Muchas veces actuamos con nuestros hijos como nuestros padres lo hacían con nosotros. En ocasiones esto sucede incluso sin darnos cuenta; otras veces, en cambio, reproducimos orgullosamente lo que vimos que hacían nuestros padres con…
Cada vez existen más tipos diferentes de maternidad y paternidad. Sin embargo, muchas familias eligen educar con respeto a sus peques y huir del «siempre se ha hecho así y no ha pasado nada».
Sin embargo, han pasado muchas cosas a lo largo de estos años y la ciencia avanza para poder dejar atrás esas prácticas y creencias erróneas que pueden poner en peligro la salud y/o el bienestar de los niños y niñas.
Tipos de maternidad y paternidad
La crianza de de los niños y niñas está rodeada de mitos y de viejas creencias. Sin embargo, cada vez más padres y madres apuestan por informarse y criar y educar a sus peques desde el respeto y como iguales. Esto les lleva a enfrentarse en numerosas ocasiones a la famosa frase «esto se ha hecho así toda la vida y no ha pasado nada».
Pero lo cierto es que sí pasan muchas cosas. De hecho, el avance de la ciencia y de la investigación proporcionan evidencias suficientes como para decidirse a cambiar las viejas prácticas, especialmente aquellas que ponen en peligro la salud o el bienestar de los peques.
Existen diferentes estilos parentales de crianza. El evidente salto generacional entre nuestros padres y madres y, sobre todo, con los abuelos, unido a que muchas familias eligen mantener el mismo moderno de p(m)aternidad patriarcal y autoritario que antes, choca de frente con los que deciden cambiar.
Es decir, con aquellos que optan por informarse y elegir por sí mismos lo que creen que es lo mejor para sus hijos e hijas, y no mantener por sistema lo que se ha hecho siempre, sin plantearse su eficacia o idoneidad.
Cosas que se han hecho de toda la vida y “no ha pasado nada” (pero sí que pasa)
Pero, ¿de verdad no ha pasado nada? ¿Qué entendemos por «nada»? En la mayoría de los casos, es cierto que no nos ha provocado una muerte instantánea (lo cual también es un listón muy bajo, por cierto), pero sí puede haber dejado cierta huella que nos afecte en nuestra vida adulta, sobre todo a nivel emocional y afectivo.
Porque, al fin y al cabo, que siempre se haya hecho así no significa que esté bien hecho. ¿Qué cosas se consideraba «normal» hacerlas antes y se creía que no pasaba nada?
- Fumar con los niños delante. Hace años, el tabaco formaba parte de la vida cotidiana y era habitual fumar delante de los niños e incluso en el mismo espacio cerrado. Ahora está prohibido hacerlo en bares y restaurantes, transporte público o en parques infantiles; e incluso hay una propuesta para prohibir fumar en el coche cuando hay menores dentro.
- Mojar el chupe en alcohol o diferentes sustancias. ¿Cuántas veces has escuchado decir que nuestros padres mojaban el chupe en cerveza o cava para que el bebé se relajara un poco y durmiera o también brindara como los adultos? O, entre risas, reconocer que se había bebido todos los fondos de los vasos que había en la mesa (con alcohol, claro). También se solía mojar el chupe en miel o leche condensada para calmar el llanto, a pesar del considerable riesgo de caries y de bolutismo (al ofrecer miel en bebés menores de 1 año).
- Llevarlos en el coche sin SRI. Si antes íbamos en el coche sin cinturón de seguridad, hablar de sistemas de retención infantil era una utopía. Ahora es obligatorio por ley contar con una silla en el coche para llevar a nuestros peques. Y si es a contramarcha, siempre mejor para aumentar la seguridad de los niños.
- Pegarles, gritarles o insultarles. Cualquiera de ellas, son formas de maltrato. A pesar de haber escuchado durante años que «un cachete a tiempo está bien dado«. Por suerte, a día de hoy muchos adultos deciden educar y criar a sus hijos desde el respeto, sin gritos y evitando actos violentos y humillantes. Desde el diálogo asertivo, la empatía y la conexión.
- Dejarles llorar para que se le ensanchen los pulmones. Uno de los grandes mitos de la crianza es la recomendación de dejar llorar a los bebés para que se le ensanchen los pulmones. Nada más lejos de la realidad, al coger aire, los pulmones se expanden y se contraen cuando lo sueltan, de forma que llorar no produce ningún efecto beneficioso a nivel pulmonar. Los bebés no saben hablar, así que el llanto es la única forma que tienen para comunicarse. Hambre, sed, sueño, pañal sucio, algún dolor, aburrimiento… Si lloran siempre hay un motivo, e ignorarlo no solo implica que no se atienden sus necesidades básicas. El bebé también aprende que nadie responde a su llanto y, simplemente dejará de hacerlo pasado un tiempo. Es lo que se conoce como indefensión aprendida.
- Dejarlos dormir solos… llorando. Los bebés y niños pequeños necesitan tener a papá, mamá o su adulto de referencia cerca. Solo eso les da tranquilidad y calma, consiguiendo un sueño reparador. En ningún caso se puede enseñar a dormir a un bebé, el sueño infantil es un proceso madurativo y no lineal. Esto no significa que no podamos hacer nada para mejorar el sueño de nuestros peques, pero, nunca dejarlos llorar para que aprendan a dormir solos.
- No cogerlos en brazos para que «no se acostumbren». Los bebés recién nacidos necesitan estar en brazos. Necesitan sentir cerca a su mamá (y papá), después de haber estado en su barriga durante 9 meses. Su calor, su olor, el sonido de su corazón… Es el único lugar en el que se sienten seguros, pero eso no significa que se acostumbren a los brazos.
- Lactancia cada 3 horas y 1o minutos en cada pecho. Hasta hace unos años, el pecho o el biberón se ofrecía cada 3 horas y 1o minutos en cada pecho, en caso de lactancia materna. Si entre horas lloraba (quizás por hambre), no se le volvía a ofrecer comer. Lo mismo ocurría si al retirar al peque se ponía a llorar porque seguía teniendo hambre. Ahora la lactancia es a demanda del bebé. Cuando quiera y todo el tiempo que necesite.
- Darles comida antes de los 6 meses.Los bebés solo deberían tomar leche hasta los 6 meses de vida. Nada de zumos de naranja (que de hecho no están recomendados en ningún momento) ni infusiones. Tampoco es necesario ofrecer cereales (y mucho menos cereales en biberón) o bien ofrecerles helados o chucherías porque resulta gracioso.
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