Altas Capacidades e Hipersensibilidad: ¿Cómo procesan los peques con AACC la información sensorial?

La hipersensibilidad no es solamente emocional, también implica en muchas ocaciones una hiperreactividad sensorial

Es frecuente que, si observamos en el desarrollo de nuestro peque ciertas habilidades o intereses, como un lenguaje muy temprano o elaborado, intereses poco usuales y que no esperaríamos para su edad, o la presencia de algunos talentos muy destacables, pensemos que se trata de altas capacidades. Pero a menudo pasamos por alto la asociación existente entre altas capacidades y gran sensibilidad.

Habitualmente, salvo que estas características sean muy notables y nuestro peque empiece a mostrar dificultades en el cole, en su comportamiento o malestar emocional, no suele empezarse un proceso diagnóstico hasta alrededor de los 6 años de edad, momento en el que se considera que algunas de las funciones y capacidades cognitivas superiores están algo más maduras y las demandas escolares y sociales cambian.

Nunca se puede generalizar porque, aunque compartan diagnóstico de altas capacidades, cada peque es único, y sus características de desarrollo también lo son. Además, estas están muy influenciadas por el entorno en el que crezcan y por cómo les acompañemos en casa, en el cole y en los espacios donde se desenvuelvan.

No obstante, es muy frecuente que nuestro peque o nuestra peque con altas capacidades muestre unas características emocionales y conductuales algo diferentes a los peques de su edad, y podamos verles como niños y niñas difíciles, intensos, desafiantes en ocasiones, muy movidos, con explosiones emocionales o rabietas en otras.

 

Altas Capacidades y gran sensibilidad

 

Y esto pasa porque son curiosos, preguntan TODO, cuestionan límites y normas, y tienen un sentido muy desarrollado de lo que es justo y cuando esto se transgrede. Pueden ser más intolerantes a la frustración que otros peques de su edad, y quizá su autoestima no sea la mejor en muchas ocasiones, porque pueden observarse diferentes que sus iguales.

Altas capacidades y gran sensibilidad

En torno a la alta capacidad y su diagnóstico sigue habiendo muchos mitos e ideas preconcebidas, y sigue estando infradiagnosticada, especialmente en niñas, como suele ocurrir en otro tipo de condiciones.

Pensamos que todas las familias quieren tener un hijo o una hija con “altas capacidades” y que en cuanto observan algún comportamiento algo precoz ya hablan de este diagnóstico. También solemos asumir que como el peque con alta capacidad es muy inteligente, no hay que hacer nada especial, porque encontrará las estrategias para apañarse bien en su día a día. Tenemos la imagen del niño o niña con alta capacidad sacando muy buenas notas y sin dar ningún problema ni en casa ni en el cole. Y podríamos seguir sumando…

Pero lo cierto es que esto no siempre es así y que, igual que ocurre en otro tipo de condiciones, nuestro peque o nuestra peque con altas capacidades puede ser algo complicado de acompañar. Más allá de algunas características propias del diagnóstico o condición, como esa curiosidad sin límites e interés por temas transcendentales, que no corresponden a su edad, y que les hacen preguntar hasta el infinito e inquietarse por temas como la enfermedad o la muerte a edades muy tempranas; más allá de ese desafío a los límites que pueden no considerar justos; o de su gestión de la frustración entre otras cosas, algo que suelen referir algunas familias que tienen hijos e hijas con altas capacidades, es una marcada hipersensibilidad o hiper-respuesta a diferentes estímulos sensoriales, que afecta mucho a la participación en tareas cotidianas, como la alimentación, el vestido, o el aseo personal.

 

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Sin entrar en conceptualizaciones teóricas ni en etiquetas concretas que pueden generar confusión o discrepancias, vamos a hablar de qué comportamientos, relacionados con esta hipersensibilidad, podemos observar en el día a día de nuestros pequeños, y ofreceremos alguna pincelada para poder echarles una mano.

Cuando hablamos de hipersensibilidad o hiperreactividad sensorial nos referimos a una respuesta exagerada ante un estímulo sensorial (auditivo, táctil, visual…) que para la mayoría de nosotros no es relevante. El sonido del ventilador, una conversación de fondo mientras estás leyendo, la música un poco alta… para mucha gente no interfiere en lo que está haciendo, y puede seguir leyendo sin perder el hilo, puede mantener una conversación o, simplemente, mantenerse tranquila.

