Síndrome de Reye en niños: Causas, síntomas y tratamiento

A pesar de que hace unos años era frecuente ofrecer aspirina a los peques, su uso a día de hoy está desaconsejado. ¿El motivo? El conocido síndrome de Reye en niños, una enfermedad grave que se asocia al uso de ácido acetilsalicílico para tratar la gripe o la varicela.

¿Qué es el síndrome de Reye en niños?

El síndrome de Reye es una enfermedad grave y poco habitual en niños y adolescentes que provoca la inflamación del hígado y el cerebro que progresa de forma rápida, según explica la Asociación Española de Pediatría. El mal funcionamiento del hígado provoca la disminución de los niveles de glucosa (hipoglucemia) y la subida de los de amonio y acidez de la sangre.

Se trata de una enfermedad poco frecuente y, de hecho, en la actualidad afecta a uno de cada 1.000.000 niños con edades comprendidas entre los 4 y los 12 años (en los años 80 llegó a ser de 1 por cada 100.000 niños).

Aunque se desconocen las causas ni por qué afecta más a los niños y niñas, se cree que se debe a una complicación neurológica de algunas infecciones víricas.

Así, diferentes estudios han demostrado que los niños a los que se ha suministrado aspirina (ácido acetilsalicílico) para el tratamiento de la fiebre asociada a la infección vírica (sobre todo por gripe o varicela) corren mayor riesgo de sufrir el síndrome de Reye. La mayor parte de los casos que aparecen en niños con varicela ocurre entre los 5 y los 9 años, mientras que en el caso de la gripe se da entre los 10 y los 14 de forma más habitual.

Por tanto, la mejor manera de evitar el síndrome de Reye en niños es no administrando ácido acetilsalicílico ni salicilatos para tratar las molestias causadas por una infección vírica como la gripe o la varicela. En caso de que tu peque esté enfermo, deberías consultar con tu pediatra para que valore la situación y el tratamiento en caso de ser necesario. Si tienes cualquier duda, en la Tribu CSC puedes consultar a la pediatra Gloria Colli.

¿Entonces qué le podemos dar a los peques en estos casos? Lo más habitual es ofrecer paracetamol (como Apiretal) o ibuprofeno (Dalsy, por ejemplo), pero lo ideal es que consultes antes con el pediatra.

Aunque la AEP desaconseja el uso de la aspirina para el tratamiento de la fiebre o el dolor en niños menores de 16 años (e incluso de 18), esto no significa que no se pueda ofrecer aspirina a los más pequeños. De hecho, su uso está aprobado en niños mayores de 3 años. Por ejemplo, está aprobada para tratar la enfermedad de Kawasaki, pero siempre con prescripción médica.

Además, es recomendable asegurarse de que los pequeños cuentan con las dos vacunas de la varicela y la vacuna anual de la gripe. Según la AEP, no hay casos de síndrome de Reye relacionados con el tratamiento de la enfermedad de Kawasaki con aspirina.

Síntomas del síndrome de Reye

El síndrome de Reye suele aparecer entre 3 y 5 días después del comienzo de una infección vírica como la gripe o la varicela. Los síntomas más habituales son:

• Náuseas y vómitos intensos.
• En el caso de los bebés, diarreas.
• Respiración rápida.
• Cambios de comportamiento: somnolencia, letargo, cansancio, irritabilidad, agresividad, confusión, alteraciones visuales. Estas alteraciones del estado mental están causadas por el aumento de la presión en el interior del cráneo.

En caso de no tratarlo, puede llevar al coma e incluso la muerte.

Lo habitual es que el síndrome de Reye en niños comience con vómitos que duran muchas horas y, tras ellos, suelen aparecer los cambios de comportamiento. A medida que avanza y la situación empeora, el pequeño muestra mayor aletargamiento.

El síndrome de Reye, el ácido ácido acetilsalicílico (aspirina) y la gripe o varicela

Tras la asociación del ácido acetilsalicílico (aspirina) con el síndrome de Reye, especialmente en casos en los que el niño sufriera gripe o varicela, el pasado siglo muchas autoridades sanitarias prohibieron el uso de aspirina para tratar los procesos víricos en los niños.

En el caso de España, el Comité de Seguridad de Medicamentos de uso Humano recomendó en 2003 quitar del registro de especialidades farmacéuticas publicitarias infantiles cualquier fármaco que tuviera ácido acetilsalicílico o salicilatos, así como la necesidad de prescripción médica para su uso en dosis inferiores a 500 mg e incluir en el prospecto la contraindicación de su uso en menores de 16 años con procesos febriles, gripe o varicela.

Aunque la aspirina es el medicamento más conocido con ácido acetilsalicílico, hay que tener en cuenta que hay otros menos habituales que también cuentan con este compuesto en su fórmula, como la Couldina o el Desenfriol, antigripales de venta libre. Por ello, es elemental revisar la composición de los medicamentos y, sobre todo, no medicar a los niños sin prescripción médica.

Tratamiento del síndrome de Reye en niños

El diagnóstico precoz, así como los avances en el tratamiento de los niños que lo sufren, han sido claves para la disminución de casos del síndrome de Reye. A ello se suma el hecho de que ya no se tratan los cuadros víricos en niños con aspirina y que la incidencia de la varicela ha bajado gracias a la vacuna.

Los niños con síndrome de Reye requieren hospitalización y, en muchos casos, ingreso en la unidad de cuidados intensivos ya que pueden empeorar rápidamente poniendo en peligro su vida.

Sin embargo, no hay un tratamiento específico para curar el síndrome de Reye en niños, centrándose más bien en normalizar con insulina los niveles de glucosa y de amonio en sangre y reducir la inflamación del cerebro con corticoesteroides, además de tratar los diferentes problemas que este puede causar en el enfermo.

Por ejemplo, pueden ser necesaria la ventilación asistida, diuréticos para la acumulación de líquidos, tratamiento antiepiléptico para las convulsiones o medicación para disminuir la hipertensión del cerebro.

Con la detección precoz y el tratamiento, más del 80% de los niños con síndrome de Reye lo superan. En los casos más graves o sin tratamiento inmediato, el síndrome de Reye en niños puede dejar secuelas, normalmente asociadas al daño por la inflamación cerebral, como discapacidad intelectual, epilepsia o debilidad muscular.