Mi pequeña, hoy cumples 9 meses, amor. 9 meses dentro, 9 meses fuera. Exterogestación lo llaman. Para mí han sido los 18 meses más intensos de mi vida. Desde el momento que supe que sí, …
Los bebés nacen inmaduros y necesitan completar su desarrollo en el mundo exterior. Por ello, se considera que a las 40 semanas o 9 meses de gestación, habría que sumar un cuarto trimestre de embarazo. Es lo que se conoce como exterogestación. Pero, ¿cuánto dura la etapa extrauterina? ¿Cuándo se produce el fin de la exterogestación?
No es una novedad afirmar que un embarazo dura, aproximadamente, 4o semanas desde la concepción al nacimiento. 266 días o unos 9 meses que se dividen en tres trimestres de gestación. Durante este tiempo, el bebé crece y se desarrolla en el útero materno, pero esto no significa que al nacer esté completamente preparado para la vida exterior.
De hecho, el ser humano es el único mamífero que al nacer es aún inmaduro y no puede sobrevivir por sí solo. Por eso, al embarazo le sigue lo que se conoce como exterogestación o gestación exterior: el cuarto trimestre de embarazo.
¿Cómo es el cerebro de un bebé al nacer?
Pero para entender la exterogestación es necesario explicar antes cómo es el cerebro de un bebé al nacer. Este, al contrario de lo que ocurre con otros órganos como el corazón o los pulmones, apenas se ha desarrollado alrededor de un 25% para poder pasar por el canal del parto (el cerebro de una persona adulta requiere un tamaño de cráneo muy grande que lo haría inviable).
A ello se suma la bipedestación: para poder caminar erguidos y sobre dos patas, la evolución provocó un estrechamiento de la pelvis y de las caderas. Y esta situación provoca un dilema obstétrico: Si siguiéramos creciendo dentro del útero, simplemente no podríamos salir por el canal del parto.
La gestación ideal para un ser humano estaría completa cuando es capaz de desplazarse por sí mismo y escapar de peligros por sus propios medios, algo que, curiosamente, suele ocurrir alrededor de los 9 meses (18 meses desde la concepción) cuando muchos bebés comienzan a gatear.
Hay investigadores que consideran que para que el bebé esté completamente desarrollado al nacer, la gestación debería situarse entre los 18 y los 21 meses. O lo que es lo mismo: sería necesario un cuarto trimestre de embarazo.
Sin embargo, un embarazo más largo pondría en peligro la vida del feto y de la propia madre, motivo por el cual la gestación humana dura alrededor de 40 semanas, momento en el que el bebé suele nacer aunque no esté completamente desarrollado y sea totalmente indefenso. Es decir, podría decirse que todos los bebés nacen prematuros y necesitan completar su desarrollo fuera del útero materno.
¿Qué es la exterogestación? El cuarto trimestre de embarazo
Al nacer, los bebés son completamente dependientes de sus progenitores (especialmente de su madre, si la hay) o cuidadores y necesitan de toda una serie de cuidados para sobrevivir. En estos siguientes 9 meses al nacimiento, el bebé completa su desarrollo en el mundo exterior, pero siempre muy cerca del cuerpo de papá o mamá. De hecho, esta etapa conlleva un profundo impacto en el desarrollo físico, emocional y psicológico del peque.
El llanto es su única forma de comunicarse, necesitan atención constante, protección, cuidados, alimentación y mucho amor para sentir confianza y seguridad. Es decir, necesitan seguir desarrollándose.
Cuando nacen, los bebés pasan de la seguridad del útero materno a un mundo completamente desconocido para ellos, lo que supone un cambio muy brusco. Por eso, necesitan una adaptación gradual o lo que es lo mismo, necesitan sentirse igual a como estaban dentro del útero a pesar de estar fuera de él. ¿Y cómo lo hacemos?
Hay un claro ejemplo en el mundo animal que se asimila mucho al de los humanos: los canguros. Estos pasan los primeros 9 meses tras el nacimiento en la bolsa de sus madres para seguir desarrollándose fuera. Los humanos no tenemos esta bolsa marsupial para dar cobijo a nuestros bebés en el mundo exterior, pero sí nuestros brazos y, especialmente, el porteo.
