El embarazo provoca muchos cambios, tanto a nivel físico como mental. El baile de hormonas, el cambio vital, el estrés, los nervios... pueden influir en tu emociones y aumentar tu vulnerabilidad. El entorno y las…
Aunque tenemos a idealizar a la familia, más allá de las funcionales, hay otras que pueden dejar una profunda huella. Por ello, en ocasiones, es necesario alejarse de la familia tóxica. ¿Cómo podemos hacerlo?
La familia es algo inherente al ser humano. Nos influye en diferentes aspectos de nuestra vida, como la forma de enfrentarnos al mundo o de entenderlo. Pero no siempre tiene que ser de manera positiva. Hay quien sí se ha criado en un ambiente funcional, pero también muchos otros que lo han hecho en una familia disfuncional o una familia tóxica. E incluso también hay quien no tiene familia.
En el momento que una pareja tiene un bebé, su mundo cambia por completo. De ser dos personas independientes, pasan a ser responsables de un recién nacido al que le deben prestar todo tipo de atenciones. Nace un bebé, pero también una familia, y esta nueva situación y la propia crianza puede afectar a la estabilidad de sus miembros y a su bienestar.
¿Qué es una familia tóxica y por qué hay que alejarse de ella?
Una familia tóxica es un entorno disfuncional en el que sus miembros no están seguros, sin permitir su desarrollo libre e íntegro. Cuando un bebé nace, necesita un lugar seguro en el que le cuidan, lo alimentan, lo protegen y le dan cariño para crecer de forma sana. Sin embargo, no contar con esos cuidados y atención básica perjudica gravemente su bienestar y su estabilidad emocional.
En una familia tóxica, los problemas familiares pueden tener diferentes orígenes. Y, según explica psicóloga de CSC Mamen Bueno, con la que puedes contactar en la Tribu CSC, en la mayoría de ocasiones, las (p)madres tóxicas
“no tienen resueltas sus propias dificultades. No hay un trabajo previo de concienciación para evitar descargar las frustraciones en los hijos. Y esto es importante tenerlo en cuenta porque las madres o padres tóxicos no saben que lo son y es difícil encontrar ayuda cuando no hay conciencia del problema”.
¿Cómo saber si tu familia es tóxica?
Puedes plantearte cómo te sientes al pensar en tu familia. ¿Te sientes respaldado y crees que te van a ayudar y apoyar en todo lo que necesites aunque no estén de acuerdo? ¿O sientes que no formas parte de ella, que no te aceptan ni te apoyan y a veces piensas que te dan más problemas que ayuda? Si tu respuesta es esta última, podrías decir que tu familia es tóxica.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que tendemos a idealizar a la familia, a pesar de ser el espacio simbólico donde más se puede llegar a sufrir. Además, ninguna familia es perfecta y todas pasan por momentos alegres y tristes como la muerte de un familiar o un divorcio o la pérdida de un empleo que pueden afectar a los hijos e hijas.
Entre las características de una familia tóxica, se encuentran:
- No hay estructura en cuanto a límites, horarios, convivencia o educación.
- Los conflictos son constantes entre los diferentes miembros de la familia.
- Hay parentalización, es decir, hay un cambio de roles en el que los hijos se encargan del cuidado de los padres, tanto físico como emocional.
- Alto grado de crítica entre todos los miembros.
- No hay comunicación.
- Existencia de temas tabú que han tenido impacto en la familia como muertes, suicidios o enfermedades.
- Maltrato físico, psicológico o abuso sexual.
- Adicciones.
Pero, además, la familia puede llegar a ser un foco de violencia para muchas personas, especialmente para niños y niñas. Según subraya Mamen Bueno:
“Cuando las personas adultas no disponen de habilidades o herramientas para solventar los conflictos, la sufren los hijos e hijas en forma de gritos, desprecios, burlas o agresiones. Si hay celos, inseguridad, orgullo herido en las separaciones y divorcios, lo sufren los menores. Cuando hay ansias de poder y control hacia las parejas, lo sufren los hijos”.
¿Cuándo es necesario alejarse de la familia?
Vivir en un entorno o en una familia tóxica tiene consecuencias en la edad adulta. Por ello, el foco debería estar siempre en los niños y niñas y en las consecuencias que sufren por algo que es completamente ajeno a ellos. Sin embargo, y a pesar de que la recomendación de nuestra experta sea sanar esas heridas antes de tener hijos y luego enfrentar la maternidad “con las heridas más limpias posibles”, la mayoría de las veces no ocurre así.
Y, aunque hay personas que son conscientes de haber crecido en un entorno de estas características, otros llegan a normalizarla. En cualquier caso, la clave siempre es pedir ayuda profesional. En la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos/as que pueden ayudarte, entre los que se encuentran la psicóloga Mamen Bueno.
Entre las principales consecuencias de crecer en una familia tóxica se encuentra la baja autoestima, alto nivel de autoexigencia, mala elección de pareja, problemas de gestión emocional, ansiedad, depresión o trastornos de conducta alimentaria.
Por ello, lo fundamental, es tomar conciencia de la situación, así como velar siempre por la salud mental y la estabilidad. Romper con todo lo que nos hace sentir mal. En ocasiones, podemos establecer cambios con nuestra familia y, sobre todo, límites, para reconducir la situación. Sin embargo, cuando es imposible hacerlo y acaba afectando a nuestra vida y a nuestra salud, la única solución es alejarnos.
Pero, ¿cómo podemos alejarnos de la familia tóxica? Si se trata de un familiar lejano, es relativamente sencillo ya que, lo más probable, es que apenas tengamos contacto con esa persona más allá de las celebraciones familiares. Sin embargo, el problema se acentúa cuando es alguien cercano como el padre, la madre o algún hermano o hermana. A lo que suma la contradicción de encontrarse bien porque has conseguido alejarte, pero también de culpabilidad porque, al fin y al cabo, es tu familia.
Por ello, es importante darnos prioridad y entender que buscamos nuestra propia estabilidad y bienestar emocional. Por ejemplo, decirle a nuestra madre que nos está haciendo daño y que sentimos que no nos quiere, puede dejar una herida profunda que, en realidad, es necesaria. Porque nos ayuda a reconocer que no tenemos el progenitor que nos merecemos o que nos gustaría, lo que es un primer paso para realizar el duelo.
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