Cerremos los ojos por un instante e intentemos proyectar una imagen mental de cómo nos gustaría que fuesen nuestros hijos e hijas el día de mañana. Seguramente la mayoría de nosotros nos los imaginamos felices,…
¿Cómo se desarrolla la autonomía en los niños? En torno a los dos años, escuchar este “yo solo” de nuestro bebé suele ser algo recurrente.
Importancia de la autonomía en los niños
“Yo solo” dice tu bebé, y quiere comer usando los cubiertos, tirando más comida fuera de la que entra en la boca; “yo solo”, cuando quiere vestirse, y aún no tiene habilidad suficiente como para poder hacerlo…
Y quiere hacer taaaantas cosas para las que aún no está realmente preparado que ensucia, desordena, va muy lento y sí, también se frustra y llora. En cambio, nosotros querríamos que recogiera sus juguetes después de utilizarlos o que dejara el pañal.
Y nosotros respondemos, o bien, no dejándole hacer porque vamos siempre con prisas y no tenemos tiempo para esperar o limpiar y ordenar después, o ayudándole mucho más de lo que necesita.
¿Qué es autonomía?
Quizá esto responda a la forma que tenemos de entender qué es la autonomía, y cómo podemos acompañar este proceso en nuestros bebés.
Autonomía no solo implica ser capaz de hacer las cosas por uno mismo, para lo que hay que contar con las habilidades necesarias para ello. Ser autónomo tiene que ver con la voluntad, con querer hacer.
Por más que un peque tenga 3 años, tenga conciencia de cuando está mojado o se ha hecho caca, sepa que el pipí y la caca se hacen en el wáter y pueda subir y bajarse la ropa solo, si no quiere dejar el pañal, lo más probable es que el proceso sea largo y complicado.
En cambio, es muy fácil que otro peque que quiere dejarlo, lo haga con éxito y mucho más rápido, aunque tenga sólo dos años y casi no pueda subirse solo a la taza. Y esto podemos extenderlo a dejar el chupete, recoger los juguetes, vestirse o comer solo… La diferencia está en la motivación.
¿Cómo ayudo a mi bebé a ser autónomo?
¿Qué habilidades permiten desarrollar la autonomía? Que nuestro peque quiera participar en estas actividades no depende solo de que le animemos a ello o le dejemos hacer cuando lo pida. Implica mucho más que vamos ir viendo a lo largo del post.
Cómo se desarrolla la autonomía en los niños: Los cuidados
En el desarrollo de la autonomía en los niños de 0 a 3 años, la base del desarrollo físico, emocional y cognitivo de nuestro bebé es el vínculo, la confianza, que pueda sentirse lo suficientemente seguro como para querer hacer y explorar, y eso pasa por unos cuidados de calidad.
Ser capaz de responder adecuadamente a las demandas del bebé, observarle y entender cuando llora o nos reclama por qué lo hace y poder ayudarle a calmarse, a regularse, es la base sobre la que se va a ir cimentando todo lo demás.
Poner el foco en actividades diarias como la alimentación, el cambio de pañal, el baño, etc. para establecer esa primera comunicación con nuestro peque en lugar de centrarnos en estimularle mediante el apoyo a su desarrollo motor o el juego es algo básico que solemos pasar por alto.
Si somos capaces de acompañar a nuestro bebé en estas actividades cotidianas, dedicándoles el tiempo que requieren, haciéndolas despacio, esperando a que él vaya marcando el ritmo, sin prisas por arreglarle para salir a hacer cualquier otra actividad que consideramos “estimulante” para él y que al final nos obliga a ir corriendo de un lado a otro, es muy posible que él y nosotros estemos, en general, más relajados y cómodos, preparados para explorar el espacio y los materiales a placer.
No adelantar hitos
Esto siempre suele ser un tema de debate con los que nos rodean si decidimos respetar los ritmos de nuestro bebé, esperando a que él solo pueda ir adquiriendo las diferentes habilidades motrices, no sentándole hasta que él lo haga, no colocándole de pie antes de que él pueda hacerlo, no ayudándole a andar…
Pero vamos a ir más allá. A la hora de jugar, ir enseñando a nuestro peque a hacer torres, ensartar los aros en el eje o enhebrar cuentas, antes de que él haya descubierto cómo hacer o tenga las habilidades suficientes para ello, no es lo más indicado.
Tanto en una situación como en la otra, estamos colocando al niño en una posición de dependencia nuestra, nos necesita para poder lograr sentarse solo, ponerse de pie o andar, necesita nuestra ayuda para poder apilar los cubos y formar así una torre o ensartar los aros en el eje. Esto hace que se frustre cuando no lo logra y nos reclame para que le ayudemos. Por esto, en parte, nuestro bebé no quiere jugar solo y protesta cuando nos alejamos.
No resolver todos sus problemas
Da igual de la índole que sean. Tenemos que confiar más en los peques, darles espacio y tiempo para que averigüen cómo moverse para poder voltear, o para poder encontrar el orden en que los cubiletes encajan unos en otros hasta lograr guardarlos todos.
Tenemos que permitir que prueben, que se equivoquen y rectifiquen. Y esto muchas veces les va a provocar frustración, pero es que aprender es frustrante muchas veces. Nuestro papel es estar ahí, cerquita, validando y acompañando estas emociones, mostrando cómo hacemos nosotros para solucionar un determinado problema, pero dando espacio para que el peque encuentre su propia respuesta.
Involucrar en las tareas del día a día
Porque son miembros de la familia, y como tal pueden acompañarnos al mercado, ayudar a cocinar, poner la mesa o limpiar los cristales. Pero también pueden participar en las conversaciones o en las elecciones del día a día que vayan surgiendo, siempre teniendo en cuenta la edad del peque.
Poner límites y guiarles
Tenerles en cuenta o respetar sus tiempos y decisiones, no implica que el peque haga todo lo que desee cuando le apetezca, porque si no estamos interviniendo o forzando. Esto no es así. Nuestro peque necesita saber qué es lo que se puede hacer y que no, qué es peligroso o qué es necesario, y nosotros somos los adultos responsables de mostrárselo.
Los límites son necesarios porque, además, cuando son coherentes y están bien aplicados, de manera consistente, aportan seguridad al bebé.
La autonomía se facilita y acompaña desde el inicio del desarrollo, y la confianza en nuestro peque y en sus capacidades está en la base de este proceso. Ojalá poder bajar las demandas cotidianas y el ritmo, ojalá poder transitar el día a día sin prisas, para poder cuidar y acompañar la infancia como se merece.
En general creo que se disfruta poco del tiempo de “ser bebés” de nuestras criaturas. Queremos que pronto empiecen a voltear, que se sienten, gateen o empiecen a andar solitos, y buscamos cómo estimularlos para que lo logren pronto. Queremos que coman solitos, que ayuden a vestirse, dejen el pañal y recojan sus cosas después de jugar. Pero, paradójicamente, no les dejamos tiempo y espacio para que practiquen y, en definitiva, consigan ser autónomos.
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