Cuando un objeto que está en la boca se va a la vía respiratoria puede producirse la obstrucción de dicha vía y la asfixia. El objeto impide la entrada de aire a los pulmones y…
Este post se publicó originalmente el 26/12/2020 y ha sido actualizado en fecha 03/12/2024
Durante las fiestas navideñas, múltiples factores contribuyen al aumento del riesgo de atragantamiento en niños. Frutos secos, turrones, las uvas de Año Nuevo… Todo ello, en un ambiente festivo de juegos y risas que hace que el riesgo de asfixia por aspiración se multiplique. Así que debemos tener especial cuidado con los más peques para evitar un atragantamiento en navidades.
Mayor riesgo de atragantamiento en Navidades: frutos secos y uvas
Cuando hay bebés en casa, sobre todo si han hecho Baby Led Weaning para empezar con la alimentación complementaria, todos los que participan en las comidas del bebé saben lo que es el temor a los atragantamientos. Sobre todo durante las primeras etapas, cuando el bebé empieza a llevarse los alimentos a la boca e intenta tragar trozos quizás demasiado grandes aún, sin llegar a deshacerlos lo suficiente como para que se puedan comer sin problemas.
Afortunadamente, a medida que vamos viendo cómo son capaces de comer solos sin atragantarse, el miedo va disminuyendo poco a poco hasta transformarse en una sana prudencia. Ver cómo van superando las primeras arcadas que aparecen cuando intentan comerse trozos grandes de comida nos hace ir confiando día a día en sus crecientes competencias.
Pero cuando llegan las fiestas navideñas, muchos factores se ponen de acuerdo para aumentar el riesgo de atragantamientos entre los más pequeños, incluso cuando ya comen solos sin problemas aparentes. La propia naturaleza de los alimentos y la situación de fiesta y relajación en torno a la comida puede hacer que nos encontremos con un episodio desagradable de auténtico peligro.
Las comidas propias de estas fiestas pueden resultar en sí mismas un riesgo. Sobre todo por la profusión de frutos secos en todos los platos del menú. Solos, caramelizados, en turrones y en trozos grandes incluidos en postres o salsas representan el mayor riesgo de atragantamiento en niños pequeños, sobre todo para los menores de tres o cuatro años.
También las uvas de Año Nuevo son otro alimento con alto riesgo de atragantamiento. Comerse una uva detrás de otra para seguir el ritmo de las campanadas sin tiempo a masticarlas bien, en un ambiente de prisas, nervios y risas, no es buena idea. Porque además las uvas, por su forma redondeada y lisa, en caso de pasar a la vía respiratoria producirían la obstrucción total con alto riesgo de asfixia, pero ¿hasta cuándo debemos esperar?
¿Cuándo pueden los niños empezar a tomarse las uvas de Año Nuevo?
Los expertos en el tema recomiendan esperar al menos hasta los cinco años. Con cuatro o cinco años pueden estar preparados, pero conviene tener en cuenta algunas precauciones antes de intentarlo. Es importante practicar antes.
Unos días antes del evento podemos probar a tomar las uvas simulando la ocasión de las campanadas para ver cómo lo hacen y si se produce algún episodio de riesgo. Si decidimos que no lo hace muy mal y que podemos dejar que participen en la cuenta atrás de bienvenida al nuevo año, procuraremos ofrecer las uvas peladas, sin pepitas y cortadas en cuartos, como las preparamos para el Baby Led Weaning.
Aún así es importante (quizás lo más importante) no perder de vista a los niños y niñas mientras se toman las uvas. Cuando se atragantan, si la obstrucción de la vía respiratoria es completa, no pueden producir ningún sonido, así que mejor estar muy pendientes para poder actuar inmediatamente en caso de ser necesario.
Jugar, correr, reír o gritar mientras se comen las uvas puede aumentar mucho el riesgo de atragantamiento, así que hay que procurar que estén tranquilos, quietos, sin reírse ni gritar. Si a pesar de todas las precauciones alguien se atraganta, tenga la edad que tenga, lo primero es animar a toser. La tos es el mecanismo más efectivo para favorecer la desobstrucción de la vía aérea.
Dar palmaditas en la espalda a alguien que está tosiendo no solo no ayuda, sino que puede favorecer que el cuerpo extraño, en este caso la uva, se encaje más aún y empeore la situación. Si la persona sigue tosiendo no hay que hacer nada. Si la tos se vuelve ineficaz y ya no es efectiva, ahora sí debemos actuar.
Sabremos que la tos no es efectiva cuando sea una tos débil o se detenga por completo, cuando no pueda respirar para toser, no pueda hablar o llorar, los labios se pongan morados o empiece a perder la consciencia. En ese caso daremos cinco golpes en la espalda entre las escápulas seguidos de cinco compresiones abdominales conocidas como maniobra de Heimlich.
Comprobaremos si ha expulsado el cuerpo extraño y, de no haberlo hecho, volveremos a empezar. Si el niño pierde la consciencia habrá que avisar al servicio de emergencias 112 y comenzar las maniobras de reanimación cardiopulmonar, para las que todo el mundo debería estar entrenado.
Mejor prevenir que lamentar
Para evitar estos sustos debemos recordar que los niños pequeños no deberían tomar frutos secos enteros o en trozos grandes hasta al menos los cuatro o cinco años. Las uvas se pueden ofrecer a partir de esta edad pero mejor peladas, sin pepitas y cortadas en cuartos. Mantener a los niños siempre vigilados y evitar que corran o jueguen mientras comen porque si están riendo o gritando aumenta mucho el riesgo de atragantamiento.
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