Convivir con un animal en casa aporta múltiples y diversos beneficios emocionales, reconocidos por la ciencia, pero las ventajas psicológicas no son las únicas. Hablamos de salud y de cuáles son los beneficios para los…
En estos días se ha viralizado un polémico reportaje sobre » gatos callejeros » , publicado por una cadena generalista, que ha ocasionado un aluvión de reacciones de indignación en las redes sociales, hasta el punto de que la comunidad de internautas se ha unido en Change. org para solicitar una petición de disculpas públicas al programa, acusándoles de manipular la realidad, ofrecer una información sesgada, difundir «falacias» y fomentar el odio hacia estos animales .
Entre otros aspectos, el programa compara a los «gatos callejeros» con «ratas» , les atribuye la calificación de «especie» y manifiesta que es «una de las especies invasoras más dañinas» , asegurando que «generan un problema de salud pública de atajar» .
Por su parte, la petición ciudadana resume los puntos que han resultado más conflictivos del reportaje , y denuncia lo que califica como «falacias» .
Pero, ¿qué nos dice la evidencia científica al respecto? En Criar con Sentido Común recurrimos a fuentes científicas de información y a la opinión de varios miembros titulados y actualizados de nuestro equipo de profesionales en diversas disciplinas para esclarecer ciertos puntos.
¿Es el gato una especie exótica invasora en España?
En los últimos tiempos parece preocupar mucho la superpoblación felina en los núcleos urbanos por el impacto que esta puede tener sobre la salud de la población. ¿Son los felinos en libertad una amenaza para la biodiversidad? ¿Se han convertido los «gatos callejeros» en «la especie invasora más dañina después de las ratas»? Si es así, ¿se dónde vienen todos los gatos que vagan libremente por la calle? En este sentido, la enfermera veterinaria y educadora animal Tamara Hernán, madre de humanos, felinos y canes, aclara que
«los gatos comúnmente llamados «callejeros» son felinos, de la misma especie que el gato común doméstico y cuyo origen reside en el abandono y falta de tenencia responsable humana. No son una ‘nueva especie’ denominada ‘gato callejero’, definida como una peligrosa plaga según el polémico y desafortunado trabajo de ‘investigación’periodístico que ha emitido una cadena nacional española.»
Los animalistas, rescatistas, cuidadores/as de colonias felinas y responsables de protectoras y refugios animales lo tienen claro: los gatos callejeros provienen del abandono y la no esterilización de gatos domésticos. Es decir, de la tenencia irresponsable de animales, entendiéndose como parte de la misma la no esterilización de gatos domésticos a los que se deja salir del hogar. Consecuentemente, para reducir su población hay que incidir en medidas preventivas como la adopción responsable y la esterilización de los gatos domésticos.
Según, la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad , que define una Especie Exótica Invasora (EEI) como «aquella que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética», el gato en España NO es una especie invasora.
De hecho, lejos de poder considerarse como tal, y según GEMFE (el Grupo de Especialidad de Medicina Felina de AVEPA, la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales), en España y el resto de Europa la convivencia entre felinos y humanos se remonta a milenios y ha resultado ser beneficiosa para ambas especies .
Por lo tanto, al contrario de lo que sucede en otros lugares del mundo como islas del Pacífico y Australia, donde sí existe evidencia científica del origen foráneo (europeo, precisamente) de los felinos que pueblan sus calles, en nuestro país, el gato no está incluido en el catálogo de Especies Exóticas Invasoras ya que es un animal nativo . Ni la ley, ni los Reales Decretos que modifican y actualizan la misma, lo consideran una amenaza en este sentido.
En el mismo documento de posicionamiento, AVEPA no considera al gato responsable de la extinción de especies en España, subrayando que «no existe en la península ibérica ninguna especie animal que se haya extinguido o esté gravemente amenazada por culpa de los gatos», lo que, en cambio, sí se atribuye a otras causas debidas a la acción del hombre:
«En nuestro país no existen estudios científicos fiables acerca del impacto real de los gatos de vida libre o con acceso al exterior sobre nuestra biodiversidad en relación a otras causas del declive de las especies naturales: destrucción de hábitats, cambio climático, uso de pesticidas y venenos, sobrepesca y caza, atropellos, causas todas ellas ligadas a la mano del hombre, al igual que la presencia del gato, no lo olvidemos».
En cambio, sí que existen investigaciones acerca del gran impacto de la acción del hombre sobre la naturaleza. Cabe poner como ejemplo de las prácticas humanas que sí resultan devastadoras el envenenamiento de conejos en Cataluña para evitar que estos se coman los cultivos de los agricultores, a pesar de existir medidas preventivas y de la oposición del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), fuertemente posicionado en contra de esta práctica. Desde la organización alertan, además, del alto impacto que este «método» tiene sobre la biodiversidad (el uso del veneno en el medio natural es un delito ecológico acompañado de sanciones que pueden ir desde la multa económica hasta la pena de prisión, además de constituir un delito contra la protección de la fauna que también puede conllevar la inhabilitación para el ejercicio del derecho de caza).
Es significativo, además, que estas prácticas se llevaron a cabo que en el año 2019 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) declaró el conejo de monte como especie «en peligro» (siendo este el alimento básico de otras especies emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial) debido a la reducción de la población, la cual estimaban que había experimentado una disminución del 90% en los últimos 70 años, así como otro del 70% entre 2008 y 2018. Si bien es cierto que en ciertas zonas existía superpoblación.
La principal causa de su declive era, precisamente, los cambios de uso de suelo y la agricultura intensiva que habían hecho desaparecer los hábitats naturales de los que depende este animal (acción del hombre); junto con las enfermedades.
En este sentido, la AVEPA resalta en su documento, la poca validez de los argumentos contrarios a la evidencia científica: «Las opiniones no contrastadas científicamente acerca del papel del gato en el declive de las especies naturales solo crean alarma social y un clima de enfrentamiento entre conservacionistas y proteccionistas, algo que no beneficia a los gatos ni a las especies naturales».
De hecho, los artículos y estudios que acusan al gato callejero de ser una amenaza para otras especies, en realidad confunden al «gato callejero» o de colonia con el «gato silvestre» (pocas liebres y conejos se ven en las ciudades, además de que, en este caso, los gatos alimentados de colonia no sienten la necesidad de cazar para subsistir).
Otro ejemplo es lo que está sucediendo con las aves en Europa. Una investigación reciente de 178 especies advierte de un descenso promedio del 60% de las aves vinculadas a los terrenos agrícolas por los monocultivos y el uso de fertilizantes y pesticidas. Es decir, de nuevo la agricultura intensiva (la acción del hombre) es la principal responsable, incluso por delante del cambio climático, según los investigadores.
¿Suponen los gatos un peligro para las embarazadas por el riesgo de contagiarlas con toxoplasmosis?
Respecto a este tema existe abundante información científica. «Parece mentira que, con la evidencia que tenemos al respecto, sigamos creyendo que los gatos son peligrosos cuando llega un bebé o durante el embarazo», resalta la matrona de Criar con Sentido Común, Sara Caamaño, propietaria de dos felinos rescatados de la calle.
«Adoptar a mis dos gatos, Fredy y Mora, fue una de las mejores decisiones de amor incondicional que he tomado en mi vida. ‘Los gatos son ariscos’, ‘los gatos son agresivos, traicioneros…’ Nada más lejos de la realidad. Mis gatos han estado ahí en los peores momentos y también en los mejores, acompañando y dándome toneladas de amor», señala Caamaño.