9 Meses dentro, 9 meses fuera: ¿Por qué nuestros bebés nos siguen necesitando?
Y quizás aquí es donde surge uno de los principales problemas en torno a la crianza. La falta de información y desconocimiento, unido al ritmo de vida actual, nos lleva a querer que nuestros bebés sean cuanto antes seres independientes, duerman solos en la cuna con apenas unas semanas o a pensar que tienen un problema de sueño o alimentación porque se despiertan varias veces por la noche pidiendo pecho o biberón.
Sin embargo, es completamente normal que un bebé NECESITE estar todo el día en brazos ya que es el único lugar en el que se siente completamente seguro y a salvo. Al fin y al cabo es donde reconoce el olor y el latido del corazón de su madre, ese que le ha acompañado durante nueve meses dentro del útero materno. Y no, por más que lo sigan repitiendo, un bebé recién nacido no se acostumbra a estar en brazos ya que, como decíamos, su cerebro no está desarrollado y tiene pocas conexiones neuronales aún para hacerlo.
Es más, gran parte del desarrollo del cerebro se produce en los primeros años de vida, llegando a los 1.000 billones de conexiones neuronales a los cuatro años. De esta forma, aunque apenas conservamos recuerdos de esta etapa, lo que vivimos y los cuidados que recibimos durante los primeros años son cruciales para nuestra vida adulta.
Pero, estar en brazos de mamá o papá va mucho más allá. Por ejemplo, es clave para regular la temperatura de su cuerpo, para regular la respiración, los ritmos de sueño, la función cardiovascular, la función inmune o los niveles hormonales, además de necesitar recibir grandes dosis de cariño y amor y establecer el vínculo con sus cuidadores. Estar en brazos en esta etapa no es más que una cuestión de supervivencia.
¿Y cómo vive la mujer el cuarto trimestre de embarazo?
El embarazo y el parto conllevan cambios a nivel físico y emocional, con la aparición de muchos miedos e incertidumbres, que conducen a que la mujer no vuelve a ser la misma de antes. De hecho, tal y como explica la psicóloga de la Tribu CSC, Mamen Bueno, «cuando una madre nace, una mujer muere. Cuando nace un hijo, nace también una nueva familia».
Un recién nacido requiere mucha dedicación, tanta, que es posible que las primeras semanas toda la atención sea para él. Y es necesario que los progenitores acepten y se adapten a la nueva realidad. Porque al nacer, no solo comienza una nueva etapa para él, también para sus p(m)adres, y especialmente, para la mujer.
A lo largo del cuarto trimestre de embarazo (y especialmente durante las primeras 12 semanas postparto), la mujer vivirá cambios físicos y emocionales constantes. Por ello, igual que es importante prepararse durante 9 meses para el parto, es fundamental hacerlo para lo que viene después, ya que, en la mayoría de las ocasiones, suele ser más complicado.
Al contrario de lo que suele pensarse, el puerperio o cuarentena se alarga más allá de los 40 días, pudiendo llegar al año. Y en toda esta etapa, es fundamental cuidar no solo al bebé, sino también a la mamá para propiciar una recuperación óptima. Pero sobre todo, hay que prestar especial atención a su salud mental. En este momento, la revolución hormonal es muy intensa y puede llevar a provocar desajustes a los que hay que estar atentos. No en vano, un 10% de las mujeres sufren depresión postparto tras dar a luz.
Igual de importante es la gestión de las relaciones con la familia y los amigos. Cada familia y cada mujer decide vivir el postparto inmediato como quiere, lo que significa que mientras a unos les encante recibir visitas en el mismo hospital, otras prefieran vivir ese momento en la intimidad y con el círculo más cercano. Todas las opciones son válidas y, por supuesto, hay que respetarlas.
A lo largo de la crianza es posible que la mujer sienta que se rompe el vínculo con su bebé en muchas ocasiones, especialmente a medida que se van cumpliendo etapas. Y aunque puede resultar contradictorio, una de ellas ocurre justo en el momento del nacimiento, cuando toca despedirse de la barriga.
Lo mismo ocurre pasados los primeros 9 meses fuera del útero materno e incluso cuando cumplen el primer año, ya que supone despedirse de 365 días de primeras veces. Pero la realidad es que nuestros peques nos seguirán regalando multitud de momentos a lo largo de la vida y, en muchas ocasiones, aprenderemos a vivirla de nuevo a través de sus ojos.
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