La llegada de un bebé a la familia es siempre motivo de alegría para todos los que nos rodean. Y comienzan las visitas, los regalos, las llamadas... Queremos conocer al nuevo miembro, adivinar parecidos y…
Este post se publicó originalmente el 26/05/2022 y ha sido actualizado en fecha 12/10/2024
Cuando tienes un bebé o incluso antes de tenerlo, es posible que recibas mensajes poco respetuosos del tipo “no lo cojas tanto que se acostumbra”. Pero quizá te hayas informado y estés decidida a tener en brazos a tu bebé el tiempo que necesite, a portearlo y a escuchar sus necesidades. Pero, ¿qué ocurre cuando un bebé no quiere brazos?
A mi bebé no le gusta estar en brazos, ¿qué hago?
Uno de los sentidos más desarrollados cuando nacemos es el tacto. Esto hace que se convierta en una de las vías de comunicación a la hora de establecer el vínculo con el bebé.
Sabemos que los abrazos cubren una parte de nuestras necesidades afectivas y nos proporcionan seguridad y protección, disminuyen el estrés y hacen que segreguemos oxitocina (hormona relacionada con el placer) y liberemos dopamina y serotonina (hormonas relacionadas con el buen humor). Es lógico pensar que tener al bebé en brazos tenga los mismos efectos. Por eso, la mayoría de los bebés se calman cuando se les coge en brazos.
Sin embargo, a menudo obviamos una cuestión imprescindible: los abrazos producen estos efectos beneficiosos siempre y cuando el que lo recibe lo quiera. Pueden no gustarte los abrazos o solo gustarte cuando te los da una persona en concreto o solo apetecerte en algunas ocasiones. Y no pasa nada. Pues a algunos bebés, les pasa lo mismo.
Pero como lo habitual es que a los bebés les guste estar en brazos, te produce desconcierto si tu bebé muestra señales de que no le gusta que le cojan en brazos (se pone tenso, llora, se revuelve). ¿Qué es lo que está ocurriendo?
¿Por qué mi bebé no quiere que le coja en brazos?
Lo primero que debemos hacer es descartar que le ocurra algo como tener hambre, el pañal sucio o que le duela algo o tenga fiebre. Una vez que hemos descartado esto, vamos a pensar en las posibles causas.
Si hace mucho calor o va muy abrigado, puede que le resulte incómodo estar pegado a otra fuente de calor como es tu propio cuerpo. Si es así, quizá con quitar algo de ropa se pueda solucionar el problema. También puede ocurrir que le guste tener espacio para moverse.
Si el bebé ha comenzado a girar la cabeza hacia los estímulos visuales y sonoros, es posible que prefiera estar en la cuna o en una mantita en el suelo observando todo aquello que le rodea. Y, si ha comenzado a gatear o incluso esté dando los primeros pasos, puede que le parezca más interesante explorar aquí y allá.
Sin embargo, si a tu bebé parece no gustarle estar en brazos, te preocupa que no establezca un vínculo seguro.
¿Qué podemos hacer en estos casos?
Lo primero va a ser revisar cómo le cogemos en brazos. Es importante que observemos nuestra forma de hacer. Quizá le cojamos demasiado deprisa o bruscamente o no hayamos encontrado el equilibrio entre sostener con firmeza pero suavemente y por miedo a que se caiga le apretamos demasiado. Puede también que la postura no le resulte cómoda o que nos estemos excediendo en pasarle de brazos a brazos porque toda la familia quiere tenerlo un rato.
Una vez que hemos corregido estos pequeños detalles puede que a nuestro peque siga sin gustarle estar en brazos. En ese caso, seguiremos observando. ¿No le gusta en ninguna ocasión? Puede que sí haya momentos en los que nuestro bebé esté calmado y encantado en nuestros brazos. Si es así, observa en qué momentos ocurre (mientras come o después de comer, cuando tiene sueño, etc.) y aprovecha esos ratitos.
Si no es así, buscaremos otras formas de establecer el vínculo. ¿Cómo? Utilizando otros canales de entrada. Si el bebé está tranquilo en su mantita, puedes sentarte o tumbarte a su lado, cogerle la mano, acariciarle la cara. Así, podrás cubrir esa necesidad de afecto sin estresarle.
Otra de las formas más eficaces para vincularse con un bebé es hablándole. A veces nos olvidamos de hablar a nuestros bebés porque ellos no hablan, pero sabemos que esos primeros contactos comunicativos favorecen el posterior desarrollo del lenguaje.
Utiliza un tono agradable, volumen bajo y modula tu voz para que tu bebé localice la fuente del sonido y te mire. El contacto visual es igual de importante que el contacto físico.
Seguramente ya estés pensando que cantar también es una buena opción. Por supuesto. La música forma parte de nuestra esencia como seres humanos. No en vano, en todas las culturas del mundo las madres cantan nanas a sus hijos. En este punto es importante recordar que nuestros/as hijos/as no necesitan que tengamos grandes voces o que afinemos a la perfección. Nuestros bebés solo necesitan que mamá o papá les canten. Nada más.
Así que, si tu bebé no es muy aficionado a estar en brazos, no te preocupes. Solo busca otras formas de comunicarte con él. Jugar frente a frente, mirándoos a la cara, acariciarle mientras está en la cuna, cogerle de la mano cuando llora, decirle cuánto le quieres, contarle un cuento o cantar una nana a la hora de dormir son maneras estupendas de crear un vínculo seguro con ellos sin necesidad de estar en brazos.
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