La especialista se lamenta de las falsas creencias todavía imperantes y manifiesta su disconformidad con la reciente información difundida, basándose en la evidencia científica actual para desmentirla. «Ya que hablamos de evidencia, veamos la realidad del contagio de la toxoplasmosis y si ciertamente los gatos son casi un arma biológica, tal y como intentaba trasladar el programa mencionado», manifiesta.
Así, la especialista resalta que ya sabemos que «la infección de toxoplasmosis durante el embarazo puede conllevar complicaciones en el mismo y en el bebé que se está gestando. Por ello, se recomiendan medidas higiénicas para evitar este contagio, como puede ser una buena higiene de manos y utensilios o el consumo de alimentos bien cocinados. Precisamente se dan estos consejos porque ese es el origen más frecuente de la infección, y no los gatos«.
«Según la GEMFE, grupo de estudio de medicina felina de AVEPA, hay evidencia suficiente para afirmar que la transmisión de toxoplasmosis a través de los gatos es muy poco probable. De hecho el origen más común es la ingestión de alimentos contaminados (crudos, como la carne, las hortalizas o una mala higiene de los utensilios).
El toxoplasma se transmite a través de las heces del animal, pero ni siquiera está activo (y por tanto no puede infectar) antes de que pasen entre 24 h. y 5 días. Por tanto, en el hipotético caso de que un gato estuviera infectado (que ya vemos que esto es muy poco habitual), con unas medidas básicas de higiene sería suficiente para no contagiarse«, incide la experta.
AVEPA defiende que la toxoplasmosis en gatos es una enfermedad poco frecuente. La GEMFE tiene incluso un posicionamiento oficial publicado respecto a los gatos y la toxoplasmosis:
«Existen numerosas evidencias científicas que demuestran que el contagio de T. gondii a los seres humanos por contacto con las heces de un gato infectado es poco probable y que la gran mayoría de las personas que se infectan lo hacen a través de la ingestión de carne poco cocinada, ingestión de vegetales u hortalizas contaminados con ooquistes del parásito o por el contacto directo con suelos contaminados. Por tanto es erróneo asumir que siempre que una persona se infecta con T. gondii, el origen de la infección ha sido el contacto con un gato.
Los gatos infestados por T. gondii son los responsables de diseminar el parásito al ambiente dentro de sus deyecciones, pero las heces de gato recién eliminadas no suponen un riesgo real de contagio, ya que contienen ooquistes aún no esporulados que no son infecciosos. Para ser infecciosos, los ooquistes deben esporular, lo cual sucede entre las 24 horas y los 5 días tras la deposición de las heces.
Durante la primoinfección por T. gondii, el gato libera ooquistes no esporulados a través de las heces durante tan sólo una a tres semanas y, tras ello, queda como portador de quistes en sus músculos y vísceras. A partir de este momento no elimina ooquistes en las heces y, por tanto, no supone un riesgo para las personas.»
Según los especialistas, en el resto de personas no embarazadas e inmunocompententes la infección por toxoplasmosis es asintomática en el 80-90% de los casos, es decir, no produce ningún síntoma. Solo en el caso de personas con inmunidad debilitada, la toxoplasmosis puede causar enfermedades oculares, pulmonares o cerebrales graves. En estos casos, en raras ocasiones la infección puede presentarse en otros tejidos de todo el cuerpo.
En cualquier caso, ¿tienen los gatos una alta incidencia de toxoplasma?
En este sentido, en su informe, la GEMFE señala cuáles son los medios más habituales de contagio para las personas, que incluyen la carne poco cocinada o cruda (ingerirla o manipularla), la ingesta de leche cruda de cabra, la ingesta de verduras frescas contaminadas no lavadas adecuadamente, las labores de jardinería o en patios de juegos para niños si las arenas están contaminadas (el contagio requiere que se metan las manos sin lavar en la boca), la ingesta de agua contaminada con ooquistes esporulados, la ingesta de restos de heces de gatos infectados por Toxoplasma gondii que se encuentren en la fase de eliminación de ooquistes (al menos deben haber transcurrido 24 horas después de la deposición) y resaltan que «la infección no se produce tocando o acariciando al gato. Los veterinarios de pequeños animales, que están en contacto físico frecuente con gatos, no presentan una mayor seroprevalencia que personas con otras profesiones.»
En este sentido, la ATV Tamara Hernán, alerta sobre el impacto y alarma social que la falsa información puede causar:
«Todos los gatos no transmiten toxoplasmosis. Es una falacia. Y muy seria y de consecuencias alarmantes, puesto que es una información completamente falsa y que, por desgracia, es el motivo por el que muchos gatos terminan abandonados debido al miedo y a la desinformación.
La toxoplasmosis es una enfermedad que en las embarazadas puede producir aborto espontáneo y enfermedades congénitas, pero el foco de contagio de esta enfermedad no está aquí, puesto que este puede producirse solo si ingieres heces de un gato que a su vez comió a un hospedador intermediario (por ejemplo un roedor contagiado) durante un periodo de 20 días aproximadamente tras su ingesta. ¿Quién come heces de gato?«
Por su parte, la matrona Sara Caamaño insiste en que
«Ya hemos hablado de la toxoplasmosis sólo se transmite por heces o por comerse algo contaminado por ellas (agua, plantas…). Por tanto, si pensamos en gatos domésticos, hay más probabilidades de que te toque la lotería que de contraer una infección de este tipo siempre que tomen comida tratada y se desparasiten de vez en cuando. Y ya ni hablamos en el caso de los que no salen ni a la calle», señala Caamaño.
Es de señalar en este punto que los gatos de colonia no cazan, ya que no tienen la necesidad, puesto que son alimentados con comida procesada. Y que incluso aunque resultasen infectados, sus heces constituyen el único medio de contagio y estas no resultan infecciosas hasta 1-5 días después y sólo durante unas semanas (y siempre en el supuesto caso de que una persona las tocase, posteriormente no se lavase las manos y se llevase las mismas a la boca).
En el caso de los gatos domésticos, incluso aunque estos salgan a la calle, «con unas sencillas medidas, podemos evitar la infección. Por ejemplo, limpiando el arenero a menudo, utilizando guantes y mascarilla durante el proceso, o bien delegando esa tarea en otra persona durante la gestación», explica Caamaño.
«Y por supuesto, puedes seguir conviviendo, acariciando y recibiendo mimos de tus michis durante el embarazo. Los beneficios físicos y emocionales de tener un animal en nuestra vida son mucho mayores que los posibles riesgos de contraer toxoplasmosis por esta vía«, incide la especialista.
En resumen, respecto a si los gatos pueden contagiar a embarazadas con toxoplasmosis, la abundante evidencia científica reunida hasta la fecha demuestra que es mucho más fácil contagiarse comiendo pescado y embutidos que a través de los gatos ya que incluso aunque una embarazada entrase en contacto con heces felinas infectadas con el parásito, la embarazada tendría que retirar las heces del arenero con las manos y llevárselas a la boca.
La médico pediatra de Criar con Sentido Común, Gloria Colli, tutora de una gata, también asegura que
«Contagiarse comiendo pescado, jamón serrano y embutidos es más fácil que contagiarse a través de los gatos. En primer lugar, el animal tendría que estar infectado con el parásito toxoplasma, y, en caso de estarlo, la embarazada tendría que retirar las heces del arenero con las manos y llevárselas a la boca. Algo muy poco probable«.
La evidencia científica al respecto es abundante y definitiva, pero ¿pueden los felinos ocasionar otros problemas de salud pública? ¿Hay estudios al respecto? Veamos…
¿Son los gatos una amenaza para la salud pública?
