El 14 de febrero es conocido en gran parte del planeta como el día de los enamorados o San Valentín. En Europa, además, se conmemora el Día Europeo de la Salud Sexual. Curiosa coincidencia ya…
Vas de paseo con tu hijo o hija de 5 años y te encuentras con unos conocidos que se paran a saludar. Quizá ni siquiera conocían al niño, pero se atreven a decir “bonito/a, ¿tienes novia/o?”. Seguro que, si ha ocurrido, ni siquiera te ha sorprendido la pregunta. A fuerza de haberla escuchado o incluso de haberla hecho, está completamente normalizada. Sin embargo, existen razones de peso para no preguntar a los peques si tienen novia.
Hoy las repasamos para intentar restar normalidad a la pregunta y que poco a poco sea cada vez menos frecuente escucharla.
La evolución de las relaciones sociales en la infancia
Cuando nuestros hijos e hijas nacen, su mundo de relaciones sociales se circunscribe a mamá y papá y, en algunos casos a la familia extensa (abuelos, tíos, etc.). Poco a poco, van creciendo y ampliando su círculo social en el momento que comienzan la educación infantil y aparecen las primeras relaciones rudimentarias de amistad.
En esta primera etapa, niños y niñas juegan de una forma egocéntrica y los amigos son los iguales con los que comparten juego y espacio. Esos primeros conatos de amistad van evolucionando y, en la etapa de educación primaria, establecen relaciones en base a preferencias compartidas y cooperación para, llegada la adolescencia, basar la amistad en el apoyo mutuo.
Es en esta etapa adolescente cuando la naturaleza de las relaciones entre iguales cambia por el aumento del interés sexual. Las relaciones van a evolucionar hacia vínculos afectivos más profundos.
Si somos conscientes del desarrollo evolutivo del concepto de amistad, ya parece ilógico preguntar a un niño de infantil o primaria si tiene novio o novia. Pero, vamos más allá.
Por qué no debemos preguntar a los peques si tienen novia (o novio)
Como decimos, al comienzo, niños y niñas establecen relaciones de amistad basadas en intereses comunes, es decir, como nos gustan las mismas cosas, jugamos juntos y, por tanto, somos amigos. Por este motivo, es frecuente que encontremos grupos de niños jugando juntos y grupos de niñas jugando juntas. Por supuesto, no existen juegos de niños o de niñas y todos pueden y deben jugar a todo. Pero sí es cierto que algunos juegos son preferidos por los niños y otros por las niñas. En este punto, es importante que las personas adultas, con nuestros comentarios les guiemos hacia la idea de que todos podemos jugar a todo y todos podemos jugar con todos, independientemente del género.
Una vez que tenemos esto en cuenta, avanzamos en por qué no debemos preguntar a los niños si tienen novia.
Se les transmite la idea de que niños y niñas no pueden ser «solo» amigos
En primer lugar, porque se enrarecen las relaciones de amistad entre niños y niñas. Los peques pueden interpretar que niños y niñas no pueden ser amigos, fomentando que solo se relacionen con los de su mismo género ya que los del otro género solo pueden ser potenciales parejas. En este aspecto, vamos a recordar que lo habitual es que pregunten a los niños si tienen novia y, en menor medida, a las niñas si tienen novio.
Se da por sentada su orientación sexual
Este hecho nos lleva a que los niños y niñas solo den cómo válidas las relaciones que siguen un patrón heterosexual, es decir, estamos inculcando que a los niños deben gustarles las niñas y viceversa.
Se hipersexualiza a la infancia
Otra de las razones para no preguntar a los niños si tienen novia o novio radica en la hipersexualización de la infancia. Nuestros hijos e hijas están rodeados de estímulos que les incitan a quemar etapas y a tener que ser más mayores de lo que son. Así, asumen roles que no se corresponden con su etapa evolutiva.
Les genera confusión
Pongámonos en la piel de los niños. ¿Cómo se sienten cuando se les pregunta si tienen novio o novia? ¿Y cuando le atribuimos el rol de pareja a un amigo? Pueden sentirse mal por el simple hecho de que, para ellos, que no entienden aún las relaciones de pareja ni de amor romántico, estas incluyen comportamientos como darse la mano o darse besos que les avergüenzan.
Es un mal ejemplo de intromisión en la intimidad
Además, el hecho de que una persona tenga o no pareja pertenece a su intimidad y, excepto que haya mucha confianza, los adultos no vamos preguntando a otros adultos con los que nos encontramos “oye bonito, ¿tienes novio?”. Si suena rara la pregunta en adultos, podéis imaginar en niños. Por muy gracioso que parezca, por mucha ternura que nos inspire ver a nuestra hija de la manita del hijo de nuestra mejor amiga, no tiene gracia y además es contraproducente a la hora de que nuestros hijos e hijas establezcan vínculos sanos de amistad con sus iguales, ya sean niños o niñas.
Lanzamos mensajes contradictorios
Por último, fijémonos en la incoherencia que supone que nos parezca precioso que nuestro hijo tenga “novia” con 4 años, pero frunzamos el ceño si nos dice que tiene novia con 14. Nuestro hijo pensará, ¿en qué momento dejó de ser buena idea?
Por tanto, para que gocen de un óptimo desarrollo emocional y social, olvidémonos de preguntar a los peques si tienen novia y dejemos a los menores vivir su infancia como los niños y niñas que son, sin condicionar sus relaciones amistosas, disfrutando al máximo de jugar, de saltar en los charcos, de dar patadas al balón, de pintar con las manos, de jugar con muñecos… que para novios y novias ya habrá tiempo.
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