La importancia del tacto en la relación entre madre y bebé

El sentido del tacto no solo aparece a nivel físico durante el embarazo, sino que surge en el propio cerebro en las primeras etapas embrionarias

El tacto es uno de los sentidos más importantes del ser humano, se desarrolla dentro del vientre materno y es el primer sentido que lo hace porque es vital para la supervivencia de un recién nacido. Este necesita ser tocado, abrazado, acariciado… Y esa necesidad es bidireccional. El tacto entre madre y bebé es muy importante también para nosotras.

Si tienes un bebé seguro que tiene sentido la necesidad de acariciarlo y de tocarlo constantemente. Esa necesidad nace del instinto y no solo del amor. El cerebro de la madre cambia durante el embarazo y tras el parto para responder a cualquier demanda del recién nacido. El tacto entre madre y bebé, además, ayuda a crear el vínculo entre madre e hijo. 

 

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El desarrollo del sentido del tacto en el bebé

Al igual que los otros sentidos del bebé, el tacto se desarrolla durante el embarazo. La piel es uno de los primeros órganos que se desarrolla intraútero y viene directamente de la capa nerviosa del desarrollo embrionario. Es, además, el órgano más grande en el ser humano.

Científicos del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) han publicado recientemente un estudio en la revista Science que demuestra que el sentido del tacto no solo aparece a nivel físico durante el embarazo, sino que surge en el propio cerebro en las primeras etapas embrionarias. Es decir, que cuando nace el bebé, su cerebro ya está preparado para conocer el mundo a través del tacto.

Concretamente se desarrolla a partir de la séptima semana de gestación. El primer contacto del feto se produce con el  líquido amniótico y el útero que masajean su piel y ayudan a su desarrollo. Incluso los sonidos internos de la madre (que son los primeros que recibe) se transmiten por medio del líquido amniótico y son captados por el bebé a través de vibraciones táctiles.

 

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¿Por qué es importante el sentido del tacto en el bebé?

A nivel instintivo, el tacto entre madre y bebé es fundamental para la supervivencia de este. Sentir el tacto de su madre hace que se sienta protegido. Por eso es tan importante el contacto piel con piel cuando nacen. Les ayuda a acostumbrarse a su nueva situación (un mundo enorme y frío, muy alejado del estado líquido, cálido y protector de la barriga de mamá).

Los mamíferos tocan y lamen a sus crías durante los primeros días porque supone un gran beneficio para estas: aumentan de peso, incrementan su actividad y tienen más capacidad para enfrentarse a su entorno.

 

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El tacto entre madre y bebé también es una vía de comunicación. Hay diferentes reflejos que funcionan a través del tacto:

  • Reflejo de búsqueda: Se activa cuando el bebé siente una caricia en la mejilla. Buscará el pecho de su madre de manera inmediata.
  • Reflejo de succión: Aparece cuando le acercas un dedo a la boca (también relacionado con la lactancia materna).
  • Presión palmar: El bebé se agarrará con fuerza a tus dedos hasta el punto de que podrías levantarlo sin que se soltara.

Los bebés sienten estímulos como el frío, el calor, la humedad. Por eso se sienten tan bien en nuestro pecho. Les damos sosiego, calidez y abrigo. Por otro lado, es su vía para conocer el mundo: con sus manitas y sus pies explorarán su alrededor.

Si quieres más información sobre cómo favorecer el desarrollo del bebé, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la pediatra Gloria Colli, el enfermero de pediatría Armando Bastida, la psicóloga perinatal Mamen Bueno y la fisioterapeuta Marta Saeta, experta en masaje infantil.

 

La importancia del tacto entre madre y bebé

 

También puedes contactar con nuestra asesora de porteo ergonómico, María Arenzana, ya que portear al bebé desde su nacimiento (incluso aunque sea prematuro o de bajo peso) favorece su desarrollo físico y emocional, la lactancia materna y el vínculo afectivo.