Los estudios científicos desmienten que los gatos sean un foco particularmente preocupante de toxoplasmosis, pero además existen publicaciones (como esta, dedicada precisamente a la caza) en las que se cita un reciente estudio científico realizado por profesoras de la Facultad de Veterinaria UCH CEU, alegando que dicha investigación alerta que la leishmaniosis felina se está extendiendo de «manera preocupante» y que es ya «un problema emergente de salud pública». Veamos lo que dice dicha investigación…
En primer lugar, sus autoras manifiestan que son «los seres humanos, junto con los perros domésticos» quienes son «los principales huéspedes, en los que las enfermedades causadas por Leishmania infantum representan un problema importante para la salud pública».
Tradicionalmente, explican, «se ha considerado a los perros como los únicos y principales responsables de la propagación de la enfermedad a los humanos». Si bien, continúan, en la actualidad existe un «aumento en el número de casos diagnosticados en gatos domésticos«, lo que indica «que esta especie puede jugar un papel importante en la actualidad en la epidemiología de la infección en humanos y perros.» Es decir, los autores se refieren a «gatos domésticos» y no «callejeros» ni comunitarios (colonias felinas).
Pero, ¿por qué se están contagiando ahora los gatos? Según las investigadoras, «podría estar relacionado con un cambio de huésped debido al uso de repelentes de flebótomos en perros, lo que los hace buscar otros huéspedes de los que alimentarse». Es decir, como protegemos a los perros del contagio, el parásito busca otros huéspedes para sobrevivir. De lo cual cabe deducir que dichos huéspedes (los felinos) no están protegidos y por eso se contagian. Por lo tanto, se infiere que si se protegiera a los gatos (lo cual es responsabilidad de su propietarios; en el caso de las colonias felinas, las administraciones públicas), con unas simples y sencillas medidas (pipetas, repelentes, etc.) su contagio no aumentaría.
Las expertas nos indican que «el número de leishmaniosis en humanos también está aumentando» debido a que «el vínculo entre los animales de compañía humanos y los perros y gatos es cada vez mayor, lo que aumenta la probabilidad de infección». Cabe señalar aquí que ni nuestros perros ni nuestros gatos pueden contagiarnos esta patología, potencialmente letal, especialmente en personas con un sistema inmune comprometido y en niños, de manera directa (ni contagiarla a otros animales convivientes).
La infección la provoca un protozoo parasitario llamado Leishmania, al que estamos expuestos tanto seres humanos como animales. Por tanto, ellos no pueden contagiarnos, aunque sí pueden desempeñar un importante papel en la transmisión y diseminación del parásito. Muchas personas y animales conviven con canes o felinos infectados, así que incluso si tu perro o tu gato la padece, no te contagiará si lo abrazas, te lame la mano o simplemente por convivir con él.
Además, prevenir la enfermedad es sencillo: si se protege al animal de la infección este no se contagia y, por lo tanto, tampoco puede transmitirla. Por todo ello, parece coherente enfocar las medidas de prevención a la concienciación de los propietarios de animales respecto a las necesidades de cuidado y salud de estos. Sobre todo teniendo en cuenta que las investigadoras destacan que el uso de huéspedes secundarios por parte del parásito podría estar relacionado con un aumento de la virulencia de la enfermedad.
¿Y en España? ¿La situación es particularmente alarmante?
Los autores de la investigación refieren que el primer caso de leishmaniosis felina fue detectado en Argelia y que posteriormente se han descrito casos en Europa, América Latina y Asia, señalando que, por los motivos anteriormente expuestos, «su prevalencia ha aumentado considerablemente en los últimos años, con resultados de prevalencia del 1,3% en Portugal o Qatar, al 22,5% y 25% en Brasil e Irán, respectivamente». Y resaltan que, si bien hay casos reportados en otras áreas, como EE.UU. «la prevalencia más alta de leishmaniosis felina se ha encontrado en países donde la enfermedad es endémica».
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) nos indica que, a nivel mundial, la leishmaniasis se encuentra entre las 10 principales enfermedades tropicales, habiendo 99 países son endémicos para leishmaniasis. De los 9 países que reportan 85% de los casos de LC, 3 están en las Américas (Brasil, Colombia y Perú) y 4 países concentran el 68% de casos de leishmaniasis visceral a nivel global: India, Sudan, Brasil y Kenia.
Asimismo, las propias investigadoras señalan cuál es la situación en nuestro país: en España el foco más virulento está en las liebres y conejos de monte: «En concreto, el brote de leishmaniosis humana en España con alta virulencia parece estar relacionado con la infección de liebres y conejos de monte. Ambas especies resultaron ser reservorios asintomáticos del parásito en un área con una baja densidad de población de perros.
Además, abordar este problema, según las propias investigadoras, es trabajar en la prevención y cuidar de la salud de nuestros animales de compañía: «La detección precoz de la infección en perros y gatos, junto con su vigilancia y tratamientos, son estrategias para controlar y evitar la infección humana, siguiendo el concepto ‘One Health’.
Además, y «considerando a los gatos como huéspedes emergentes con un posible papel en la propagación de la enfermedad» señalan que «es necesaria una nueva evaluación para la epidemiología y el control [del parásito] en esta especie» enfatizando que «la detección en gatos a menudo se confunde con otras infecciones, ya que los signos clínicos de la leishmaniasis en gatos son inespecíficos. Además, en algunos casos, la enfermedad se presenta sin signos clínicos, lo que dificulta su detección y control».
Las investigadoras señalan que son más propensos al contagio los felinos inmunodeprimidos (por ejemplo, con leucemia o inmunodeficiencia felina) que los gatos sanos, y concluyen que «debido a la escasa información sobre el papel de los gatos en la distribución de la enfermedad o como reservorio, es necesario realizar estudios centrados en LF, ya que también podría constituir un punto de infección para los humanos».
Es decir, hacen falta más estudios ante la «posibilidad» de que el aumento de la prevalencia de casos en los felinos «pudiera» constituir un nuevo punto de infección para los humanos.
«Por otro lado, existe poco conocimiento sobre los signos clínicos de la enfermedad en gatos y estos no pueden compararse con los encontrados en perros, ya que las dos especies presentan diferencias significativas en su respuesta inmune a patógenos, como los títulos de anticuerpos en sangre.»
«La epidemiología y prevalencia de la infección en gatos es poco conocida», resaltan las autoras que, ante el aumento de casos («sobre todo porque los gatos son la segunda mascota más frecuente en el mundo») reclaman más estudios para prevenir el contagio en los felinos, sobre todo debido a que pueden cursar la enfermedad de forma asintomática y sin secuelas, pero pudiendo contagiarla:
«La práctica clínica habitual aplicada en perros no es útil para gatos infectados. Además, alrededor de la mitad de los gatos infectados se recuperan espontáneamente, por lo que aumenta el peligro de esta especie como reservorio del parásito. El hecho de que no podamos utilizar los mismos repelentes que en perros, y el aumento de parásitos farmacorresistentes, hace necesario realizar más estudios para ampliar el conocimiento sobre aspectos clínicos y preventivos para reducir o erradicar esta zoonosis en gatos.»
En resumen, los titulares tipo «la leishmania felina podría convertirse en un problema de salud pública» son exagerados. La leishmania, a secas, ES un problema de salud pública, en determinados países especialmente. Los gatos solo son un nuevo huésped, y aunque haya aumentado la prevalencia de la enfermedad en ellos, ni siquiera constituyen el principal foco de contagio.
