Este post se publicó originalmente el 25/04/2022 y ha sido actualizado en fecha 25/10/2024
Ya hemos hablado en otras ocasiones de la teoría del apego de J. Bowlby, psicoanalista inglés. Según esta teoría, la forma en la que se relacionan los cuidadores principales con los niños sienta las bases para su desarrollo posterior. Se establecerían así dos tipos de apego: seguro e inseguro. Hoy vamos a hablar de un tipo de apego insano o inseguro y veremos qué consecuencias tiene el apego evitativo en los niños.
¿Qué es el apego evitativo en niños?
El apego seguro es aquel que los niños desarrollan cuando perciben que sus cuidadores están disponibles, responden a sus necesidades y generan en ellos un vínculo de seguridad y confianza. Los niños con este estilo de apego se muestran más seguros y empáticos y regulan sus emociones de forma más eficaz.
Por el contrario, cuando los niños no perciben la disponibilidad de sus padres, desarrollan un apego inseguro en el que la angustia, el estrés o el miedo al abandono toman el control.
Basándose en esta teoría, la psicoanalista estadounidense Mary Ainsworth realizó el experimento de “situación extraña” en el que se observaban las diferentes reacciones de los bebés dependiendo del tipo de apego y se establecían tres estilos:
- Seguro.
- Inseguro evitativo.
- Inseguro ambivalente.
Posteriormente, se añadiría el apego desorganizado.
En el experimento original participaban la madre, un extraño y el bebé (entre 12 y 18 meses). De forma muy resumida, en una primera parte, la madre y el bebé entraban en una sala con juguetes. El bebé exploraba sin la participación de la madre. Posteriormente, entraba el extraño e interactuaba con la madre y finalmente se acercaba al bebé. La madre abandonaba la sala y el extraño se iba.
Es entonces cuando se producía el primer reencuentro de la madre con el bebé, que, tras interactuar con él, volvía a salir de la sala. Entraba de nuevo el extraño e interactuaba con el niño. Finalmente, la madre volvía a entrar para coger en brazos al bebé y el extraño abandonaba la sala.
En el experimento, los niños con apego seguro mostraban angustia cuando se marchaba la madre y reaccionaban con alegría a su vuelta. Por su parte, los niños con apego evitativo apenas mostraban angustia al marchar la madre y, a su vuelta, la evitaban. Mientras que los niños con apego ambivalente mostraban angustia durante todo el proceso.
En este post nos vamos a ocupar más detenidamente del apego evitativo, no sin antes recordar que, aunque, efectivamente las relaciones que establecemos en los primeros años de vida son muy importantes y repercuten en la vida adulta, no lo son todo. Otros factores como el temperamento o el entorno sociocultural en el que se cría un niño también influyen en lo que somos al llegar a la edad adulta.
¿Qué provoca el apego evitativo?
Al tratarse de una relación bidireccional, vamos a analizar las características del apego evitativo tanto en los padres (o cuidadores principales) como en los niños.
En este estilo de apego, los progenitores no se muestran disponibles y no responden a las necesidades y demandas de sus hijos. Así, por ejemplo, rechazan el llanto del bebé o cualquier otra muestra de angustia o miedo. Cuando el niño expresa este tipo de emociones, los progenitores tienden a alejarse o enfadarse.
En muchos casos, esto viene derivado de no saber cómo ayudar al niño. Esto no quiere decir que desatiendan las necesidades básicas de los niños sino que se muestran distantes. Es decir, se asustan de las emociones de los niños y, al no saber cómo calmarlas, se apartan.
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