La exposición de los niños a las pantallas tiene consecuencias (según algunos estudios, incluso interfieren en el desarrollo cognitivo y también generan problemas físicos). Pero, ¿sabemos qué ocurre cuando los menores usan las pantallas antes…
Un estudio realizado en Suecia halla una asociación entre la falta de horas de sueño o el sueño de mala calidad durante la adolescencia y un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple en la edad adulta.
Dormir menos de 7 horas en la adolescencia aumenta hasta un 40% el riesgo de padecer esclerosis múltiple en el futuro
La falta de sueño o la falta de calidad en el mismo se asocia a multitud de problemas de salud, tanto físicos como mentales. Además, ahora sabemos que cuando esto sucede en la adolescencia, es especialmente preocupante. De hecho, hay diversas enfermedades por falta de sueño que afectan en esta etapa vital al ser humano. Por ejemplo, según la Asociación Española de Pediatría (AEP), «los malos hábitos del sueño tienen consecuencias negativas en el crecimiento y el desarrollo, en el rendimiento académico y en las relaciones sociales«.
Así, por ejemplo, una revisión publicada en «Nature», titulada «Salud del sueño: regulación recíproca del sueño y la inmunidad innata» incidía en que «los trastornos del sueño, incluido el insomnio, contribuyen de forma independiente al riesgo de trastornos inflamatorios y trastorno depresivo mayor». Es decir, que dormir no es una pérdida de tiempo, sino que es absolutamente necesario para estar bien.
Pero hasta ahora, «no había una evidencia clara de que la falta de sueño en adolescentes fuese un factor de riesgo» en la esclerosis múltiple, una enfermedad neurológica autoinmune que afecta principalmente a mujeres jóvenes y cuya causa no está clara todavía. Por todo ello «nuestro objetivo fue estudiar el impacto de la duración del sueño, la interrupción circadiana y la calidad del sueño en el riesgo de EM«, mencionan los autores en su investigación.
No obstante, los investigadores han estudiado miles de casos y han constatado esta asociación. Los científicos han cifrado el aumento del riesgo relativo en un 40%. Los resultados de su estudio se han publicado en la revista «Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry».
«El sueño insuficiente y la baja calidad del sueño durante la adolescencia parecen aumentar el riesgo de desarrollar EM posteriormente. Sueño reparador suficiente a una edad temprana, necesario para el funcionamiento inmunológico adecuado, puede ser un factor preventivo contra la EM.», concluyen los investigadores en su estudio.
La investigación ha sido llevada a cabo por científicos del prestigioso Instituto Karolinska, que «lleva años trabajando en la epidemiología de la esclerosis múltiple y hacen estudios muy rigurosos», según ha valorado el neurólogo del IDIBAPS–Hospital Clínic Pablo Villoslada en declaraciones a SMC España.
Cómo afecta la falta de sueño a los adolescentes
Por ejemplo, sabemos por numerosos estudios anteriores que los adolescentes que no duermen bien tienen más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad. Y también que los especialistas advierten que, en la actualidad, los adolescentes están durmiendo mucho menos de las 10 horas que deberían.
Todo ello les ocasiona problemas de conducta, concentración, rendimiento académico y deportivo, mayor probabilidad de padecer accidentes de tránsito e incluso una mayor posibilidad de padecer trastornos de ánimo, como la irritabilidad, o de salud mental, como la depresión.
«El estudio concluye que el sueño insuficiente de menos de siete horas y de mala calidad durante la adolescencia aumenta el riesgo de aparición de la esclerosis múltiple«, explica en SMC España Celia Oreja-Guevara, jefa de Sección de Neurología y coordinadora de la Unidad de Esclerosis Múltiple en el Hospital Clínico San Carlos, que también advierte de que sus resultados aportan «un nuevo e importante factor de riesgo, porque es un factor prevenible y evitable«.
Falta de sueño, respuesta inmune y aumento del riesgo: ¿Causa o consecuencia?
¿Por qué la falta de sueño o el sueño de mala calidad aumenta la probabilidad de padecer esclerosis múltiple con el paso de los años? Villoslada explica que «podría deberse a una peor regulación de la respuesta inmunitaria, debido al estrés crónico de la falta de sueño. Todas las funciones fisiológicas como sueño y respuesta inmunitaria están muy relacionadas entre sí».
No obstante, y aunque valora positivamente el trabajo de los científicos suecos, el especialista también resalta que el aumento del riesgo de esclerosis que han constatado en el estudio debido a la falta de sueño «no quiere decir que esto sea la causa, podría ser la consecuencia de estar ya incubando la enfermedad (lo que se llama el pródromo de la enfermedad en medicina)». Además, señala que la recogida de datos se basa en cuestionarios y estos siempre están sujetos a «sesgos de recuerdo y de percepción, más aún en esta población tan susceptible a las influencias sociales».
Aunque el estudio tiene ciertas limitaciones metodológicas, que los propios autores reconocen, y que podría hacer que la magnitud del efecto del factor de riesgo fuese relativamente menor, considerando además la magnitud del efecto de otros factores, «en otros estudios de enfermedades neurológicas como el deterioro cognitivo sí se ha visto una relación entre la escasez de horas de sueño y la mala calidad del sueño y el riesgo de enfermedades neurodegenerativas«, recuerda la neuróloga en SMC España.