Los gatos, como todos los animales domésticos, pueden ser portadores de parásitos, hongos, bacterias y virus, algunos de los cuales pueden transmitirse a las personas (cuando entran en contacto con sus heces, saliva, orina o pelo), y afectar principalmente a aquellos con un sistema inmunológico comprometido. Evitar las enfermedades cursadas/causadas por gatos u otros animales domésticos está en nuestras manos y, para ello, es importante consultar al veterinario de forma regular, para garantizar la salud de nuestros animales de compañía y la nuestra manteniendo al día la desparasitación y la vacunación, así como permitiendo por parte del especialista la identificación y el tratamiento a tiempo de las enfermedades que puedan presentar.
En el caso de los gatos, además, también es importante extremar la limpieza de su arenero y tomar precauciones (medidas de higiene) al hacerlo, debiendo siempre lavarnos muy bien las manos después de manipularla. Otras afecciones como los hongos, la enfermedad del arañazo de gato (extremadamente rara en personas sanas), la esporotricosis, la toxocariasis y la anquilostomiasis pueden prevenirse fácilmente con un correcto manejo de los felinos, tanto en lo referente a su salud y condiciones higiénicas, como en la interacción responsable y respetuosa con ellos.
Lo que la evidencia científica nos dice sobre las colonias felinas: «Se exageran los riesgos para la salud pública asociados con los gatos»
En este estudio reciente (publicado en mayo de 2023) y liderado por la Unidad de Toxicología del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria sobre el control colonias felinas, se analiza el impacto de los gatos en libertad en la biodiversidad y la salud pública en Europa, centrándose en España, concluyendo que «para evaluar su verdadero impacto en los ecosistemas, es necesario un estudio exhaustivo» y que «aunque los gatos pueden transmitir enfermedades zoonóticas a los humanos, el riesgo es generalmente bajo en los países desarrollados.»
Sus autores inciden en que «los expertos veterinarios afirman que a menudo se exageran los riesgos para la salud pública asociados con los gatos» y a pesar de que «algunas personas abogan por medidas drásticas como atrapar y matar a los gatos para reducir sus poblaciones, es esencial tener en cuenta que dichos métodos son frecuentemente ilegales, inhumanos y, en última instancia, ineficaces en la mayoría de las situaciones».
En su lugar proponen alternativas como el Método TNR (del inglés «Trap-Neuter-Return», Capturar-Esterilizar-Devolver) o Método CES (Capturar-Esterilizar-Soltar) a gatos callejeros.
«Los programas efectivos de control de gatos deben centrarse en métodos no letales como atrapar, castrar y devolver (TNR) y la adopción. TNR ha demostrado ser el método más efectivo y humano para controlar la población de gatos que deambulan libremente. Pero su efectividad está influenciada por varios factores, incluidos los programas de adopción y la educación pública sobre la tenencia responsable de mascotas.»
Los detractores de las colonias felinas se oponen a practicar el método CER (Capturar-Esterilizar-Retorno) gracias al cual los/as cuidadores/as de colonias controlan la población de la mismas; alegando que este no es efectivo, y se oponen a la Ley de Bienestar Animal por considerar que para tratar el problema de la superpoblación felina callejera se les debería poder realizar la «eutanasia». En contraposición, los estudios aportan evidencia científica y basada en la experiencia a largo plazo de que el CER sí funciona.
De hecho, existen estudios a largo plazo del programa CES, como esta investigación realizada en EE.UU. a lo largo de casi 30 años en el que los investigadores realizan una evaluación actualizada de la eficacia de un programa a largo plazo de atrapar, esterilizar y devolver a la población a gatos que deambulan libremente. En este caso concreto, en el entorno de la Universidad de Florida:
«Desde principios de la década de 1990, el uso de atrapar, esterilizar y devolver (TNR) como una alternativa humana al manejo letal de gatos callejeros y salvajes (también conocidos como gatos comunitarios) se ha expandido en los Estados Unidos. Durante este tiempo, numerosos estudios han señalado la eficacia de TNR para reducir el número de gatos en la comunidad, aunque muchas de estas investigaciones han cubierto períodos de tiempo relativamente cortos (3 años o menos).
Un artículo seminal de Levy et al. en 2003, documentó una disminución significativa en el número de gatos comunitarios en el campus de la Universidad de Florida Central (UCF) durante un período de 11 años. Desde 2017, una serie de artículos revisados por pares han descrito otros ejemplos de reducciones a largo plazo en el número de gatos en la comunidad asociados con TNR.
El presente estudio se suma a este creciente cuerpo de evidencia al revelar hasta qué punto los resultados informados por primera vez por Levy et al. se han sostenido durante un período posterior de 17 años. Después de un total de 28 años, 10 (5 %) del total de 204 gatos inscritos en el programa UCF TNR permanecen en el campus y la población de gatos de la comunidad del campus ha disminuido en un 85 % desde la finalización de un censo inicial en 1996 hasta 2019.»
«Un creciente cuerpo de evidencia indica que atrapar, esterilizar y devolver (TNR) no solo es eficaz para reducir el número de gatos en la comunidad, sino que dichas reducciones son sostenibles durante períodos prolongados», resaltan los autores del estudio.
«Además, 11 de 16 colonias totales fueron eliminadas durante un período de 28 años. Estos resultados ocurrieron a pesar de un crecimiento significativo en la inscripción en UCF durante el mismo período de tiempo, lo que sugiere que con una gestión continua suficiente de los sitios de colonias, las disminuciones en las poblaciones de gatos de la comunidad asociadas con TNR son sostenibles durante períodos prolongados y en condiciones variables.»
Para los expertos estadounidenses, donde la práctica del TNR ya era habitual y se había revelado como un método eficaz y «consistente con los valores convencionales de bienestar animal», estos resultados no eran ninguna sorpresa. De hecho, ya anteriormente, en su artículo de 2003, Levy et al. concluyó que, según los resultados obtenidos en el campus de la UCF, con «TNR es factible una reducción a largo plazo del número de gatos que deambulan libremente». Y en sus conclusiones, los especialistas señalan que
«El número de gatos que deambulan libremente en el campus de la UCF ha disminuido significativamente durante casi tres décadas desde el inicio del programa TNR. Durante el período de observación de seguimiento, en promedio, solo 3 recién llegados se inscribieron en el programa por año, incluso cuando el campus de la UCF se convirtió en la universidad pública más grande (por inscripción para el año académico 2018-2019) en los EE. UU. La durabilidad del programa UCF, a pesar del fuerte crecimiento de tamaño de la universidad durante muchos años, sugiere que tales resultados pueden ser sostenibles, con una gestión continua adecuada, por un período indefinido y en una variedad de contextos.»
En cuanto a la adopción, según los investigadores, se considera una de las mejores prácticas del programa TNR «en gran parte, porque es eficaz para acelerar las reducciones en el número de gatos que deambulan libremente» y siempre y cuando se les haya practicado la esterilización.
¿Sería pues una mejor solución capturar y «eliminar» a los gatos que viven en la calle? Al margen de los aspectos éticos de semejante medida, GEMFE asegura que está «ampliamente demostrado» que «cuando se elimina un determinado número de gatos, la población a largo plazo no disminuye». Es más, afirman que en ocasiones no solo no se disminuye el número de ejemplares, sino que «incluso puede aumentar» o «alterar el equilibrio del ecosistema al proliferar especies depredadoras que estaban controladas por los gatos» (como es el caso de las ratas).
