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Investigadores del Hospital General Bernabeo de Ortona en Chieti, en Italia, han descubierto que la nutrición puede tener un marcado efecto sobre la salud reproductiva y la fertilidad de la mujer. Pero ¿cómo influye la alimentación en la fertilidad? ¿Qué factores nutricionales afectan la fertilidad?
Se considera infertilidad a la incapacidad de concebir y quedar embarazada después de 12 meses de relaciones sexuales sin protección. Las estimaciones actuales indican que entre el 15 y el 20% de las parejas experimentan infertilidad en todo el mundo.
El aumento de las tasas de infertilidad ha llevado a los científicos a interesarse cada vez más por identificar factores ambientales y de estilo de vida modificables que pueden afectar a la salud reproductiva.
También se ha estudiado ampliamente el impacto potencial de ciertos patrones dietéticos, como las dietas mediterránea y occidental, y alimentos específicos sobre la infertilidad.
En el estudio actual, los investigadores revisan la compleja relación entre la nutrición y la fertilidad, con un enfoque particular en los carbohidratos, las proteínas y los ácidos grasos.
Según el nuevo estudio, publicado en Reproductive Toxicology, hay evidencia que sugiere que las proteínas de origen animal en particular son perjudiciales para el éxito reproductivo.
¿Cómo afecta la nutrición a la fertilidad femenina?
El nuevo estudio revisa la evidencia actual que respalda el papel de la nutrición como un factor de riesgo modificable para la infertilidad femenina y los malos resultados de la fertilización in vitro (FIV).
Carbohidratos
Los carbohidratos, que son la principal fuente de energía en los seres humanos. Una mayor ingesta de cereales integrales se ha asociado con mayores tasas de embarazo y nacidos vivos.
Asimismo, se ha demostrado que comer más vegetales mejora la calidad del embrión después de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI).
La ingesta de carbohidratos y su descomposición también parecen regular la función ovárica. De hecho, el riesgo de infertilidad ovulatoria fue aproximadamente un 80% mayor entre las mujeres que consumieron más carbohidratos en comparación con aquellas con el quintil más bajo de ingesta de carbohidratos en el Estudio de Salud de Enfermeras II (NHS II) de 2009.
Se ha demostrado que una dieta con menos del 45% de la ingesta total de energía proveniente de carbohidratos mejora los síntomas del síndrome de ovario poliquístico (SOP) al aumentar los niveles de la hormona estimulante del folículo (FSH) y la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG), mientras disminuye los niveles de testosterona e insulina. Esto se correlaciona con la reducción de peso en pacientes con SOP con sobrepeso u obesidad.
Con una dieta hipocalórica, en la que la mitad de las calorías diarias provienen de los hidratos de carbono, se recuperaron un mayor número de óvulos, y se registraron mayores tasas de embarazo y de nacidos vivos en mujeres infértiles y obesas durante la FIV.
Sin embargo, el consumo de refrescos azucarados también estuvo débilmente relacionado con un menor número de óvulos recuperados y embriones obtenidos por ciclos de estimulación ovárica, además de una tasa reducida de nacidos vivos.
Proteínas
Se espera que un adulto sano consuma 0,8 g/kg de proteína por cada kilogramo (kg) de masa corporal. La ingesta de proteínas animales se ha relacionado positivamente con los trastornos ovulatorios en comparación con las proteínas vegetales. De hecho, se ha demostrado que el 5% de la ingesta de energía proporcionada por proteínas vegetales en lugar de proteínas animales reduce el riesgo de trastornos ovulatorios en más del 50%.
«Existe evidencia clara de que las proteínas de origen animal afectan la fertilidad femenina en comparación con las de origen vegetal, lo que sugiere que la fuente de proteínas puede representar una parte determinante importante del éxito reproductivo».
Asimismo, el consumo de lácteos y soja se ha correlacionado con mejores resultados durante la FIV debido a que la soja contiene fitoestrógenos, con estructura similar a la del estrógeno.
Grasas
Los ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 y Omega-6 se encuentran en diferentes tipos de productos alimenticios como pescados azules (salmón, caballa, sardinas y atún), así como en nueces, semillas y aceites vegetales. Los Omega-6 a menudo también están presentes en la carne de ave, el pescado y los huevos.
Aunque los investigadores señalan que no hay evidencia definitiva sobre el impacto de estas grasas en los resultados de la FIV; las mejores probabilidades de embarazo parecen estar correlacionadas con un mayor consumo de Omega-6.
No obstante, ciertos alimentos como el pescado pueden aumentar el nivel de exposición a contaminantes orgánicos persistentes como el metilmercurio y las dioxinas. De manera similar, la ingestión de vegetales y frutas puede aumentar el riesgo de exposición a pesticidas.
«El riesgo asociado a la presencia de estos compuestos toxicológicamente activos podría depender de varios factores, así como de la cantidad de alimentos consumidos, la etnia de los pacientes y el estado hormonal».
En cualquier caso, los autores del estudio reclaman mayor investigación sobre la relación entre alimentación y fertilidad.
«Las evidencias sobre el papel de la nutrición en la fertilidad/infertilidad están evolucionando rápidamente, pero en este momento, los datos disponibles son insuficientes para respaldar completamente a los médicos en ejercicio a la hora de dar sugerencias nutricionales a las parejas infértiles«.
Se necesita más investigación para examinar cómo la nutrición está relacionada con una mayor exposición a sustancias químicas disruptoras endocrinas y en qué niveles para comprender mejor su impacto en la función reproductiva.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la dietista-nutricionista Rebeca Pastor y la matrona Sara Caamaño.
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