06:11 A.M. – 51 cm Despuntaba el alba cuando abandonaste mi cuerpo y creo que es la metáfora más acertada que pudiera existir: por su fuerza, majestuosidad y belleza. Porque, a pesar de ocurrir a…
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado un plan de natalidad cuya medida estrella es la entrega de una ayuda de 14.500 euros a mujeres embarazadas de menos de 30 años. Este «cheque-bebé», como se conoce habitualmente a este tipo de medidas económicas, se repartiría en 500 euros mensuales desde el quinto mes de embarazo hasta que el menor cumpla dos años.
Cualquier medida que busque fomentar la natalidad hay que aplaudirla. Significa que está en la agenda pública. Sin embargo, dar dinero directo a las familias no tiene un impacto directo en el aumento del nacimiento de niños (al menos hasta ahora). No es la primera vez que se anuncia algo así. Hay otras comunidades que tienen ayudas similares y la mayoría nos acordamos del cheque-bebé del Gobierno de Zapatero. Lo sorprendente para mí es que en ningún momento se planteen medidas que realmente faciliten tener hijos y criarlos.
Un plan de natalidad estrella en el discurso de investidura
Por ahora es un compromiso. La presidenta Isabel Díaz Ayuso explicó en qué consistía ese plan de natalidad durante el debate de investidura para su reelección como presidenta de Madrid. Se trata de una ayuda que se configura como un abono mensual de 500 euros que se recibirá desde el quinto mes de embarazo y hasta que el hijo cumpla dos años. Pero tiene una serie de requisitos:
- La mujer debe tener menos de 30 años.
- Llevar al menos 10 años empadronada en Madrid.
- Además, sus ingresos no deben superar los 30.000 euros.
La propia comunidad apunta a que cada año podrán beneficiarse entre 12.000 y 14.000 mujeres y que invertirá 250 millones de euros anualmente. Este plan de natalidad es una medida muy llamativa y que se llevó los principales titulares de los medios de comunicación de aquel día.
Pero poco más se ha dicho de cómo se articulará esa ayuda ni de cuándo se hará. Tampoco de dónde saldrán los fondos para pagar ese dinero. La edad media de las mujeres que tienen su primer hijo, por cierto, es de 32,8 años en Madrid (32,3 en España, año 2020), por lo que la medida dejaría fuera a la mayoría de las madres.
La primera reflexión es que el impacto va a ser mínimo. Según los datos del padrón de Madrid, en 2020 la comunidad contaba con 372.922 mujeres de entre 20 y 30 años. En 2019, se produjeron 12.100 nacimientos, pero de ahí habría que restar los de madres que no llevaban 10 años empadronadas en la comunidad y que tuvieran ingresos por encima de los 30.000 euros.
¿Funcionan los cheques bebés para fomentar la natalidad?
Según el informe Cómo mejorar la natalidad en España, realizado por las investigadoras del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Teresa Castro–Martín y Teresa Martín–García(CSIC), junto a Julia Cordero de la Universidad Complutense de Madrid y Marta Seiz de la UNED:
«Los incentivos económicos que han implantado algunos países no han tenido el efecto esperado. Numerosos estudios coinciden en que las ayudas económicas directas pueden influir en el calendario de nacimientos, pero no tienen un impacto visible en el número final de hijos. Por ejemplo, la prestación monetaria de 2.500€ por nacimiento, conocida popularmente como ‘cheque bebé’, que estuvo vigente en España de 2007 a 2010, no tuvo un impacto significativo en la tasa de fecundidad, aunque sí tuvo un efecto positivo en la participación femenina en el mercado de trabajo (Hernández Alemán et al., 2017)».
Lo que sí consiguió el «cheque-bebé» de Zapatero fue influir en la fecha de los nacimientos porque algunas mujeres adelantaron el deseo de tener hijos para conseguir la ayuda. Pero, si no aumentaron las tasas de natalidad, significa que esas mujeres ya tenían previsto tener hijos y que las que no querían o podían no lo hicieron pese a los 2.500 euros. Es más, lo que sí hubo fue un adelanto de partos en el año acabó la ayuda.