A los seres humanos nunca se nos ha dado bien ejercitar la memoria a pesar de lo mucho que nos conviene aprender de nuestra propia historia… No olvidemos que el exterminio de gatos en el siglo XIII pudo haber sido la principal causa de la expansión de la peste en Europa. En aquella ocasión, el exterminio de felinos a manos del ser humano casi acaba con nuestra propia especie.
¿Y en España? Según los veterinarios españoles, las soluciones basadas en la ciencia, como el Método CES, son la mejor manera de lograr el control de la población de gatos en libertad
Por ejemplo, los autores del estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria resaltan la importancia de llevar a cabo una gestión eficaz de las colonias felinas basada en la ciencia:
«Según los veterinarios españoles, las soluciones sostenibles y basadas en la ciencia, como los programas TNR, son la mejor manera de lograr el control de la población de gatos en libertad. La profesión veterinaria debe sensibilizar sobre la esterilización, vacunación e identificación de gatos y las consecuencias del abandono. Se oponen al control letal y la eliminación de gatos del medio ambiente, que son métodos ineficaces y poco éticos. Para promover el bienestar animal, los profesionales veterinarios deben colaborar con las administraciones públicas para implementar soluciones sostenibles a largo plazo al problema de la sobrepoblación felina. También es necesaria una mayor concienciación social sobre la importancia de la esterilización y la identificación para evitar el abandono y reducir el número de gatos en libertad.»
Los investigadores resaltan en sus conclusiones finales que «los veterinarios españoles abogan por los programas TNR para controlar la población de gatos que vagan libremente, enfatizando la tenencia responsable de mascotas y la esterilización para abordar el problema del sacrificio de refugios y reducir las poblaciones de gatos que vagan libremente.»
«El método de atrapar y matar se ha considerado ineficaz e insostenible. En cambio, los programas exitosos de control de gatos deben centrarse en métodos no letales, como programas de esterilización/castración y retorno, adopción y santuarios para casos especiales. Los programas TNR combinados con actividades de captura y remoción son el enfoque más efectivo para controlar la población.La comunidad veterinaria reconoce a TNR como el método más humano y efectivopara controlar la población de gatos que vagan libremente. Si bien la esterilización puede no evitar necesariamente el abandono, es una medida importante para reducir la cantidad de gatos que deambulan libremente y evitar que contribuyan al problema de la sobrepoblación. Además, la esterilización puede disminuir ciertos comportamientos desagradables, como rociar orina, que pueden contribuir al abandono.»
La ATV Tamara Hernán recuerda en este contexto lo que nos dice el BOE sobre la responsabilidad de los Ayuntamientos en la gestión ética y responsable de las colonias felinas, así como en su protección:
«La responsabilidad de gestión, cuidado y salvaguarda de las poblaciones de gatos ferales/comunitarios, conocidos como colonias felinas, en los términos municipales donde residen, es de las Administraciones Públicas, y en especial, de las Administraciones Locales, en base al artículo 25.2.b) y j) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local, en materia de medioambiente y de salubridad pública respectivamente, y a las leyes autonómicas de protección animal que regulan los animales de compañía y/o domésticos, atribuyendo a los ayuntamientos la competencia para la protección de los animales que se hallen en sus respectivos términos municipales.»
Las políticas públicas tradicionales para el control poblacional de las colonias felinas consistente en capturar gatos de colonias se han demostrado poco éticas, ineficaces e ineficientes, por el hecho de que en aquellos sitios donde se han capturado gatos han vuelto a aparecer otros, por el denominado efecto vacío, que hace que otros gatos repueblen esa zona.
Por el contrario, algunos municipios llevan años gestionando de forma ética las colonias felinas mediante el método CER, método científico consistente en la captura, esterilización y retorno del gato comunitario a su colonia, que, aplicado en muchos ayuntamientos de España, ha permitido que hayan desaparecido ya muchas de esas colonias, y que las pocas existentes, tengan un número de individuos muy reducido, y tendente a desaparecer, de una forma ética.»
Asimismo, la experta animal recuerda que la nueva ley define claramente los términos:
n) CER: método de gestión que incluye la captura, esterilización y retorno de gatos comunitarios a través de medios no lesivos para los animales.
ñ) Colonia felina: a los efectos de esta ley y de su protección y control poblacional, se considera colonia felina a un grupo de gatos de la especie Felis catus, que viven en estado de libertad o semilibertad, que no pueden ser abordados o mantenidos con facilidad por los seres humanos debido a su bajo o nulo grado de socialización, pero que desarrollan su vida en torno a estos para su subsistencia.
p) Cuidador/a de colonia felina: persona, debidamente autorizada, que atiende a los gatos pertenecientes a una colonia, siguiendo un método de gestión de colonias felinas, sin que pueda considerarse persona titular o responsable de los gatos de la misma.
q) Entidades de protección animal: aquellas entidades sin ánimo de lucro, que desarrollen cualquier actividad de cuidado, rescate, rehabilitación, búsqueda de adopción de animales, gestión de colonias felinas, concienciación en tenencia responsable o defensa jurídica de los animales, inscritas en el Registro de entidades de protección animal de conformidad con lo dispuesto en esta ley.
Por todo ello, Hernán se lamenta de las últimas noticias difundidas tras el enorme trabajo de investigación y concienciación social que se lleva desarrollando en las últimas décadas.
«Me parece increíble que en un contexto social y político en el que por fin la ley reconoce y protege los derechos de estos animales desamparados, cuya gestión y responsabilidad recae sobre los ayuntamientos, tras años de que voluntarios y entidades privadas se hayan dedicado a demostrar los beneficios del método CER y de que la existencia de gatos ferales no es peligrosa ni supone un riesgo de salud pública, en este programa se haya maltratado la labor de las entidades y tergiversado el mensaje a la sociedad, dejando a los gatos ferales como un especie invasora y peligrosa para la convivencia.
En conclusión, la propuesta de este programa fue la de exterminar gatos, según argumentaron con datos no contrastados ni respaldados por la ciencia ni expertos, por su potencial como especie invasora y posible lacra en la salud pública. Sin embargo, como educadora felina, pienso que la base para la erradicación de las colonias felinas es el fomento de la educación para las familias con programas formativos que promuevan la prevención de problemas de comportamiento y convivencia (uno de los motivos por el que se abandonan) así como la tenencia responsable con chipado y adecuación de los hogares donde habita un felino como sistemas de prevención de pérdidas en el caso de que se caiga de una ventana o se escape.»
El «gato callejero» NO es una especie en sí misma y no es «invasora»: su proliferación se debe a las altas tasas de abandono. El problema no son ellos, somos nosotros
Los investigadores canarios también señalan en su informe en que el «gato callejero» NO es una especie distinta al gato doméstico y que esta categorización es una mera excusa para actuar en su contra:
«Los gatos que viven en estado salvaje son conocidos con diferentes nombres, como “gatos callejeros”, “gatos salvajes”, “gatos de colonia”, o incluso “gatos salvajes” (que es una especie diferente, Felis silvestris), aunque no existe una relación biológica diferente de los gatos domésticos. La única diferencia es el grado de socialización con los humanos. Estas etiquetas a menudo implican un estatus legal que permite la intervención en su contra.»
Los autores del estudio subrayan en sus conclusiones que «a pesar de recibir varios nombres, estos gatos no son biológicamente diferentes de los gatos domésticos. Las medidas extremas, como la matanza selectiva, el envenenamiento o los disparos, suelen ser ilegales e inhumanas».
