por el SARS-CoV-2 desarrollaron en mayor medida síntomas duraderos, en comparación con los mismos grupos de edad del grupo de control.
El informe también ha señalado más casos de síntomas duraderos en mujeres que en hombres. Aunque también reconoce que se detectaron muchos síntomas duraderos en el grupo de control. Razón por la que en sus propias conclusiones los especialistas subrayan la necesidad de profundizar en este tipo de investigaciones, pues habría diversos factores que podrían afectar a la cuestión, como por ejemplo:
- Diagnósticos posteriores a la COVID-19.
- Medicamentos prescritos.
- Uso y atención sanitaria recibida.
Manifestación de los síntomas por edades
El estudio subdividió a los menores sometidos a análisis en tres grupos que iban de 0 a 3 años, de 4 a 11 y de 12 a 14 años. En el primero de ellos, el 40% de los bebés tuvo síntomas más de dos meses, mientras que en el grupo de control este porcentaje ascendió a 27%. En el caso del grupo de edad que va de los 4 a los 11 años, un 38% tuvo síntomas relacionados más de dos meses después de la infección. En el grupo de control este porcentaje fue de 34%. Y en los más mayores (de 12 a 14 años) hasta un 46% experimentaron síntomas durante más de 60 días, frente a un 41% del grupo de control.
En este caso, los síntomas reportados eran más amplios que los descritos inicialmente por la OMS, de manera que es hasta cierto punto lógico que también lo experimentaran los niños del grupo de control.
Por ejemplo, entre el grupo de 0 a 3 años los síntomas más reportados fueron cambios de humor, problemas gastrointestinales y erupciones cutáneas. ¿Podría un bebé tener problemas en el estómago o cambios de humor sin tener por qué ser COVID persistente? Podría. Pero también es cierto que en el análisis se dio en más ocasiones en los infectados por COVID-19.
En el grupo de 4 a 11 años también se reportaron cambios de humor, erupciones y dificultades para recordar ciertas cuestiones o concentrarse. En el grupo de los más mayores (de 12 a 14 años) incorporamos la fatiga, además de los cambios de humor y las dificultades para recordar.
Dificultades para diagnosticar COVID persistente en la infancia
El informe presentado aporta información fiable y contrastada. Pero quedan muchas incógnitas por resolver, por lo que resulta muy complicado diagnosticar COVID persistente. La razón es que no hay forma de concluir si un determinado síntoma es o no derivado de la infección. Pues, como hemos visto, también en el grupo de control se dieron altos casos de esa misma sintomatología.
Las incógnitas son tales que el propio estudio danés se autoemplaza a comunicar nuevos resultados de otro estudio que está realizando bajo el nombre de LongCOVIDKidsDK.
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