Los recién nacidos son tan delicados que a menudo, durante las primeras semanas de vida, nos da miedo incluso tocarlos. A veces su fragilidad nos intimida, y otras cometemos errores inconscientes al manipularlos. En este…
Cuando el primer bebé llega a la familia, también nacen con él una nueva madre y/o un nuevo padre, que empiezan a ejercer como tales inmediatamente, aunque en realidad sean padres primerizos y tengan que aprender sobre la marcha a criar y cuidar de un bebé.
Incluso aunque antes del parto ya se hayan estado informado y preparando, hayan leído sobre crianza respetuosa y hayan recibido un montón de consejos sobre recién nacidos, hay cosas que solo se aprenden cuando llega el bebé.
Si ya tenéis a vuestro peque en brazos es probable que os sintáis identificados y recordéis todo lo que pasó. Y si estáis esperando un bebé, quizás recordéis estas palabras cuando ya lo tengáis con vosotros: las 10 lecciones que los padres primerizos aprenden en los primeros días de vida de su retoño.
1. Nada sucede como te dijeron que sucedería
Si te dicen que darle la teta al bebé es muy sacrificado y seguramente te irá mal, te va estupendo. Si te dicen que dar la teta es muy fácil, te saldrán unas grietas enormes y la succión del bebé te dolerá como si tuvieras un cocodrilo al pecho. El caso es que nunca nada sucede como te dijeron.
Si te dicen que los bebés duermen fatal, el tuyo dormirá tan bien que te preguntarás si respira; y si te dicen que las primeras semanas los bebés duermen del tirón toda la noche, el tuyo hará exactamente lo contrario… lo que haga falta para que sientas que tienes un/a hijo/a al que le pasa algo y que tú, como madre o padre, no sirves para nada.
2. Tu bebé «no funciona» como debería
Porque, claro, os dijeron que los bebés no hacen otra cosa más que comer y dormir durante los primeros días, pero el tuyo come, se retuerce, se tira un pedete, come, hace caca, come, duerme, llora, come y se duerme. Pero todo seguido, sin pausas. Vamos, que el proceso que llevas a cabo cada vez que se despierta es bastante más largo y agotador que simplemente alimentarle y ver cómo cierra los ojos.
Y no sólo eso, es que además solo quiere estar en brazos, lo sacas a la calle en el cochecito y llora, cuando te dijeron que se dormían como lirones con el movimiento, y lo montas en el coche, donde se supone no hay bebé que resista despierto, y el tuyo, más que llorar, grita. Vamos, que aunque no hable se entiende perfectamente que dice «¡que me saquéis de aquí!». Y no llora solo por eso, claro, mientras los demás bebés parecen satisfechos y tranquilos, el vuestro parece que llora por todo. A no ser que le tengáis en brazos, claro. Y tampoco le vale cualquier brazo, parece que identifica perfectamente cuáles son los vuestros.
3. Todo el mundo opina y sabe más que tú
Cuando la gente ve que el bebé es muy pequeño os empiezan a tratar de pardillos y os aconsejan por todas partes. Vamos, que casi que te ven de lejos, como a dos o tres calles, y se detienen como olisqueando, hasta que se dan cuenta de que el bebé está tiernecito, y entonces echan a correr como si perdieran el autobús, con las bolsas de la compra encima y todo, corren como una exhalación para llegar hasta donde estéis y deciros (entre jadeos, arreglándose el pelo y retirando las gotas de sudor) lo que tenéis que hacer con absolutamente todo lo que tiene que ver con VUESTRO hijo: que «lo abrigas demasiado», que «este niño pasa hambre», que «no lo cojas en brazos» que «te está tomando el pelo» o «dale algo frío, que son dientes». Porque, claro, sois padres primerizos.
4. Nadie se pone de acuerdo en nada
Esa es otra. Todo el mundo opina… pero opina cosas diferentes. Los libros más actuales te dicen que lo cojas en brazos, la vecina que no. La panadera que le dejes llorar, el pediatra que no. El enfermero que le vacunes, la cajera del súper que no. Tu madre que no lo bañes cada día, tu suegra que sí…. Y así con todo. Parece que llevéis en la cara el cartel de padres primerizos.
5. A las 9 de la noche aún está todo por hacer…
Y quizás a las 10 también. Se hará de noche, oscurecerá, y veréis que nada ha cambiado desde las 8 de la mañana. De nada ha servido todas las veces que le habéis alimentado y cambiado y mecido y dormido porque tenéis que repetirlo una y otra vez. No llegáis al siguiente nivel. Nunca.