«Según los últimos datos disponibles, hay aproximadamente 113 millones de gatos domésticos (Felis silvestris catus) en los hogares europeos. Las estimaciones de algunas organizaciones de bienestar animal indican que hay varios cientos de miles o millones de gatos abandonados en Europa cada año. El número exacto varía según el país y la región y puede ser difícil de determinar con precisión debido a la naturaleza clandestina del abandono de animales. Las estimaciones indican que, en España, el número de gatos abandonados ronda los 150.000 anuales. Estos gatos, si sobreviven, deambulan por áreas urbanas, rurales y naturales, viviendo una vida en libertad.»
«Se informa comúnmente que los cazadores, las autoridades y la industria del turismo alegan riesgos para la salud pública o impresiones negativas asociadas con los gatos que deambulan libremente en áreas urbanas o naturales. Si bien algunas quejas son válidas, muchas se basan en conceptos erróneos, prejuicios o estudios científicos exagerados utilizados para justificar el control de un problema percibido. A pesar de las diversas razones de los conflictos, el problema de los gatos sin hogar se debe en última instancia a la falta de una gestión integral y eficaz.»
Los/as cuidadores/as de colonias no son «cazagatos»
Asimismo, los autores resaltan el importante papel de las organizaciones de bienestar animal en el desempeño de esta tarea. Es de señalar, en este sentido, que en la mayoría de los casos los/as cuidadores/as de colonias son personas particulares concienciadas y sensibilizadas, y a menudo informadas y con experiencia, que asumen con sus propios recursos el cuidado, control y gestión de las colonias felinas, en ausencia de responsabilidad social. Gracias a ellos/as, remarcan los investigadores, hay «motivos para el optimismo».
«A pesar de los retos que presentan las poblaciones de gatos sin hogar en España y el resto de Europa, hay muchos motivos para el optimismo. Las organizaciones de bienestar animal y los profesionales veterinarios están colaborando activamente para desarrollar soluciones humanas y efectivas para el manejo de gatos comunitarios, incluidos programas como TNR y adopción. Además, estas iniciativas están ganando impulso y apoyo a partir de leyes y reglamentos emergentes, como la reciente ley española de bienestar animal.»
De hecho, la nueva Ley de Bienestar Animal no solo contempla su figura, sino que la reconoce, aprueba y define, como veremos a continuación.
Ley de Bienestar animal en España: La responsabilidad de la administración pública
Asimismo, el capítulo VI de la ya aprobada Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales (popularmente conocida como nueva Ley de Bienestar Animal),
«establece el marco legal para la gestión de poblaciones felinas en libertad, colonias con origen en gatos abandonados, extraviados o merodeadores sin esterilizar y de las camadas procedentes de éstos, que son producto de la tenencia irresponsable. Se introduce el concepto de gato comunitario, el gato libre que convive en entornos humanos y que no es adoptable debido a su falta de socialización, y se establece una gestión integral de los mismos con métodos no letales, basados en el método CER, con el objetivo de reducir progresivamente su población mientras se controla el aporte de nuevos individuos con la esterilización obligatoria de los gatos con hogar.»
También, en su artículo 3, se reconoce oficialmente la figura de «cuidador/a de colonia felina» y se establece su definición: «persona, debidamente autorizada, que atiende a los gatos pertenecientes a una colonia, siguiendo un método de gestión de colonias felinas, sin que pueda considerarse persona titular o responsable de los gatos de la misma».
En el mismo artículo se habla, asimismo, de la «Gestión de colonias felinas: procedimiento normalizado, acorde al desarrollo reglamentario establecido por la administración competente, mediante el cual un grupo de gatos comunitarios no adoptables, son alimentados, censados y sometidos a un programa sanitario y de control poblacional CER, controlando la llegada de nuevos individuos.»
Las colonias felinas también son mencionadas en su artículo 10, respecto al «Registro de entidades de protección animal», al que se atribuye «el objetivo de facilitar el proceso de adopción de animales de compañía con máximas garantías», así como «obtener datos fiables de abandono animal y estado de situación de colonias felinas, con el fin último de establecer las medidas protectoras necesarias.»
Además, en su Artículo 18, sobre «Programas territoriales de protección animal», se establece la responsabilidad de las administraciones públicas: «Las administraciones públicas, en sus respectivos ámbitos competenciales, deberán aprobar sus respectivos programas territoriales de protección animal» que deberán incluir medidas orientadas a eliminar el maltrato animal y a reducir el abandono de animales de compañía» y abordarán, entre otros aspectos, la «implementación de programas de gestión de colonias felinas», así como actividades orientadas al «desarrollo de medidas educativas, formativas y de sensibilización ciudadana contra el maltrato animal y el abandono», la promoción de la esterilización, la concienciación ciudadana en el respeto a los animales, etc.
Asimismo, en su Artículo 19 de «Promoción de la Protección Animal y dotación de medios» se establece que «el departamento ministerial competente» para el desarrollo de la ley, «deberá», entre otras cosas, «impulsar la implantación de modelos de gestión sostenible de colonias felinas». Para ello, se contará con una dotación que se nutrirá de «las cantidades que anualmente se consignen en los Presupuestos Generales del Estado» y de «cualesquiera otras fuentes de financiación que puedan establecerse». Se establece así pues, como obligación de la administración pública la correcta gestión de las colonias felinas.
Pero la nueva ley va más allá, y es que dedica su Capítulo VI íntegramente a las colonias felinas, estableciendo las bases del «control poblacional de todos los gatos comunitarios, con el fin de reducir progresivamente su población manteniendo su protección como animales de compañía», para lo que obliga a «la identificación mediante microchip, registrada bajo la titularidad de la Administración local competente, y la esterilización quirúrgica de todos los gatos comunitarios». Es decir, las colonias felinas adquieren el estatus de «gatos comunitarios» y su propiedad (y consecuente responsabilidad) es de los ayuntamientos.
En Artículo 39, que concreta las «Funciones de la Administración local», establece que «corresponde a las entidades locales la gestión de los gatos comunitarios, a cuyos efectos deberán desarrollar Programas de Gestión de Colonias Felinas» con «la colaboración ciudadana» para «el cuidado de los gatos comunitarios». Asimismo, establece que se regulara a través de «normativas municipales» los «derechos y obligaciones de los cuidadores de colonias felinas.»
También determina «la asunción por parte de la entidad local de la responsabilidad de la atención sanitaria de los gatos comunitarios que así lo requieran, contando siempre con los servicios de un profesional veterinario colegiado» y «el establecimiento de planes de control poblacional de los gatos comunitarios» incluyendo su «mapeo y censo», programas de esterilización, marcaje auricular, programas sanitarios supervisados por profesionales veterinarios colegiados que deberán incluir «al menos» su desparasitación, vacunación e identificación obligatoria mediante microchip con responsabilidad municipal.
Asimismo, establece «protocolos de gestión de conflictos vecinales» que, entre otras cosas, contempla la necesidad de que el municipio cuente «con un lugar adecuado con espacio suficiente y acondicionado para la retirada temporal de su colonia de los gatos comunitarios en caso de necesidad» y obliga a las entidades locales a «establecer mecanismos normativos y de vigilancia para llevar a cabo el control y la sanción a los responsables de gatos que no los tengan debidamente identificados y esterilizados y, por tanto, que no pongan las medidas necesarias para evitar la reproducción de sus animales con los gatos comunitarios.»