«Portear a un bebé recién nacido es colocarlo justo donde necesita. Recibe tu calor, tu olor, tu sonido. Recibe seguridad y amor. Y tu recibes exactamente lo mismo, ese chute de oxitocina que te va a ayudar tanto a pasar esas primeras semanas.

En muy contadas ocasiones no se puede portear desde el nacimiento, y siempre va a tener que ver con incapacidad física por parte de la mamá o porque el bebé está en neonatos con cierta aparatología», asegura nuestra especialista.

 

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El tacto entre madre y bebé: La base del apego

La teoría del apego, desarrollada principalmente por el psiquiatra y psicólogo inglés John Bowlby, hace referencia a los vínculos emocionales de una persona a lo largo de su vida. La base se crea en la infancia. La relación del bebé con sus padres tiene un impacto importantísimo sobre este y puede determinar hasta cierto punto sus características psicológicas a lo largo de su vida.

Y el tacto entre madre y bebé tras el nacimiento es fundamental para ir creando unos cimientos fuertes en la relación entre ambos. Estos lazos comienzan con el contacto físico que promueve, además, la lactancia materna. Para Bowlby, el apego maternal es algo para lo que estamos preparadas genéticamente. La falta de un contacto regular que proporcione afecto al bebé durante los primeros meses de vida es muy perjudicial para este, según este psicólogo.

En los años 60 del siglo pasado, otro investigador, Harry Harlow, quiso estudiar la teoría del apego y de la privación maternal de Bowlby. Y para ello utilizó algunas crías de monos a las que separó de sus madres para observar su reacción frente a la falta de su madre. Colocó dos tipos de sustitutas, unas de alambre que les proporcionaban comida y otras de felpa que no tenían comida, pero su aspecto era similar al de una mona adulta.

 

 

Y resultó que las crías mostraban una clara tendencia a aferrarse al muñeco de felpa, aunque no les diera comida. Incluso cuando exploraban el entorno o sentían miedo. Se aferraban a sus madres de felpa porque les proporcionaban sensación de seguridad. Es decir, que el vínculo entre madre e hijo va más allá de satisfacer las necesidades biológicas, y existe una necesidad de contacto para un correcto desarrollo psicológico.

¿Cómo beneficia el contacto a la madre?

Los beneficios del tacto entre madre y bebé no se limitan únicamente al peque. También nosotras necesitamos el contacto con nuestros hijos. El piel con piel tras el parto, por ejemplo, tiene consecuencias para nosotras:

  • El contacto con el bebé permite que la madre segregue grandes cantidades de oxitocina que ayudan a contraer el útero después del parto, lo que contribuye a reducir el sangrado postparto.
  • La oxitocina también disminuye los niveles de ansiedad en la madre. Esto provoca que la adaptación a la nueva realidad sea más fácil alejando el fantasma de la depresión postparto.
  • Se favorece el vínculo entre madre e hijo, un vínculo que también puede lograr la pareja si se involucra de forma activa en los cuidados del bebé durante las primeras semanas. El sentido del tacto es también clave en esa relación entre el otro progenitor y el bebé.

Pero, además, ese vínculo que se establece entre madre y bebé perdura en el tiempo.

 

La importancia del tacto entre madre y bebé

 

A mí me encanta acariciar a mis hijas. Tocarles el pelo, besarlas, abrazarlas. Sentir su calor. Y esa sensación de bienestar físico y mental también lo sienten ellas. Me consta por sus caras de distensión y por cómo, por ejemplo, la más pequeña sigue buscando la calidez de mi pecho en el que se siente segura pese a que hace años que terminó la lactancia materna.

Esas caricias también me reconfortan a mí cuando abrazo a mi madre, cuando siento su mano en la mía y me toca con sus ojos y su sonrisa. El sentido del tacto es fundamental para el ser humano y es una vía de acercamiento fundamental con nuestros hijos. Aprovechémoslo.

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar con nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa.

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