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La salud mental de los niños y niñas sigue siendo una preocupación para los profesionales. De ahí que reclamen una detección precoz para tratar cuanto antes los problemas de conducta. Y es que una investigación ha descubierto problemas de conducta y emocionales en peques de muy corta edad.
Problemas de conducta en edades muy tempranas
El estudio, publicado en JAMA Pediatrics, ha revelado que una proporción importante de niños y niñas pequeñas de familias con bajos ingresos tienen elevados problemas de salud emocional y conductual. Y lo que es peor, fueron detectados en edad pediátrica, cuando apenas tenían 2 años. Por ello, reclaman una intervención precoz para atajarlos.
En un estudio de cohorte retrospectivo que incluyó a 15.218 niños de 2 a 6 años y dirigido por Robert Ammerman, encontraron que un tercio de los niños reflejaban niveles clínicamente elevados de problemas emocionales y conductuales a lo largo del tiempo.
Aunque es cierto que hay numerosos estudios que relacionan el estrés familiar con los problemas de conducta de los niños y niñas, la investigación de Ammerman sí encontró «llamativo» las edades tempranas de aparición y la gravedad de los problemas de conducta al ser «inesperadas». Según explica:
«Los hallazgos sugieren que no podemos darnos el lujo de esperar hasta que los niños ingresen a la escuela o lleguen a la adolescencia para intervenir. Nuestro campo debe centrarse mucho más intensamente en la prevención».
Para realizar el estudio, el equipo utilizó la herramienta Cuestionario de Fortalezas y Dificultades (SDQ) una herramienta de detección de salud emocional y conductual con 15.218 peques durante sus visitas anuales de control infantil entre 2016 y 2022.
Las preguntas, que eran respondidas por sus cuidadores (en la mayoría de los casos, sus madres) abordaban cuestiones relacionadas con peleas, rabietas, miedo, inquietud excesiva, voluntad de ayudar a los demás o evitar a otros niños.
Basándose más en la frecuencia general de los problemas informados que en el tipo específico de comportamiento, los investigadores examinaron después la relación de estos problemas con otros datos de interés sobre la familia. Entre ellos, el estado de salud mental de la madre.
Problemas de conductas «importantes» en un 34% de los niños y niñas
Así, detectaron problemas de conducta «importantes» en un 34% de los niños y niñas examinados. Pero, además, agruparon a los peques en «grupos de trayectoria» en función de si esos problemas de conducta disminuían o aumentaban con la edad. ¿Qué encontraron?
- Pacientes de baja estabilidad. Con puntuaciones bajas inicialmente en el SDQ que se mantuvieron bajas y disminuyeron ligeramente con el tiempo (66,1 % de los niños).
- Pacientes con disminución moderada. Con puntuaciones SDQ más altas inicialmente que disminuyeron con el tiempo (16,6%).
- Pacientes de bajo aumento. Con puntuaciones SDQ más bajas inicialmente pero aumentaron con el tiempo (13,1%).
- Pacientes de alto aumento. Con puntuaciones altas inicialmente en el SDQ que se mantuvieron altas y aumentaron ligeramente con el tiempo (4,3%).
Como curiosidad, los niños varones con cuidadores con depresión o que vivían en una familia con otras necesidades sociales tenían más probabilidad de tener trayectorias crecientes de problemas.
La importancia de una detección precoz de los problemas de salud mental
La salud mental en niños y adolescentes puede afectar a toda la vida adulta. Por ello, es clave su detección precoz. En este sentido, la Academia Estadounidense de Pediatría recomienda desde 2015 la detección de problemas de conducta en la atención primaria. Sin embargo, está lejos de ser una realidad ya que solo se hace de manera rutinaria en algunos centros de salud.
Por ello, según Ammerman los primeros pasos para abordar los riesgos de salud conductual deben centrarse más en intervenciones preventivas para promover el desarrollo de conductas saludables.
«Entre ellos, eliminar o reducir la mayor cantidad posible de tensiones que afectan negativamente el desarrollo de la primera infancia o cuidar la salud mental de los progenitores para que no acabe afectando a los niños», explica.
A pesar de contar con un amplio número de participantes, los autores del estudio alertan de sus limitaciones. Entre ellas, la asistencia inconsistente a las visitas anuales de control del niño sano. Además, los factores de riesgo de las trayectorias se limitaron a los encontrados en los datos de los registros médicos electrónicos.
Por ello, pidieron «cautela» al interpretar los hallazgos y reclamaron una evaluación en profundidad para obtener una imagen más completa de la gravedad clínica de la depresión entre los cuidadores, más allá de la breve evaluación utilizada en este estudio.
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