Es posible que si tienes un bebé menor de 6 meses hayas oído últimamente las palabras Baby-led Weaning o lo que viene siendo su pseudónimo, las siglas BLW. Aunque suena a marca de coche no…
Tu bebé ya debería estar comiendo pero sigue con lactancia materna exclusiva porque no hay forma de que admita otros alimentos. Lo has probado todo: triturados, trozos enteros… Nada, no hay manera. Te preocupa su salud y te preguntas: ¿Qué pasa si mi bebé no quiere comer y solo quiere pecho?
Lo que dicen las recomendaciones oficiales
La OMS, UNICEF, la AEP y el resto de organismos que velan por la salud de los bebés llevan años insistiendo en que la recomendación oficial es que los bebés sean amamantados con leche materna de manera exclusiva los primeros 6 meses, y a partir de ese momento empiecen a comer otras cosas, pero que la leche materna siga siendo el alimento principal hasta los 12 meses.
A partir del año, la lactancia pasa a ser «un alimento» más dentro de una dieta diversificada y sigue siendo recomendable hasta al menos los 2 años, momento a partir del cual la lactancia materna puede continuar hasta que la madre y el bebé lo consideren, teniendo la lactancia prolongada muchos beneficios para la salud de los peques.
Esto quiere decir que entre los 6 y los 12 meses la dieta lógica y habitual de un bebé es la que se basa en leche a demanda del bebé, complementando su dieta con alimentos saludables y variados que se le van ofreciendo poco a poco para que conozca las texturas, colores, sabores, olores, y los vaya comiendo cada vez en mayor cantidad, sin forzar ni prohibir, sino respetando las sensaciones del bebé de hambre y saciedad.
Por eso se llama alimentación «complementaria»
La alimentación complementaria se inicia alrededor de los 6 meses de vida, cuando el bebé ya está preparado para ingerir otros alimentos. Como su propio nombre indica, al principio es un complemento del que es el alimento más importante para el bebé: la leche materna (o fórmula en su defecto). Es decir, a partir de los 6 meses, el bebé empieza a comer otros alimentos diferentes a la leche, con la intención de, poco a poco, ir diversificando su dieta, e ir asegurando el aporte de los nutrientes que la lactancia aporta en poca cantidad (aunque de manera muy biodisponible) y el bebé comienza a necesitar (sobre todo): hierro.
La leche materna tiene poco hierro, pero se absorbe muy bien, así que la cantidad que aporta es suficiente para los bebés de entre 6 y 12 meses, según sean las reservas de hierro de cada bebé. Es decir, hay bebés que pueden estar con lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y poco más, porque tienen poquitas reservas de hierro. En cambio, otros bebés podrían estar hasta los 10-12 meses sin perjuicio importante para su salud (aunque la recomendación es que a partir de los 6 meses todos los bebés empiecen a ingerir sólidos).
¿Cómo saber qué bebé tiene más o menos reservas de hierro?
Todo depende de varios factores:
- Las semanas de gestación con que nació el bebé (los bebés prematuros tienen más riesgo de padecer anemia).
- Del peso al nacer (bebés de bajo peso también tienen más riesgo de padecer anemia).
- Del tiempo que esté latiendo el cordón umbilical una vez nace el bebé (se recomienda que pasen al menos 2-3 minutos desde que el bebé nace hasta que se pinza el cordón, e incluso dejarlo hasta que deje de latir).
Esto nos puede dar pistas acerca de cuánto tiempo puede estar un bebé tomando leche materna de manera exclusiva sin riesgo de anemia, pero obviamente no es motivo para atrasar la alimentación complementaria. Simplemente es un dato que sirve para que, en caso de que al bebé le cueste comer, se pueda valorar hasta cuándo esperar para suplementar con hierro o hacer analítica.
Porque el riesgo de padecer anemia si el bebé se niega a comer, siempre está ahí. Y ¿cuáles son los síntomas de anemia en bebés? Pues falta de apetito, trastornos del sueño, debilidad, cansancio, problemas en el desarrollo (un bebé con anemia puede, por ejemplo, comenzar a caminar más tarde)… Todos estos problemas crean un círculo vicioso aún peor: la falta de apetito hace que el bebé coma menos de lo que necesita, y eso a su vez hace que tenga más anemia.
¿Qué pasa si mi bebé no quiere comer y solo quiere pecho?
