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Un nuevo estudio ha relacionado el uso intenso y dependiente del teléfono móvil con los trastornos de ansiedad en adolescentes.
En la investigación participaron un total de 5.720 estudiantes universitarios que respondieron una encuesta sobre el uso diario del móvil y encontraron que el tiempo medio estimado era de 186,4 minutos (3 horas y 15 minutos).
Además de relacionar esta dependencia al smartphone a los trastornos de ansiedad de los adolescentes, observaron que las adolescentes que informaron de tener problemas de ansiedad previos o que ya tomaban un tratamiento para la ansiedad tenían mayor riesgo de desarrollar dependencia del teléfono móvil en un 15 y un 75% respectivamente.
¿Qué es la nomofobia?
La nomofobia se considera una fobia moderna y hace referencia al miedo o la ansiedad que experimenta una persona por no tener conectividad en el teléfono móvil. Se trata de una preocupación creciente que puede llegar a afectar a la salud mental, especialmente de los adolescentes. Así, cada vez más personas son dependientes de la tecnología hasta el punto de que llegan a preocuparse por lo que podría ocurrir si no pueden acceder a la información que necesitan en su dispositivo.
Hay algunas personas que simplemente no les gusta la idea de estar tiempo sin su teléfono, pero otras experimentan miedo o ansiedad ante esta situación, lo que puede provocar agitación, cambios en la respiración y otros síntomas. Según los expertos, podría desarrollarse debido a la gratificación instantánea que supone (para algunas personas) la comunicación constante y que puede desembocar en un comportamiento adictivo y compulsivo.
Según las investigación, otros trastornos psicológicos potenciales como la ansiedad social o el trastorno del pánico pueden aparecer en una persona antes del desarrollo de la nomofobia. Sin embargo, no está claro si el trastorno proviene de un trastorno de ansiedad ya existente o de una adicción al teléfono móvil.
Síntomas y tratamiento de la nomofobia
Los síntomas de la nomofobia son similares a los de otras fobias o trastornos de ansiedad. Entre ellos, se encuentran los cambios de respiración, temblores, sudoración, agitación y desorientación.
Además, puede conllevar pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos relacionados con el teléfono móvil, sensibilidad interpersonal, sentimiento de inferioridad personal, malestar social, además de usar el teléfono móvil durante un importante número de horas a lo largo del día.
¿Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo o hija tiene adicción al teléfono móvil? Lo principal es acudir al pediatra que, probablemente, lo derivará al psicólogo u otro especialista.
Es cierto que la nomofobia es relativamente nueva y, por tanto, los tratamientos no son estándar. La mayoría implican terapias conductuales, grupos de apoyo, autocuidado y uso de medicamentos en caso de ser necesario.
- Terapias conductuales. Las terapias podrían ayudar a abordar el miedo de una persona a perder su teléfono o a no estar conectado. En algunos casos, se incluye la terapia cognitivo conductual.
- Desensibilización (terapia de exposición) e hipnoterapia. Consiste en exponer gradualmente a la persona a aquello que teme. En este caso, a la falta del teléfono móvil. Por su parte, la hipnoterapia implica guiar a la persona a través de imágenes para ayudarla a desarrollar técnicas de autocontrol cuando se enfrenta a la falta de acceso a un teléfono.
- Grupos de apoyo, autocuidado y técnicas de respiración y relajación.
¿Cómo afecta el uso del móvil a los adolescentes?
Según diferentes investigaciones, el uso de teléfonos móviles puede estar asociado con un mayor riesgo de problemas de salud, como trastornos psiquiátricos, problemas del sueño, problemas relacionados con los ojos y trastornos musculoesqueléticos. Además, sugieren que el abuso de Internet puede estar asociado a una peor salud física y mental en los adolescentes.
Y su uso no hace más que incrementarse año tras año. Así, en 2020 un 85,7% de los adolescentes participantes en el estudio publicado en la revista PLOS ONE usaron un teléfono inteligente más de 2 horas al día, frente al 64,3% en 2017. Los adolescentes que usaron un teléfono inteligente durante más de 4 horas al día tuvieron tasas más altas de estrés, pensamientos suicidas y uso de sustancias.
Según las estadísticas, solo el 15% de los adolescentes no tiene móvil. Y su mal uso puede generar todo tipo de conflictos. Por ello, es importante negociar las normas de uso del teléfono móvil antes de dárselo a los jóvenes. Entre ellas, se puede establecer un horario de uso del móvil, instalar herramientas de control parental o prohibir su uso en la mesa o en la cama.
Si tienes más preguntas sobre el uso del teléfono móvil por parte de los adolescentes, en la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos/as que pueden ayudarte y a los que puedes consultar todas tus dudas. Entre ellos, se encuentra la psicóloga infantil y logopeda Elena Mesonero.
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