La avena es un cereal que cada vez se consume más, quizás porque resulta una buena alternativa a las papillas de cereales dextrinados e hidrolizados que durante años se ofrecían en las farmacias y supermercados;…
La ablactación es la introducción de alimentos diferentes a la leche ya sea materna o de fórmula en la alimentación del bebé. Es decir, no es más que la llegada de la alimentación complementaria a su dieta.
¿Cuál es la edad para iniciar la ablactación?
La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia exclusiva hasta los seis meses. Cuando los bebés cumplen su primer medio año de vida y una serie de requisitos, podemos comenzar la introducción de nuevos alimentos. Pero, ¿cuáles son estos requisitos?:
- El bebé se mantiene solo sentado.
- Ha perdido el reflejo de extrusión (expulsar con la lengua el alimento que se le introduce en la boca).
- Muestra interés por la comida.
- Coordinación ojo-mano-boca.
Normalmente, la mayoría de los bebés alcanzan estos hitos alrededor de los seis meses y es el momento de empezar la ablactación. ¿Y por qué entonces? Los bebés nacen con reservas de hierro suficientes para los primeros seis meses. Sin embargo, en este momento, pueden empezar a escasear y es necesario el aporte de este mineral a través de los alimentos. Eso sí, en ningún caso hay que ofrecer alimentos antes de esa edad. Ni agua, ni zumos, ni infusiones, ni cereales o fruta, a pesar de que hay pediatras que lo siguen recomendando.
Iniciar la ablactación no tiene por qué conllevar el destete. La leche seguirá siendo la base de la alimentación de los bebés hasta el primer año y, de hecho, será parte fundamental de su dieta hasta los tres. Por ello, al inicio de la alimentación complementaria y hasta los 12 meses, debemos ofrecer antes siempre el pecho o el biberón y posteriormente los alimentos. Como su propio nombre indica, en este momento, los alimentos son un complemento en la alimentación del bebé.
¿Cómo se hace la ablactación?
Es probable que te suenen las (viejas) pautas de introducción de alimentos. Aunque hasta hace poco se seguía recomendando la introducción de alimentos escalonada para evitar la aparición de alergias, la evidencia científica ha demostrado que hacerlo así no solo no reduce el riesgo de padecerlas, sino que incluso podría incrementarlas.
Lo único que sí habría que tener en cuenta es la conocida regla de los dos días: cada vez que ofrecemos un nuevo alimento debemos hacerlo por separado, durante 2 o 3 días y antes de las 16 horas. Así, podremos detectar una posible reacción alérgica en caso de que esta se produzca. También hay que prestar algo más de atención a los alimentos potencialmente alergénicos, como es el caso del huevo, cuya introducción debe realizarse de forma más escalonada en caso de que alguno de los dos progenitores sea alérgico.
Así, a partir de los seis meses podemos ofrecer a nuestro bebé prácticamente todos los alimentos, con algunas excepciones:
- Verduras de hoja verde, por su alto contenido en nitratos, para evitar el Síndrome del bebé azul.
- Pescados de grandes dimensiones como el atún, el emperador o el pez espada, por su alto contenido en mercurio. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), no se deben ofrecer hasta los 10 años.
- Frutos secos enteros por el alto riesgo de atragantamientos y asfixia. En su lugar, se pueden ofrecer molidos hasta los cinco años.
Además, hay que evitar el consumo de azúcar (también de la miel) y de la sal. En este último caso, se puede empezar a ofrecer sal yodada en pequeñas cantidades a partir del primer año, aunque habría que retrasar lo máximo posible la introducción del azúcar en la dieta del bebé.
Cada niño es diferente e introducir nuevos alimentos más allá de la leche (que es lo único que conocen) puede ser muy diferente de uno a otro. Así, habrá quien esté deseando probar sabores y texturas nuevas y quien las rechace. Pero esto no significa que dejemos de ofrecer. En algunos casos, es necesario presentar el mismo alimento más de 10 veces para que el pequeño se anime a probarlo. Eso sí, nunca hay que forzar y debemos evitar las distracciones como el móvil o la televisión. Además, si los adultos comemos el mismo alimento, ayudamos a que el peque también lo vea y se familiarice con él.
La idea es que al cumplir el primer año, el bebé sea uno más en el día a día de las comidas familiares. De hecho, según explica la dietista-nutricionista del equipo de Criar con Sentido Común, Rebeca Pastor:
«Lo ideal es que los bebés y niños coman igual que el resto de la familia y, en este momento, son los adultos los que nos tenemos que adaptar a ellos, no al revés».
¿Cuáles son los alimentos ideales para iniciar la ablactación?
Tal y como asegura Rebeca Pastor, con la que puedes contactar gratis si eres miembro de la Tribu CSC, no hay alimentos por o para horas, sino alimentos saludables para nuestro horario. ¿Qué significa esto? Que más allá de la rigidez de un horario que nos dice qué debemos comer y a qué hora, podemos ofrecer lo que queramos cuando nuestro bebé tenga hambre, el único requisito es que sea saludable. Además, no hay cantidades exactas y debería ser el bebé el que decida cuándo quiere comer.
Es cierto que lo ideal es que nuestro bebé se una al ritual de la comida familiar, y coma a la vez y lo mismo que el resto de la familia. Por ello, podemos adaptar en la medida de lo posible los horarios.
Así, por ejemplo, podríamos empezar a ofrecer por la mañana o por la tarde, y siempre después de la leche, fruta. ¿Cuál? Como decíamos, podemos ofrecer cualquier fruta desde que nuestro peque inicia la ablactación, también la fruta con pelo. Para empezar y si optamos por el BLW, lo ideal es ofrecer fruta blandita y que sea fácil de gestionar como el plátano, la pera, la manzana asada o rallada, los melocotones o los albaricoques. A medida que vaya probando nuevos alimentos, el desayuno o la merienda podrían completarse tras la leche con avena o una rebanada de pan con aguacate o tomate rallado, además de la fruta, para hacerlo más completo.
¿Y a la hora de la comida? La dietista-nutricionista de CSC siempre apuesta por no complicarse en la cocina y ofrecer los alimentos a los bebés sin mucha preparación para mantener su esencia y no camuflar sabores. Un buen ejemplo de ello es cocinar las verduras y el pescado o la carne al vapor con un poco de aceite de oliva virgen extra. Eso sí, es importante no superar los 20 gramos de proteína animal hasta los 12 meses porque los riñones y el hígado del bebé aún son inmaduros para tolerar más cantidad, además de estar relacionado con unos mayores índices de obesidad infantil.
Para empezar el proceso de ablactación, podemos apostar por los tomates, los pepinos, el calabacín, calabaza, pasta integral muy cocida o legumbres. Y recuerda, aunque hayas apostado por el Baby-led Weaning, eso no significa que no puedas ofrecer purés y cremas. ¡Si lo comen los adultos ese día en casa, también los bebés!
En cuanto a las cenas, lo habitual es establecerlas más adelante, en torno a los 10 o 12 meses. El motivo es sencillo: hasta entonces, los bebés llegan más cansados al final del día, pero a partir de este momento, suelen estar más espabilados. Y sobre todo, para empezar a ofrecer cenas, es importante que el pequeño haya tomado la suficiente leche durante el día que necesita a su edad.
¿Y qué podemos ofrecer? Teniendo presente no repetir la proteína animal, la clave es presentar un plato saludable, con un alimento rico en hierro, uno energético (tubérculo, cereales), grasa (aceite de oliva, aguacate, frutos secos), además de verdura, hortaliza y fruta para mejorar la absorción del hierro. ¡A disfrutar!
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