Así que realmente la cuestión económica no es la clave para tener o no un hijo (aunque influya, evidentemente). Son otras cuestiones más a largo plazo, las que hacen que una mujer y su pareja, o ella sola, decidan tener hijos.
¿Por qué se retrasa la concepción de un hijo o se decide no tenerlo?
Cada persona tiene sus razones para tener o no tener un hijo y para decidir cuándo tenerlo y en qué circunstancias. La estadística, sin embargo, sirve para analizar tendencias. La Encuesta de Fecundidad de 2018 también elaborada por el INE recoge como la mayoría de las encuestadas con hijos reconocían que los habían tenido más tarde de lo que quisieron. Concretamente, el 42% de las mujeres entre 18 y 55 años. Ese retraso de media fue de 5,2 años.
El porcentaje es del 51,7% entre las mujeres de 40 a 44 años y del 46,9% en el caso de las mujeres de 35 a 39 años. Yo fui madre por primera vez con 33 años. Y hoy en día reconozco que hubiera tenido a mis hijas antes, al menos la primera. ¿Qué ocurre? Pues que la década de los 20 a los 30 años para mí fue la de expansión profesional y personal. Mi único objetivo era tener un buen trabajo, estabilidad, un sitio donde vivir y viajar, salir y entrar sin demasiadas responsabilidades. Esas son mis razones. Cada mujer tiene las suyas y todas son respetables.
Curiosamente, en esa misma encuesta se recogen las razones por las que las encuestadas retrasaron la decisión de tener hijos. Estas fueron principalmente laborales, de conciliación profesional y familiar, y económicas. También hay otras causas como no sentirse preparadas para ello o no tener pareja estable.
Más que un plan de natalidad se necesita medidas sociales a largo plazo
Insisto en que cualquier medida que fomente la natalidad se debe acoger con los brazos abiertos y más en un país como España en el que la población sigue envejeciendo y el ritmo de nacimientos cayendo. No es algo coyuntural. Viene ocurriendo de los ochenta pero habrá que ver el impacto de la pandemia de la Covid-19. Según el INE, en 2020 el número de nacimientos disminuyó un 5,9%. En 2021 la caída de la tasa de natalidad fue del 23%.
Sin embargo, tratar de seducir a las mujeres con 14.500 euros no me parece la mejor forma, sobre todo porque el coste medio de gastos del primer año del bebé es de 7.706 euros, según la organización de consumidores OCU. Y, sobre todo, porque en esta vida hay más cosas que el dinero. Y tener un bebé por una ayuda económica me parece la peor de las ideas.
El Gobierno central puso en marcha el Plan Corresponsables, que también se queda corto, pero al menos trae consigo otras medidas como las bolsas de cuidados para que los padres tengan a su disposición profesionales para el cuidado de los hijos si lo precisan, aunque lo realmente deseable por el bienestar de los menores, es criarse en el seno de su familia, no con desconocidos.
Desde mi punto de vista, no es dinero lo que se necesita para tener un hijo (o no es lo único que se necesita). Un empleo estable y con un sueldo digno (el paro juvenil en España supera el 50%); planes que impidan la discriminación de las mujeres, el reconocimiento del valor de los cuidados, así como su impacto social a nivel de productividad; que tener un hijo no se convierta en un obstáculo para nosotras; y el reparto de las tareas de cuidados real para que no todo el peso caiga en una parte.
Y, por supuesto, permiso de maternidad más amplio (mínimo un año); reducciones de jornada retribuidas y flexibilidad horaria; excedencias o permisos retribuidos; acceso gratuito a redes de cuidados para los más peques (ya sean escuelas infantiles, madres de día, etc); ayudas específicas a familias monoparentales…
Es decir, medidas que no llenarán tantos titulares pero que sí tendrían un impacto en la vida de las mujeres para que tener un hijo solo dependa del deseo de ser madre.
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