"Mamáaaa, me aburroooo”. “Jo, qué rollooooo”. “Papáaaaaaa, estoy aburridaaaaaa”. Hoy explicamos por qué es bueno que los niños se aburran. Hiperestimulación vs Aburrimiento infantil El aburrimiento infantil puede convertirse en uno de los retos de…
Cuando llegan las vacaciones no hay rutinas tan marcadas, las extraescolares se toman un descanso, los días se alargan… y llega el aburrimiento.
El aburrimiento se define como la sensación de fastidio provocada por la falta de diversión o de interés por algo. Al formar parte de las emociones desagradables, en ocasiones, parece que necesitáramos que nuestros hijos no pasaran por ellas.
Nada más lejos. Todas las emociones son valiosas. El aburrimiento también. Hoy vamos a explicar por qué.
La necesidad del aburrimiento
En la actualidad, muchos niños y niñas reciben un altísimo nivel de estimulación desde muy pequeños. El colegio o la escuela infantil, las clases de inglés, deportes, etc. unidos a un ocio programado los fines de semana, dejan poco tiempo para que los niños y niñas se aburran.
He de reconocer que, cuando mis hijos eran pequeños y veía que se aburrían, me saltaban todas las alarmas porque podía ser la antesala de una rabieta, de una pelea entre ellos o de un “mamá, mamá, mamá”. Sin embargo, con el tiempo he comprendido que debemos hacer un cambio en la percepción del aburrimiento como puerta de entrada de algunos magníficos aprendizajes.
Así que sí, el aburrimiento puede ser una gran idea por múltiples motivos:
- El primero de ellos es sencillamente que es saludable para su desarrollo que aprendan que no es necesario estar haciendo algo constantemente. Nuestros hijos e hijas necesitan tiempo para no hacer nada.
- Ese tiempo para no hacer nada les va a permitir tomar conciencia de tener tiempo libre y ser responsables en cuanto a su organización desde el interior, no de manera impuesta de forma externa.
- El tiempo de aburrimiento les va a permitir también reflexionar, conocerse y decidir qué hacer. En una época en la que vamos corriendo a todas partes y llenamos nuestros días de actividades que se suceden como una cadena de montaje, es fundamental poder parar para conectar, para aprender a pensar y para autoconocernos.
- Otra de las ventajas del aburrimiento es que permite descansar. Tumbarse un rato en el sofá o en la cama nunca viene mal para cargar las pilas.
- El aburrimiento es la puerta de entrada de la creatividad. Al aburrirnos, podemos observar lo que tenemos a nuestro alrededor, imaginar y crear juegos nuevos. El aburrimiento, por tanto, puede resultar inspirador.
Seguramente pienses que todo esto suena muy bien, pero, ¿qué hacemos cuando se aburren y, de repente, se frustran o no son capaces de gestionarlo adecuadamente?
Los niños deben aburrirse… y aprender a gestionarlo
En primer lugar, debemos enseñarles a identificarlo. No siempre es fácil puesto que pueden confundirlo con cansancio, con enfado, con frustración… Así que es importante que les digamos que, a veces, cuando no estamos haciendo nada y no sabemos qué hacer, nos sentimos incómodos, molestos, irascibles. La clave está en que sean conscientes de que lo que ocurre es que, o no están haciendo nada (o lo que están haciendo no les interesa) o no saben qué hacer.
Una vez que son capaces de identificarlo, les debemos explicar que, cuando ocurra, tienen la capacidad de tomar decisiones relativas a lo que les apetece hacer. Esto es importante porque les permite dar salida a sus intereses genuinos.
Al principio, podemos darles opciones para que ellos mismos creen después las suyas propias. Por ejemplo, podemos guiarles a través de preguntas: ¿Te apetece estar un rato en el sofá pensando? ¿Te gustaría jugar a algo diferente? ¿Tal vez leer un cuento? ¿Qué necesitas para el juego que estás pensando? De esta forma, aprenderán a hacerse sus propias preguntas las próximas veces. Esto les permitirá tomar decisiones sobre lo que hacer con su tiempo libre.
Un recurso muy utilizado es el tarro del aburrimiento, que consiste en llenar un bote con papelitos en los que hayamos escrito ideas de juegos para hacer cuando nos aburrimos. Puede ser una buena idea para los más pequeños que aún no son capaces de generar ideas de una forma fluida.
Sin embargo, los más mayores es mejor que creen sus propias soluciones sin necesidad de ese apoyo externo. En este sentido, es importante que dejemos a su alcance medios y recursos para reconducir su aburrimiento. Disponer de construcciones, material de manualidades, libros, etc. hará que puedan decidir qué hacer con su tiempo.
De la misma manera, si deciden estar un rato sin hacer nada, no debemos insistirles en que se pongan a hacer algo. Dejemos que descansen, que piensen y que permanezcan un rato en calma.
Por tanto, rescatemos el “dolce far niente” de los italianos, el placer de no hacer nada, y reivindiquemos el valor del aburrimiento como fuente de reflexión, de creatividad y de toma de decisiones. Solo si cambiamos nuestra perspectiva sobre él, podremos enseñar a nuestros hijos e hijas su valor.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, estaré encantada de atenderte en la Tribu CSC, donde además puedes consultar al resto de miembros de nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
0 responses on "Este verano... ¡Deja que los niños se aburran!"