Son muchas las ocasiones en que las familias se acercan a preguntarme, interesadas en la Pedagogía Montessori, porque quieren saber sobre esta filosofía pero les es imposible llevar a sus peques a una escuela de…
Si alguna vez has tenido la oportunidad de ver un colegio Montessori por dentro, te habrán llamado la atención muchísimas cosas, desde la belleza de las aulas hasta la paz que se respira en el ambiente.
Las características de un aula Montessori
Se cuida mucho el hecho de que haya mucha luz natural, el sentido de la estética y el orden. El que haya “un sitio para cada cosa y que cada cosa esté en su sitio” da seguridad a los niños, ya que así saben dónde pueden encontrar los materiales con los que eligen trabajar cada día. El orden exterior influye directamente en el orden interior del niño, en el desarrollo de sus estructuras de pensamiento.
Además, también hay seres vivos. Por ejemplo, cuando mis hijos entraron en una escuela con esta pedagogía, en la lista de material escolar, además de cuadernos, había que llevar una pequeña planta. Fue muy curioso y bonito a la vez, porque además de decorar el ambiente, el propósito indirecto es que los peques aprendan a respetar y cuidar otros seres vivos.
En la clase de mi hija mayor, que estaba ya en primaria, había además una gran tortuga que nos llevábamos los padres a casa los fines de semana.
Y, como decíamos, otra de las cosas que llaman la atención cuando visitamos por primera vez estas escuelas, es que a veces observamos un área circular marcada en el suelo de las aulas de Casa de Niños, donde hay peques con edades comprendidas entre los tres y seis años.
Esta línea puede utilizarse como referencia para juntarse en asamblea, contar cuentos o realizar actividades que requieran reunirse, pero sobre todo se emplea para realizar ejercicios en el área de movimiento: caminar sobre la línea y el juego del silencio.
Dentro del área de la vida práctica (una de las cinco principales del método), encontramos las actividades que buscan el conocimiento y control del propio cuerpo.
El ejercicio de caminar sobre la línea es una de ellas, y ofrece al niño la posibilidad de adquirir equilibrio, de refinar movimiento coordinado y de mejorar su postura.
La Doctora Montessori daba mucha importancia al movimiento, ya que nos ayuda a desarrollar la mente, incluso habla de los recuerdos de su propia infancia:
“Lo más difícil es caminar guardando el equilibrio y el balance en la posición más difícil como, por ejemplo, caminar en las vías. Si los niños encuentran cualquier clase de rastro, ellos caminan sobre este y esto corresponde a la necesidad que ellos tienen de ejercitar su falta de equilibrio, o de la gracia de los movimientos que provienen de esto, así como el aprender a caminar al poner los pies lo más cercanos posible uno frente al otro. Yo recuerdo siendo una niña pequeña, en la escuela regular teníamos recreo; de inmediato al sonar la campana todos correríamos a caminar sobre la barda. Para los principiantes tomaríamos la mano de unos y otros, pero el objetivo era lograrlo sin asistencia. En mi memoria parece que lo hicimos día tras día sin ninguna maestra alrededor.»
¿Por qué se utiliza una elipse y no una circunferencia?
En realidad, lo que hay en el suelo es una elipse y no una circunferencia.
Seguro que en tu época de estudiante aprendiste que la elipse es el lugar geométrico de todos los puntos de un plano, tales que la suma de las distancias a otros dos puntos fijos llamados focos es constante. Todo esto queda muy claro en esta animación:
La forma elíptica de la línea es precisamente el punto de interés para el niño. Caminar sobre una circunferencia sería más mucho más sencillo y a la vez más aburrido, manteniendo un paso y un giro constante. Y si la forma fuera cuadrilateral el niño tendría que detener sus movimientos abruptamente en cada esquina, por lo que no resultarían fluidos.
Sin embargo, en una elipse, podemos caminar sin detenernos prestando máxima atención a la forma geométrica, bajando el ritmo en los contornos angostos, y aumentándolo en los lados con menos curvatura, por lo cual desarrollamos más la concentración, que es uno de los objetivos que se trabajan en la infancia.
Tal y como decía María Montessori: “En la dificultad está el interés”.
«Cuando un niño es amo de sus pies al caminar, su atención se puede distribuir en sus diferentes movimientos. Así, el niño podrá llevar un vaso de agua y sostenerlo de forma que el agua no se derramará, si no pone atención en el vaso, mientras él observa sus pies, el agua se derramará. Entonces su atención, poco a poco se dirige a todo su cuerpo, dejando sus pies derechos sobre la línea y tomando el vaso correctamente y se hace consciente de todo su cuerpo.»
Hay muchas variaciones de esta actividad: desde hacerla con líneas más rectas para niños más pequeños hasta aumentar la complejidad al tener que llevar objetos o incluso vasos de agua cuando los niños son más mayores.
Lo mejor de todo es que es una actividad muy sencilla y que podemos poner en práctica en nuestro propio hogar: no hace falta que pintemos el suelo, nos servirá marcar la línea con una cinta de carrocero que podemos retirar sin problemas cuando el juego acabe o incluso trasladar.
¡Nos encantará saber que lo pones en práctica y que nos cuentes cómo lo hace tu peque, te leemos en los comentarios!
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