Para la especialista en esclerosis del Hospital Clínico San Carlos, en cambio, «el estudio en global está bien hecho y se basa en el registro sueco, que tiene datos de buena calidad». Pide, eso sí, «que se repliquen estos datos en otras poblaciones», no sólo en Suecia. «En general me parece un estudio interesante, muy bien hecho, basado en un registro nacional y que, si se confirma, puede ayudar a evitar ese factor y por lo tanto a reducir el riesgo de aparición de la esclerosis múltiple”, concluye Celia Oreja-Guevara.
Otros factores también influyen
Por su parte, Oreja-Guevara recuerda que también existe evidencia de otros factores de riesgo que influyen en la aparición de esta enfermedad, como una infección por el virus de Epstein Barr, la obesidad en jóvenes, poca vitamina D, una dieta poco saludable, etc.
La neuróloga añade además que «el trabajo por turnos influye», algo que se ha estudiado también en los últimos años, sobre todo si se realiza antes de los 20 años. Los autores de este estudio explican que «los patrones irregulares de sueño y vigilia, y la duración restringida del sueño, pueden ser consecuencias del trabajo por turnos, pero también son comunes durante la adolescencia, cuando el sueño y el ritmo circadiano comienzan a retrasarse«.
En este sentido, los autores del estudio manifiestan que, aunque es cierto que «el trabajo por turnos, que a menudo resulta en privación del sueño y desincronía circadiana, se ha asociado con un mayor riesgo de esclerosis múltiple (EM)» , sus hallazgos «siguieron siendo similares cuando se excluyeron aquellos que trabajaban por turnos».
Un factor de riesgo prevenible y evitable
De confirmarse los resultados de la investigación sueca, los especialistas coinciden en que serían de gran ayuda a la hora de diseñar políticas de salud pública para promover el sueño saludable en adolescentes. Además, descansar bien y las horas necesarias es una recomendación de salud general que debería seguirse a cualquier edad y con independencia de su influencia en el desarrollo de la esclerosis múltiple.
Pero Oreja-Guevara insiste en que, en este caso, además, se trataría de un factor de riesgo prevenible y evitable: «Se podría educar a los adolescentes a dormir por lo menos 7 horas, y no reducir las horas de sueño por el uso de las redes sociales, entre otras cuestiones».
¿Qué produce la falta de sueño en los adolescentes? Causas de la falta de sueño en adolescentes
Con la adolescencia cambia el patrón de sueño. Según la AEP, «durante la adolescencia se producen cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales, que también afectan al patrón de sueño. Se produce, por ejemplo, un retraso normal del inicio del sueño y se necesita dormir más que durante los años anteriores«.
Sin embargo, la mayoría de adolescentes duermen menos por múltiples factores, entre ellos, de acuerdo a los expertos:
- El reloj biológico interno a esta edad hace que los adolescentes se duerman más tarde a la noche. El organismo libera melatonina, la hormona del sueño, más tarde por la noche en los adolescentes que en los niños y los adultos. Esto hace que los adolescentes duerman más tarde por la noche y se levanten más tarde por la mañana. La mayoría de los adolescentes no tiene sueño como para irse a dormir antes de las 11 de la noche.
- Las clases comienzan temprano, lo que unido a un mayor retraso en el inicio del sueño, hace que a la salud del adolescente le perjudique más madrugar que a otras poblaciones en distinta franja de edad.
- Las agendas sobrecargadas también pueden quitarles horas de sueño que necesitan. Por ejemplo, la práctica de deportes a última hora de la tarde puede desplazar la realización de deberes escolares o trabajos académicos a las primeras horas de la noche.
- El uso de dispositivos tecnológicos, como smartphones, ordenadores, tablets, consolas de videojuegos, televisión… antes de irse a dormir puede dificultar conciliar el sueño, según múltiples estudios. Además, las luces brillantes y la luz azul que proviene de los dispositivos electrónicos también retrasan la liberación de melatonina, lo que acentúa el problema.
La falta de un hábito de vida saludable, basado en una buena alimentación en la adolescencia y la práctica regular de ejercicio físico, también influye negativamente. Por ejemplo, el consumo de bebidas energéticas que se ha puesto de moda y ha aumentado entre los adolescentes, tampoco favorece el descanso y además tiene peligrosos efectos secundarios.
Sueño y pantallas
Los especialistas en trastornos del sueño coinciden en que, para un adolescente, dormir menos de 7 horas al día no es suficiente. De hecho, lo ideal y lo recomendado para ellos es dormir 9 horas seguidas durante la noche, todos los días (el sueño no se recupera con la siesta, ni durante el fin de semana). Sin embargo en España, en general, los adolescentes están durmiendo unas 6 horas diarias.
De entre los factores citados anteriormente, el uso excesivo de pantallas durante la tarde-noche es algo que sí podemos prevenir, ya que sabemos que contribuye a la falta de sueño y otros trastornos e, incluso, hay estudios que demuestran como mejora la calidad del sueño y la vista al reducir una hora al día el uso de pantallas.
Asimismo, diversos estudios científicos determinan que el uso de pantallas antes de dormir provoca trastornos del sueño en niños y adolescentes. Otras investigaciones van aún más allá, estableciendo relación entre el uso excesivo de redes sociales y cambios en la sensibilidad del cerebro, con implicaciones psicológicas.
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