En cambio, para un peque o una persona con hipersensibilidad, en este caso auditiva, puede resultar tan perturbador que le distraiga, le altere hasta el punto de tener una rabieta o tenga que salir de la habitación directamente, para poder encontrar algo de calma. Es como si ese estímulo sensorial lo recibiera con mayor intensidad que el resto, amplificado, de manera que la respuesta que se espera que de en cada situación estará desajustada. Y esto puede ocurrir a nivel auditivo, táctil, olfativo, gustativo, visual o incluso en relación a estímulos de movimiento.

Podemos ver peques que rechazan comer una gran variedad de alimentos por su aspecto, olor, temperatura, sabor… rechazando probar nada nuevo, porque vete tu a saber lo siento si me lo pongo.

 

Neofobia alimentaria y altas capacidades

 

A otros les molesta en extremos estar manchados o tocar cosas que puedan pegárseles a las manos o ensuciarles, otros tienen miedo de usar los columpios del parque o una bici; tolerar determinadas prendas de vestir como aquellas que les aprietan, pican, rozan puede ser un auténtico problema.

A veces, cortarse las uñas, desenredarse el pelo o que el agua de la ducha caiga por la cabeza y cara significa angustia y rabieta, por lo que las familias optan incluso por cortar las uñas mientras el peque duerme y espaciar los lavados de cabello lo máximo posible. No poder ir a una fiesta escolar o a los columpios de una feria porque el ruido ambiente es imposible de tolerar por nuestro peque.

Y así podríamos seguir y seguir, contemplando un abanico de respuestas, quizá no tan extremas, pero que generan igualmente malestar en el niño o niña que las sufre. Y no es capricho. No. Hablamos de un malestar real, que genera estrés y angustia. Y que es necesario reconocer y saber acompañar. 

Y este malestar, aunque tiene una base en cuanto a percepción sensorial, tiene un correlato emocional y conductual, porque si nuestro peque es muy sensible, y todo el día está rodeado de actividades y estímulos que le generan malestar, ¿crees que puede sentirse bien?

No, lo habitual es que observemos comportamientos de rigidez (cuanto más controle yo el entorno, cuando más ordenado tenga mi espacio, mi día, lo que voy a hacer, más tranquilo podré estar porque se a lo que atenerme); podemos observar ansiedad o nerviosismo, y que nuestro peque no pare quieto ni un minuto; podemos observarle triste o enfadado; y presenciaremos rabietas explosivas que muchas veces, sobre todo cuando es más peque, no sabemos qué las ha motivado, y que suelen aparecer por sobrecarga (va aguantando y aguantando, hasta que ya no puede más, y explota porque tiene que descargar de alguna manera).

 

Altas Capacidades y gran sensibilidad

 

En ocasiones, nuestro hijo o hija con altas capacidades y estas características de procesamiento de la información sensorial, ha sido un bebé irritable y altamente demandante.

¿Cómo podemos acompañarle?

Lo primero es entender cómo es, por qué le pasa todo esto, y que realmente no es un capricho el no querer ponerse tal prenda de vestir o comer determinado alimento, como comentábamos antes.

Una vez tengamos esto claro, podemos acompañarle llegando a acuerdos, anticipando y graduando la intensidad de esa actividad con una fuerte carga sensorial, o adaptándola. En ningún caso forzarle a hacer será la respuesta.

Por ejemplo, podemos buscar tapones o cascos para los oídos si vamos a ir a un sitio muy ruidoso, podemos buscar una lima eléctrica para arreglar las uñas, que en cuanto pueda, él utilizará solito, en vez de utilizar unas tijeras; presentaremos los “alimentos problema” de manera muy gradual e introduciéndolos de uno en uno, para ir ampliando su dieta en caso de que esta sea muy restringida; podemos buscar prendas de vestir una talla más grande o zapatos más flexibles, etc.

 

A mi peque le molestan las etiquetas de la ropa

 

Y si el día a día realmente es muy complicado, siempre podemos consultar con un especialista en la materia, que en este caso sería un/a terapeuta ocupacional formado en Integración Sensorial. El o ella podrá elaborar, con nuestra ayuda, un perfil sensorial del peque, orientarnos sobre cómo hacer en casa y trabajar en consulta aspectos más concretos que pueden ser de mucha ayuda para que nuestro hijo o hija pueda mejorar su participación en su día a día y, en definitiva, estar más tranquilo y feliz.

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar a nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa.

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31 julio, 2024

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