Y entre pañal y pañal, os da la noche y la casa está ahí, esperándoos, que tenéis unas ganas locas de meteros en la cama y ni os habéis duchado, ni habéis cenado… ni probablemente haya platos limpios donde poner la cena y encima hay que poner la lavadora y ropa que planchar.
6. Vuestra vida se ha convertido en el día de la marmota
Parece que vivís el día de la marmota, atrapados en un bucle infinito en el que todo es siempre un volver a empezar. Las mismas actividades siempre: alimentar, dormir, cambiar el pañal, mecer… y vuelta a empezar.
Y descubrís, por ejemplo, que a los bebés les encanta manchar los pañales limpios. Es una de las tantas manías que tienen los bebés… y de las que nadie antes os advirtió. Les cambias el pañal porque llevan un montón de tiempo con el mismo y dices «mira que me he esperado por si tenías caca, pero como no la haces, pues te lo cambio ya», y a los 2 ó 3 minutos, su culito detecta que es un pañal limpio y entonces se hace caca.
Pero ojo, porque esto solo lo hacen si después del pañal le ponemos los botones del body, le subimos el pantalón y le ponemos bien el resto de la ropa. Una vez dices «ya estás listo», cagan. Si les cambias de pañal pero esperas a que haga caca antes de acabar de vestirle, no lo hará.
6. Modo «piloto automático on» y sentido arácnido
7. Los bebés duermen mejor por el día que por la noche
«Creo que mi bebé tiene el sueño cambiao«, dicen los padres recientes. Pues sí, cambiado con respecto al vuestro, pero normal en el caso del bebé. Es cuestión de instinto natural de supervivencia. Somos mamíferos, y por la noche los peligros acechan (al menos en la selva, donde los bebés suponen que vivimos porque todo les resulta extraño y desconocido, y no saben si nacen en España o en mitad de África).
Así que un bebé que se despierta a menudo tiene a un cuidador que también se despierta a menudo, y esto es mucho más seguro para su supervivencia que unos progenitores que duermen a pierna suelta toda la noche. ¡Qué puede venir el león y llevárselo sin que se den cuenta!
Y el bebé que no lo hace por eso, lo hace porque es lo que hacía en la barriga, que por la noche no paraba y por el día estaba más tranquilo porque sentían el movimiento y había más ruido en general.
8. La desconexión con el mundo es total
Poco a poco os vais dando cuenta de que tener un bebé es maravilloso para conectaros con vosotros mismos, con vuestra esencia, con vuestra naturaleza, con vuestras raíces más mamíferas, animales, humanas… con los orígenes, al fin y al cabo. Pero os desconecta de todo lo demás.
Para cuando volvéis a ver a vuestras amistades os dais cuenta de que no tenéis ni idea de qué va la anécdota que están contando, ni a a qué pacto han llegado los partidos políticos (probablemente no sepas ni quién gobierna y te des cuenta de que hubo otras elecciones generales un par de semanas antes), que no has visto ninguna de las series que están comentando, ni ninguna de las películas de cine que recomiendan y que ya no tenéis apenas tema de conversación en común, porque ellos no tienen bebés.
Y es muy posible que entre vuestras nuevas responsabilidades y la vida que ya tienen hecha de los demás (y que no coincide en ritmo ni necesidades con la vuestra), quedéis menos con vuestros/as amigo/as de siempre porque estáis en diferente momento vital, y tratéis en cambio de acercaros a otras madres y padres, por aquello de hacer tribu, poder hablar de noches, cansancio, manchas de leche, llantos, colores de cacas, etc. y no de la vida tan que teníais antes, esa en la que os enterabais de lo que pasaba en el mundo y hablabais con otras personas adultas.
Hacer tribu en la m[p]aternidad es importante, da red de apoyo y seguridad, sobre todo en el caso de padres primerizos. En la Tribu CSC podéis entrar en contacto con cientos de familias que practican la crianza respetuosa, además de consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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9. A decir «que les den a todos que lo haré a mi manera»
Pues sí. Cuando ya han aprendido unas cuantas cosas los padres primerizos acaban por aprender a decirse a sí mismos «que les den a todos», porque al final entre todos te marean, y de tanto intentar cosas el niño anda también mareado, perdido y llorando aún más.
Todas las madres y los padres primerizos lo hacen como consideran mejor y como ven que al bebé le va mejor y santas pascuas. Este es el momento en el que pasan de padres novatos a padres. Es decir, el momento en que os quitan la «L» porque ya sois capaces de tomar vuestras propias decisiones con convicción. El momento en que os dais cuenta de que quien mejor sabe lo que necesita y lo que no, es vuestro bebé. Y solo hace falta aprender a escucharlo.
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Armando Bastida
Tripadre y enfermero de pediatría. CEO de CSC.
Website : http://www.armandobastida.com
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