¿Rascarse es un motivo de consulta al médico? Podría parecer que no, pero es un motivo bastante frecuente de consulta al pediatra, porque el picor puede ser de tal intensidad que llega a desesperar al…
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel asociada a la infancia. Su impacto no es solo físico (prurito, descamación y/o lesiones). También tiene consecuencias en la salud mental de quien la padece. De hecho, dermatitis atópica y depresión están relacionadas por la implicación emocional que tiene para muchos pacientes.
El 85% de los casos se diagnostica en la primera infancia
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel que se caracteriza por un picor intenso conocido como prurito, al que se suma la descamación de la piel y lesiones rojizas. Suele cursar por brotes, momentos en los que la piel suele estar inflamada y necesita tratamiento. Entre brote y brote, la piel puede llegar a estar tan seca que pica.
El picor puede ser tan intenso que es difícil evitar que la persona se rasque, sobre todo en el caso de los niños. Y eso lleva a provocar de nuevo inflamación y aumenta el riesgo de infecciones o heridas, así como un progresivo empeoramiento de la piel.
Y a todo ello se suman los efectos psicológicos. Se calcula que el 50% de las personas con dermatitis atópica ve afectada su salud mental por ella. Y al revés, el estrés puede multiplicar los brotes de la dermatitis.
Según la Guía para pacientes con dermatitis atópica de la Academia Española de Dermatología y Venereología, la dermatitis atópica afecta a entre un 5 y un 20% de la población general, lo que supone 1 de las primeras 10 causas de consulta en dermatología.
Predomina especialmente en niños y adolescentes, donde la prevalencia se sitúa en torno al 15-20%. El 60% de todos los casos diagnosticados se da en el primer año de vida y el 85% en los primeros 5 años.
Y aunque la mayoría suele superar la enfermedad en la infancia o primera adolescencia, alrededor del 25% sigue teniendo eccema en la edad adulta o sufren una recaída de los síntomas después de pasar años sin ellos.
Existe otro tipo de dermatitis, la seborreica, que puede afectar al bebé lactante durante los 3 primeros meses de vida. Sin embargo, en la infancia no existe relación entre dermatitis seborreica y depresión. También puede aparecer de manera temprana en la pubertad, pero lo más frecuente es que aparezca en la adultez y que afecte más a hombres que mujeres.
Un día a día condicionado por la piel
La dermatitis atópica tiene un gran impacto en la calidad de vida de quien la padece. «Nos condiciona la ropa que utilizamos si tenemos mucha afectación cutánea, merma la autoestima, interfiere nuestra vida social«, explica Belén Delgado, vicepresidenta de la Asociación de Afectados con Dermatitis Atópica (AADA), en declaraciones a la Agencia EFE.
En 2022 esta entidad presentó los resultados de una encuesta realizada a personas con dermatitis en la que el 79% de los encuestados aseguraron que esta patología tenía impacto en su día a día, pese a ser una enfermedad crónica «infravalorada» porque suele aparecer en la infancia y disminuye en la edad adulta.
El 44% de las personas participantes en la encuesta aseguraron haber necesitado ayuda psicológica para sobrellevarla mejor. El 66% de los encuestados dijeron sentirse avergonzados o cohibidos por su piel.
Hay que tener en cuenta que muchos de los pacientes son adolescentes, una etapa crítica en la que las emociones son muy fluctuantes. Muchos jóvenes evitan, por ejemplo, hacer deporte porque el sudor puede irritarles la piel y eso puede llevarles a un estilo de vida poco saludable.
La dermatitis atópica puede provocar alteraciones del sueño. A menudo el picor empeora al final del día y puede provocar insomnio. Y si un niño/a no duerme bien, al día siguiente estará más cansado, lo que puede afectar a su rendimiento escolar e incluso provocarle estrés.
Dermatitis atópica y depresión
Según la AADA, existen estudios científicos que resalta que los pacientes de dermatitis atópica tienen un 60% más riesgo de padecer depresión y un 40% presenta sintomatología ansiosa. Se ha estudiado la relación entre dermatitis atópica y depresión tanto en adultos como en la infancia y la adolescencia.
El riesgo de depresión en pacientes suele ser más acusado cuando se trata de casos graves de dermatitis atópica. Las primeras señales suelen aparecer en la infancia y puede llevar incluso a provocar ideas suicidas en las personas con una dermatitis más complicada.
No obstante, este estudio publicado en JAMA Dermatology hizo un seguimiento de pacientes pediátricos británicos con dermatitis atópica durante 10 años. Participaron 11.181 pacientes (51% chicos).
Los niños y niñas con patología de leve a moderada no tuvieron síntomas de depresión, pero sí conductas de internalización a partir de los 4 años. Es decir, que interiorizaron emociones como inseguridad, dependencia, timidez, miedos o tristeza. Esta conductas internalizantes pueden derivar en baja autoestima, aislamiento, ansiedad y depresión.
Por su parte, la Asociación Nacional del Eczema de EEUU (la dermatitis atópica es la principal causa de eccemas en niños) indica en su web que los niños y niñas con dermatitis no solo tienen tasas más altas de depresión y ansiedad, sino que son más propensos a sufrir acoso escolar y aislamiento social.
Dermatitis atópica y depresión: ¿Cuáles son los síntomas?
Aunque no todos los niños y adolescentes tienen los mismos síntomas, algunas de las señales que pueden presentar los pacientes de dermatitis atópicas con depresión son:
- Irritabilidad o enfado.
- Sentimientos continuados de tristeza y desesperanza.
- Aislamiento social.
- Cambios en el apetito y el sueño.
- Explosiones de ira o llanto.
- Dificultades a la hora de concentrarse.
- Baja energía y cansancio.
Según la entidad norteamericana citada antes, la dermatitis atópica también se relaciona con mayor riesgo de hiperactividad. Si tu hijo/a tiene dermatitis atópica y notas alguna de estas señales, debes pedir ayuda al pediatra para que este evalúe si es necesario derivar a salud mental.
La atención precoz puede ayudar a niños y adolescentes a sobrellevar mejor esta enfermedad. En la Tribu CSC puedes resolver dudas a través de nuestros/as profesionales. Entre ellos/as, se encuentran la pediatra Gloria Colli y la psicóloga infantil Elena Mesonero.
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