Para todo ello, se concreta que «la Administración General del Estado establecerá líneas de subvención en favor de las entidades locales para el cumplimiento de sus obligaciones con respecto a las colonias felinas«. Asimismo, establece que para el cumplimiento de las obligaciones establecidas en la ley, «las administraciones locales podrán recabar el apoyo de las diputaciones provinciales, cabildos y consejos insulares». También, añade la ley, «se establecerán los procedimientos a realizar de forma que se eviten afecciones negativas sobre la biodiversidad de los ejemplares que habitan las mismas.»
Pero las administraciones locales no quedan abandonadas a su suerte en sus nuevas obligaciones, ya que el Artículo 40 de la Ley de Bienestar Animal se refiere a las «Funciones de la Administración autonómica» y establece las bases para facilitar todas las anteriores funciones de las administraciones locales. Así, anuncia que «corresponde a las comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla» generar «protocolos marco con los procedimientos y requisitos» para llevar a cabo, entre otras cosas, «métodos de captura para la esterilización, respetuosos con la naturaleza de los gatos comunitarios y conformes a las directrices de bienestar animal»; los criterios de registro de las colonias; los criterios de alimentación, limpieza, atención mínima y cuidados sanitarios; los criterios de esterilización, siguiendo programas eficientes y ejecutados por profesionales veterinarios; la instalación de refugios o cualquier elemento necesario para garantizar la calidad de vida de los gatos de las colonias.
Y también establece la necesidad de «formación y acreditación» de las personas cuidadoras de las colonias y de los diferentes empleados y empleadas públicas que estén implicados en la gestión de las mismas; la formación de los miembros de las policías locales en gestión de colonias felinas. Así como el establecimiento de «protocolos de actuación sobre rescate y ayuda en casos de emergencia» y los criterios para la definición de «procedimientos de gestión de colonias felinas para evitar los efectos significativos de los individuos que habitan dichas colonias sobre la biodiversidad circundante a las mismas.»
Por otra parte, el Artículo 41 establece las «Obligaciones de los ciudadanos»: «Las personas, en su convivencia natural con las colonias felinas, deberán respetar la integridad, seguridad y calidad de vida de los gatos comunitarios que las integran, así como las instalaciones de comida, y refugio propias del programa de gestión de gatos comunitarios.»
Y en su Artículo 42 establece las «Prohibiciones» específicas en relación con las colonias felinas, prohibiéndose expresamente:
- «El sacrificio de los gatos» («salvo por desórdenes que comprometan la salud del gato a largo plazo» o en los «supuestos excepcionales» permitidos por la ley, en cuyos casos el «sacrificio será debidamente certificado y realizado por un profesional veterinario»).
- El «confinamiento de los gatos no socializados con el ser humano, en centros de protección animal, residencias o similares», (salvo «las actuaciones necesarias en los procesos de intervención de animales de las colonias para su tratamiento o reubicación»).
- El abandono de gatos en las colonias, «sea cual sea su procedencia».
- La caza de gatos («aprovechamiento cinegético»). Es más, el cazador estaría cometiendo una infracción muy grave para la que, a posteriori, -artículo 84.1.c)- se determinan multas de 100.001 a 600.000 euros. Además, estas infracciones podrían llevar aparejadas la retirada del arma y del permiso correspondiente como se especifica en el 85.1.b).
- La retirada de gatos comunitarios de su colonia (salvo en el caso de gatos enfermos, gatos totalmente socializados con el ser humano que vayan a ser adoptados o cachorros en edad de socialización que vayan a ser adoptados).
- La suelta de gatos «en colonias distintas a la propia de origen», así como «la reubicación o el desplazamiento de gatos comunitarios», (con algunas excepciones, como la de aquellos gatos cuya integridad y su calidad de vida corra peligro o suponga un impacto negativo para las condiciones de biodiversidad, fauna protegida o suponga un riesgo contra la salud y la seguridad de las personas).
Más allá de los mitos: Beneficios comprobados para la salud de convivir con un gato desde la infancia
Ya hemos visto que el ser humano es la causa detrás de las amenazas a la biodiversidad que se atribuye a los gatos y el responsable de la tenencia irresponsable de animales a los que no se esteriliza ni inmuniza adecuadamente. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre los beneficios que aporta convivir con felinos cuya salud y bienestar sí se priorizan?
La ciencia ha comprobado y documentado ampliamente los muchos beneficios para los niños de convivir con animales, tanto en el plano psicológico, como en el físico y el fisiológico.
La pediatra Gloria Colli, que realizó su tesis doctoral investigando sobre alergias en los niños que conviven con animales domésticos y en qué forma estos ayudan a prevenir estas afecciones en los menores, asegura que «el contacto con gatos no supone riesgos para la salud infantil», sino más bien todo lo contrario:
«Desde hace ya muchos años se sabe que tener gato durante los primeros años de vida previene las alergias respiratorias y últimamente se ha demostrado que también pueden disminuir el riesgo de alergias alimentarias. El contacto con animales es positivo para la salud infantil y ayuda a un desarrollo adecuado de la inmunidad, y los gatos no son una excepción.
Se culpa a los gatos de transmitir algunas enfermedades como la toxoplasmosis, cuando la causa más frecuente de esta enfermedad es por comer carnes poco hechas o vegetales mal lavados. La gran mayoría de las enfermedades relacionadas con los gatos son transmitidas con mucha más frecuencia por otras personas, principalmente en la edad preescolar. La convivencia con animales es saludable para los peques y no debería suponer ningún problema si se mantiene a la mascota bien atendida y cuidada como se merece.»
Convivir con animales en casa aporta increíbles beneficios para la salud de los niños, tanto emocionales como físicos. Sabemos, por ejemplo, que ayudan a reducir el riesgo de alergias en los niños (en concreto, tener perro o gato durante los primeros años de vida protege de enfermedades alérgicas como rinitis, asma o dermatitis atópica), pero ahora una nueva investigación publicada en ‘PLOS ONE’, revela que tener perros y gatos en casa también ayuda a prevenir alergias alimentarias en bebés y niños.
Más concretamente, según los hallazgos de los investigadores, los gatos protegen frente a las alergias al huevo, el trigo y la soja. El reciente estudio realizado en Japón realizó el seguimiento de más de 100.000 embarazadas y sus hijos hasta que estos tuvieron 3 años de edad. Con este exhaustivo y amplio estudio se demostró que la exposición a perros y gatos durante el embarazo o la primera infancia disminuye el riesgo de alergias alimentarias a los 3 años de edad.
Puesto que las alergias alimentarias están en continuo aumento, y muchas de ellas se manifiestan incluso durante el primer año de vida, (se calcula que más de un 10 % de menores tendrá alguna alergia alimentaria en su vida, siendo estas una causa frecuente de anafilaxia en menores), no hay que menospreciar el papel de felinos y canes como escudo protector.
En resumen, y en palabras de la facultativa, «ya sabíamos que tener mascotas, sobre todo perros o gatos, disminuye el riesgo de alergias respiratorias y dermatitis» y ahora, además, «sabemos también que nuestros queridos peludos protegen a nuestros peques frente a las alergias alimentarias más comunes en ellos, las alergias a leche de vaca y el huevo«.
El CEO de Criar con Sentido Común, divulgador de crianza respetuosa, escritor y enfermero de pediatría, Armando Bastida, también se pronuncia firmemente sobre los beneficios reconocidos por la ciencia de tener animales en la familia para la salud física y mental de los niños. El especialista afirma que las investigaciones demuestran que
«incluso la flora intestinal de los bebés que viven junto a animales con pelo se modifica, hasta el punto de disminuir el riesgo de alergia y también la probabilidad de que el bebé acabe teniendo obesidad. Y es que los bebés expuestos al pelo de perros, gatos y otros animales con pelo tienen, a los 3 meses de vida, un mayor número de colonias de Ruminococcus y Oscillospora, dos tipos de bacterias intestinales beneficiosas para la salud.»