Mientras que muchas parejas cuentan que sus hijos de 10 meses han aceptado muy bien la comida, y están comiendo muchos alimentos diferentes, varias veces al día, hay muchos bebés de 10 meses que casi no comen nada. No son pocas las familias que cuentan que, con suerte «algún día» consiguen que coma algo, de algún alimento concreto (un trocito de fruta, dos macarrones, algún garbancito…), y son bebés que a simple vista parecen sanos, felices y bien cuidados.
Es decir, no siempre un bebé de 10 meses que solo toma leche materna a demanda y algún alimento más, va a tener un estado de salud crítico. Pero también puede ser que aunque aparentemente esté bien, tarde poco en desarrollar anemia.
¿Cuándo preocuparse si tu bebé no quiere comer?
¿Qué hacer cuando el bebé solo quiere pecho? Destetar a un bebé que solo toma leche y no ingiere ningún otro tipo de nutriente está actualmente desaconsejado. La opción más recomendada es suplementar al bebé. Pero, como he dicho antes, depende. Depende de cuáles sean las reservas de hierro del bebé.
Esto queda un poco a criterio de cada pediatra, pero se suele recomendar que los bebés que van a llevar una dieta vegana o vegetariana reciban un suplemento de hierro desde los 6 meses de vida, y esto nos indica que sería el momento para complementar también a los bebés que apenas comen nada más que leche materna (porque estos también son, prácticamente, vegetarianos).
¿Qué debo hacer si mi hijo no quiere comer?
Así, si el bebé tiene riesgo de anemia (porque nació pequeño o prematuro y el cordón se cortó relativamente rápido), puede ser necesario suplementar con hierro desde los 6 meses, (tal y como recomienda el Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría), o no tardar mucho si en cosa de pocas semanas apenas come nada.
Si en cambio el bebé tiene poco riesgo, se puede esperar hasta los 8-9 meses, para dejarle margen a que conozca los alimentos y aprenda a comerlos. Si para entonces el bebé va comiendo algo, y cada vez más, puede no ser necesario hacer nada.
Por dar una referencia, digamos que las familias pueden estar tranquilas si su bebé se come un par de albondiguitas al día, media hamburguesa casera, medio filete de pollo, de pescado, un huevo… O, lo que es lo mismo, si llega a las cantidades que se indican en las guías de alimentación complementaria:
- 20-30 gramos de carne en un día.
- 30-40 gramos de pescado blanco o azul en un día (pero ojo, porque hay pescados azules de gran tamaño desaconsejados hasta los 10 años por su alto contenido en mercurio).
- Un huevo pequeño en un día.
Si el bebé llega a eso, si se come esa cantidad de carne o de pescado o el huevo pequeño, combinado con un poquito de otros alimentos como verduras, frutas, legumbres, pan… Entonces se considera que el aporte de hierro es correcto.
Si en cambio apenas come nada más que leche materna, o come otros nutrientes pero un día sí y cinco no, y da la sensación de que pasará tiempo hasta que la situación cambie, se puede suplementar con hierro para prevenir una anemia que más adelante podría dar problemas (porque cada vez será mayor si la situación no cambia). Y si se sospecha que esa anemia ya existe, el pediatra indicará hacer una analítica para tomar las acciones oportunas en base a los datos que arroje la prueba.
Resumiendo, debemos tener claras dos cosas: los bebés sí necesitan empezar a comer sólidos a los 6 meses para prevenir posibles carencias y déficits, pero tampoco tiene por qué pasar nada si en los primeros 2-3 meses apenas acepta más alimento que la teta y, de ser así, se puede actuar ofreciendo un suplemento de hierro hasta que el bebé empiece a comer más y mejor.
Si tienes dudas sobre cuál es vuestro caso, puedo asesorarte en la Tribu CSC, donde además puedes consultar online a nuestro equipo de expertas en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellas se encuentra la pediatra Gloria Colli, la asesora de lactancia materna Inma Mellado y la dietista-nutricionista Rebeca Pastor.
Este artículo ofrece una visión muy completa y esclarecedora sobre la alimentación complementaria y la importancia de la leche materna en los primeros meses de vida del bebé. Como madre, he pasado por la preocupación de si mi bebé estaba recibiendo los nutrientes adecuados o no. Es esencial entender que cada bebé tiene su propio ritmo, y la paciencia junto con la orientación profesional adecuada son clave para garantizar su bienestar nutricional. Aprecio especialmente la mención de que no se debe forzar, sino respetar las señales del bebé. Gracias por compartir esta valiosa información y brindar a las madres herramientas y recursos para enfrentar esta etapa de la crianza con confianza y conocimiento.