Obstrucción de la vía lagrimal en recién nacidos

Hasta un 30% de los bebés sufre la obstrucción de la vía lagrimal

Hasta un 30% de los bebés sufren la obstrucción de la vía lagrimal en los primeros meses de vida, una afección que suele curarse por sí sola durante el primer año. Te explicamos en qué consiste, sus síntomas y su tratamiento. 

¿Qué es la obstrucción de la vía lagrimal?

El conducto lagrimal es un tubo encargado de drenar las lágrimas de los ojos a la nariz. Las lágrimas se fabrican en unas glándulas bajo los párpados con la función de lavar los ojos y mantenerlos limpios y húmedos, para salir de los ojos a través de los conductos lagrimales.

Sin embargo, en ocasiones estos están obstruidos y las lágrimas se acumulan en la superficie de los ojos provocando que el ojo lagrimee, incluso cuando el bebé no llora. Es lo que se conoce como la obstrucción de la vía lagrimal del bebé, siendo la más común la obstrucción a nivel de la válvula de Hasner.

 

Obstrucción de la vía lagrimal en recién nacidos

 

Se trata de una de las afecciones más frecuentes de los recién nacidos, llegando a afectar a un 30% de los bebés en los primeros meses de vida, aunque tiende a resolverse por sí sola en el primer año, lo que sucede en el 90% de los casos.

Síntomas de la obstrucción de la vía lagrimal

¿Tu bebé tiene lágrimas de forma constante en las mejillas aunque no esté llorando o se quedan entre los ojos y el párpado inferior, provocando que siempre tenga un aspecto húmedo y vidrioso con secreciones?

Según, según recoge la Asociación Española de Pediatría es uno de los principales síntomas de la obstrucción de la vía lagrimal junto a la costra seca en las pestañas.

Y aunque la obstrucción del conducto lagrimal puede darse desde las primeras horas (o días) de vida, no suele detectarse hasta la segunda o tercera semana de nacimiento cuando se infecta el conducto lagrimal. A ello se suma el hecho de que la producción de lágrimas de un recién nacido es mínima.

 

Obstrucción de la vía lagrimal en recién nacidos

 

Además hay otras señales como:

  • Legañas sin enrojecimiento ocular, por lo que se descartaría rápidamente una conjuntivitis. Sin embargo, sí puede existir un leve enrojecimiento o irritación de los ojos y los párpados consecuencia de que el niño se frote a menudo.
  • Reflujo de secreción de moco o aspecto de moco-pus al apretar la zona del saco lagrimal.
  • Hinchazón del párpado.

En ocasiones, algunos bebés pueden sufrir la obstrucción del conducto lagrimal por no estar completamente desarrollado, aunque también se puede presentar por ser demasiado estrecho o porque la membrada de tejido adicional obstruye la luz del conducto lagrimal. Por tanto, puede ser un trastorno congénito o ser resultado de una infección en la zona nasofaríngea. En los niños más mayores puede ocurrir por un pólipo dentro de la nariz, un quiste o tumor dentro de la nariz o una lesión ocular.

 

Obstrucción de la vía lagrimal en recién nacidos

 

Entre las complicaciones más habituales de la obstrucción de la vía lagrimal se encuentran:

  • La dermatitis secundaria por maceración de la piel por la lágrima.
  • Conjuntivitis por sobreinfección.
  • Infección del saco lagrimal o dacriocistitis. Esta última cursa con dolor, enrojecimiento e inflamación a nivel inferior del canto interno del ojo, aunque es poco frecuente.

Diagnóstico de la obstrucción del conducto lagrimal

Su diagnóstico se centra en la exploración clínica de ambos ojos, ya que pueden estar obstruidos uno o los dos conductos. Gracias a ella, el pediatra puede diferenciar si se trata de una obstrucción de la vía lagrimal o de otra afección que puede cursar con los mismos síntomas y establecer si es necesaria la valoración de un oftalmólogo.

Así, el pediatra comprobará la forma y posición de los párpados, los puntos lagrimales y las pestañas. Además, ejercerá presión en el saco lagrimal para comprobar si sale moco o pus por los puntos lagrimales (situados en el ángulo interno del ojo, al lado de la nariz).

 

Obstrucción de la vía lagrimal en recién nacidos

 

Si el pediatra lo considera necesario, puede usar un colirio de color amarillo anaranjado y observar si el ojo limpia el colorante por si solo en unos 5 minutos, lo que indicaría que el lagrimal no está obstruido. También se podría realizar el test de Jones, en el que se valora la salida del colirio por el orificio nasal correspondiente.

Tratamiento de la estenosis de los lagrimales

Si tu bebé suele tener un lagrimeo o legañas de forma persistente, es importante consultar al pediatra. En la Tribu CSC contamos con la pediatra Gloria Colli, con quien puedes resolver online cualquier duda relacionada con la salud de tu hijo.

Por lo general, la mayor parte de las obstrucciones lagrimales acaban resolviéndose por sí solas en los primeros meses de vida y un porcentaje muy alto se cura con tratamiento conservador a lo largo de los primeros 12 meses, que consiste en un masaje hidrostático o de Crigler. Este es indoloro y conlleva aumentar la presión sobre el saco lagrimal para conseguir vencer la obstrucción de la vía.

Para realizar el masaje del lagrimal obstruido del bebé, hay que poner el dedo índice en el canto interno del ojo apretando y desplazando la fuerza hacia la nariz. Es necesario realizar el masaje hidrostático varias veces al día y usar suero fisiológico para limpiar las secreciones desde el canto interno del ojo al externo, evitando así introducir el material en la vía lagrimal de nuevo.

 

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En los pocos casos en los que el masaje no funciona, es necesario derivar al oftalmólogo para realizar un sondaje de la vía lagrimal en quirófano, una cirugía que se realiza bajo sedación. En la operación del lagrimal obstruido en bebés, se dilata el punto lagrimal y se introduce la sonda (un tubo muy fino) hasta traspasar la obstrucción.

Si esto falla, se pueden colocar de forma temporal unos tubos especiales y muy pequeños para ensanchar el conducto o bien usar un catéter con un balón que se hincha como un globo para abrir el conducto lagrimal. Tras la operación, es necesario el uso de antibióticos en forma de pomada o gotas oculares hasta que se cure por completo el conducto lagrimal.

Aunque es cierto que no hay consenso sobre cuándo hay que realizar esta cirugía, la mayoría de especialistas abogan por esperar a los 12 meses, ya que hasta ese momento la tasa de resolución espontánea es muy alta. Solo si el cuadro es muy llamativo o presenta dacriocistitis de repetición se podría realizar antes.

 

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