Los animales de compañía también aportan un mayor beneficio a los menores nacidos por cesárea:
«Se sabe que la colonización intestinal de los bebés nacidos por cesárea es diferente a la de los bebés que nacen por vía vaginal, ya que estos últimos reciben en el canal del parto un gran número de bacterias del cuerpo de la madre. Esta diferencia en la colonización parece estar asociada con un mayor riesgo de alergias, y por eso desde hace un tiempo hay profesionales de atención al parto que pasan por la cara del bebé que nace por cesárea una gasa introducida previamente en la vagina de la madre. Pues precisamente los bebés con esta mayor desventaja a nivel de microbiota intestinal, se benefician aún más de la colonización que aporta la presencia de animales con pelo«, sostiene Bastida.
Asimismo, el especialista subraya que multitud de estudios confirman que los niños y niñas que viven junto a su gato o su perro tienen menor riesgo de padecer asma que los que no conviven con animales peludos. «También son ya unos cuantos los estudios que demuestran que esa «suciedad» ambiental añadida parece ser positiva en la salud de los bebés y niños«, matiza.
Además, la convivencia con felinos y canes también aporta beneficios mentales a las personas. Y es que los animales disminuyen el estrés y la sensación de soledad, mejoran la salud del corazón e, incluso, ayudan a los niños y las niñas con sus habilidades emocionales y sociales. Así lo asegura el NIH (National Institutes of Health), un grupo de instituciones del gobierno de Estados Unidos dedicado a la investigación médica.
Según la teoría de la biofilia, elaborada por el biólogo americano Edward O. Wilson, los seres humanos desarrollamos una afinidad innata por todos los seres vivos y existen parámetros fisiológicos que indican los beneficios del contacto entre personas y animales. «En presencia de perros y gatos liberamos oxitocina, una hormona relacionada con el placer, a la vez que disminuye el nivel de cortisol en sangre, un indicador del estrés», señala Bastida. «Por ejemplo, es sabido que los animales ayudan a los menores a socializar, mejoran su autoestima y les proporcionan seguridad. También fomentan su sentido de convivencia, les aportan valores como amor incondicional, empatía y responsabilidad, y mejoran su estado físico, entre otras ventajas».
Entre los diversos beneficios psicológicos y emocionales que convivir con animales tiene en los niños y las niñas, la ciencia documenta:
- Reducen su estrés. Los estudios han comprobado que los animales ayudan a los peques a calmarse. Los menores que juegan diariamente con un animal tienen menos riesgo de sufrir estrés, ansiedad, tristeza y depresión.
- Les hacen sentir acompañados. Los animales hacen a los peques sentirse acompañados y cómodos en todo momento, especialmente cuando los padres no están en casa. Los animales ayudan a los jóvenes a lidiar con sus emociones de forma positiva y afrontar la soledad con optimismo.
- Mejoran su autoestima. Los animales ayudan a los peques a mejorar su autoestima. Según varios experimentos realizados por psicólogos, los beneficios emocionales de tener animales en la familia pueden ser iguales a los de la amistad humana.
- Les aportan felicidad. Tener un perro, un gato o incluso un hámster hace que los niños y niñas sean más felices y les ayuda a vencer la depresión. Son las consecuencias de crear un vínculo afectivo con otra criatura viviente. También les ayuda a subir el ánimo en días difíciles para ellos.
- Adquieren responsabilidad. Tener que cuidarlos, darles de comer, asearlos, sacarles a pasear y recoger la caca les aporta responsabilidad, les ayuda a madurar y favorece su autoconfianza.
- Aprenden valores. Los menores aprenden diversos valores como la fidelidad, la generosidad, el amor incondicional, la compasión, el respeto, la empatía… No en vano, se dice que los animales nos ayudan a ser mejores personas. También les permite ser testigos del ciclo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, ayudándoles a aceptar el ciclo natural.
- Les dan seguridad. El amor estable e incondicional de sus animales hace a los niños sentirse seguros y protegidos.
- Favorecen la socialización. Haber creado un vínculo afectivo con sus animales de compañía ayuda a los peques a desarrollar mejor sus habilidades sociales y a crear vínculos de confianza con los demás, según la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente.
- Mitigan conductas disruptivas como la agresividad. Los animales ayudan a los más peques a comportarse de forma correcta al tener la responsabilidad de cuidar de otro ser vivo y ser su ejemplo. Además, jugar con sus peludos aumenta el bienestar de los jóvenes y les ayuda a mantener una actitud más feliz y entusiasta.
Estos son los beneficios físicos y fisiológicos para los niños y las niñas de convivir con un animal en casa:
- Menos enfermedades y alergias. Numerosos científicos aseguran que los bebés expuestos a perros y gatos tienen menos probabilidades de sufrir enfermedades respiratorias que quienes no tienen animales en casa, ya que la exposición temprana a los animales fortalece su sistema inmunológico, lo que previene infecciones y reduce las reacciones alérgicas.
- Ayudan a perder peso. Los peques que tienen animales hacen más ejercicio físico al jugar, correr o pasear con ellos. Al llevar una vida más activa y, en general, más saludable, es menos probable que sufran de sobrepeso, un problema grave en la población infantil actual.
- Previenen las enfermedades cardíacas. La evidencia demuestra que los animales de compañía mejoran la salud de las personas al contribuir a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, dos factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Además, hacen más actividad física, se alimentan mejor y son menos proclives al tabaco.
- Control de los niveles de azúcar en la sangre. Debido a que practican más deporte, se controlan mejor sus niveles de azúcar en la sangre, se evitan enfermedades renales, oculares y también la diabetes.
Eso sí, es importante que los felinos estén sanos, controlados por su veterinario y al día con sus vacunas. Si es así, no solo la futura mamá se sentirá más feliz con su animal en casa; también el futuro bebé ya que le ayudará a su desarrollo cognitivo, socioemocional y físico, según un estudio de la fundación Affinity.
Así que, con la ley en una mano y la evidencia científica en la otra, la deducción obvia es que si los llamadas «gatos callejeros» no están bien gestionados, atendidos o suponen un problema para la población, se debe a la falta de responsabilidad y cumplimiento de la ley de sus legítimos propietarios: los ayuntamientos.
Por lo tanto, es fácil concluir que cualquier el abordaje diferente a los científicamente propuestos a la problemática de la superpoblación felina (método CES, adopción, esterilización de gatos domésticos, cuidados veterinarios, etc.) se debe a intereses ajenos al bienestar social y/o a la reticencia al cumplimiento de los deberes y obligaciones a los que la ley somete (como esterilizar, vacunar, no abandonar, etc. por parte de los particulares y proteger y gestionar adecuadamente las colonias por parte de los Ayuntamientos) a las sociedades desarrolladas.
La educación, concienciación y sensibilización social, así como el respeto a los derechos y bienestar de los animales es uno de los signos más característicos de una sociedad de avanzada. No en vano, el político y pacifista Mohandas Karamchand Gandhi dijo una vez que «la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que se trata a sus animales».
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1 responses on "Especial Familias con Gatos - Ni "especie invasora dañina", ni peligro para la salud pública o para la biodiversidad: los "gatos callejeros" son en su mayoría gatos domésticos abandonados o fruto de la no esterilización y la tenencia irresponsable de animales, y la gestión de sus colonias es obligación de la administración pública"