“Si no recoges la mesa ahora, te quedas sin ir al parque”. ¿Castigo o consecuencia? La línea que separa ambos conceptos puede ser muy fina, especialmente, si no tenemos experiencia ni conocimientos sobre crianza respetuosa…
Varios progenitores de un colegio de Bellver de Cerdanya (Lleida) han presentado quejas por las formas de una maestra. Según las familias, la docente obligó a dos alumnos a lavarse la boca con agua y jabón. El Departament d’Educació catalán está tratando de averiguar qué ha pasado.
Lavarse la boca con agua y jabón como castigo
La noticia la avanzó hace unos días el Diari Segre. Según este, ocurrió hace dos semanas en una escuela de Bellver de Cerdanya. Una maestra decidió castigar a dos alumnos de 8 y 9 años obligándoles a lavarse la boca con agua y jabón delante del resto de la clase, lo que agravó aún más la humillación de los menores.
Algunos menores contaron a sus padres lo que había ocurrido y varios interpusieron una queja. La maestra ha pedido disculpas pero la cuestión ha llegado al Departamente d’Educació tras una queja formal presentado por algunos progenitores.
Este método, obligar a lavarse la boca con jabón, no deja de ser un castigo y un trato vejatorio. Se trata de métodos poco respetuosos y conductistas que son poco efectivos y provocan dolor y sensación de humillación en los menores. En la Tribu CSC puedes consultar con nuestras expertas en educación positiva y crianza respetuosa.
Ya había alumnos que no querían asistir a sus clases
El periódico La Vanguardia ha entrevistado a uno de los padres que ha presentado una queja formal. Según él, los padres de los 2 menores no han denunciado de momento porque están a la espera de la respuesta de Educació.
Según este padre, la queja se ha presentado ante la Asociación de Familias de Alumnos (AFA) y la dirección del colegio. Es una cuestión que se ha tratado con el inspector de Educació que ha visitado el centro recientemente.
«No está claro» por qué la maestra obligó a estos menores a lavarse la boca con agua y jabón porque, según este testimonio, los menores están «asustados» y han dado «pocos detalles» de lo ocurrido.
No obstante, para esta persona es la «gota que ha colmado el vaso». Según su versión, los métodos de esta maestra, que lleva 4 años en el centro, ya habían generado algunas quejas e incluso había alumnos que no querían ir a sus clases debido a los métodos que emplea la profesora. «Muchos padres entendemos que hay que tomar medidas», finaliza.
Un castigo que parece de otra época
Aunque es necesario conocer las conclusiones de las autoridades sobre este caso particular, lo cierto es que lavar a los niños la boca con agua y jabón parece un castigo de otra época. Escribir en la pizarra frases de arrepentimiento reiteradamente, separar al alumnado del resto de compañeros, poner a alguno en el rincón de pensar o de cara a la pared; e incluso castigos físicos y psicológicos forman parte de un tipo de educación que pertenece al pasado.
En la primera parte de la Dictadura española, los golpes y los brazos en cruz eran castigos muy recurrentes. Este estudio de 2019, que recoge testimonios de personas que sufrieron este tipo de situaciones, demuestra que «los efectos que implican este tipo de sanciones violentas perduran en el tiempo».
Es decir, que esas experiencias han llevado a aquellos alumnos, hoy personas adultas, a tener un «recuerdo amargo» de su experiencia escolar. Y no solo eso, el análisis deja evidencias de cómo la escuela, en contacto con otras instituciones, se encargaron de que aquellos niños y niñas asimilaran una serie de normas sexuales «a través de la disciplina, los castigos y la creación del complejo de culpabilidad«. En el caso de las niñas, asumieron la represión y «reprodujeron el rol sumiso» que debían desempeñar en la etapa adulta tal y como les enseñaban en la escuela.
Lavar la boca con agua y jabón: ¿Son efectivos estos castigos?
Afortunadamente, el tipo de castigos que analiza el estudio antes citado ya no se aplican. Al menos aquí en España (hay países que prohíben a las niñas acudir al colegio, y eso es otro tipo de castigo). Pero la cuestión es: ¿Son efectivos este tipo de métodos?
El castigo es una herramienta conductista, es decir, se utiliza con el objetivo de modificar una conducta de forma punitiva, y se basa en asociar un estímulo a una respuesta. Funcionan a corto plazo. Tienen un efecto inmediato. Sin embargo, ¿eso justifica su uso? Según nuestras expertas, en realidad tienen muchas desventajas:
- No funcionan a largo plazo. En la educación intervienen factores mucho más complejos como la motivación, el aprendizaje, las emociones, el vínculo… Y son factores a tener en cuenta.
- No están relacionados con la conducta del niño/a y, por tanto, no será «razonable».
- Son desproporcionados e injustos.
- El alumno/a no aprende nada. Equivocarse forma parte del aprendizaje pero al castigarlo le quitamos la posibilidad de que comprenda su error y aprenda.
- Son contraproducentes. Al no aprender nada sobre el supuesto error, volverá a cometerlo, aunque tratará de esconderlo, y es muy posible que asusten al niño o este guarde rencor y empeore su comportamiento.
- Humillan al niño y lastiman su autoestima. Los castigos se centran en modificar la conducta pero no tienen en cuenta las emociones, resulta contradictorio que si se aplica un castigo para «educar» se termine perjudicando con él al menor.
- Indican poca empatía, poco respeto y escasa habilidad psicopedagoga por parte del adulto que recurre a ellos.
Una alternativa a castigos como obligar a lavarse la boca con agua y jabón es la disciplina positiva que también se puede aplicar en las aulas. Esta es una pedagogía que se basa en relacionarnos con los niños y niñas desde el respeto pero sin perder firmeza. Es una fórmula que consigue reducir las conductas disruptivas (un niño no se porta «mal» si se encuentra bien); aumenta la autoestima (los menores logran descubrir sus propias capacidades); y enseña habilidades para la vida (más autonomía y asertividad).
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