Es una de las preguntas más frecuentes: ¿hay que dar agua al bebé? Si es así, ¿cuánta le doy? Nos entra la duda y nos visualizamos ya recorriendo los estantes del supermercado analizando cuál es…
Una de las grandes preocupaciones de los padres surge cuando el bebé no quiere agua, algo que se acentúa especialmente con la llegada del calor y las altas temperaturas por el temor a que puedan deshidratarse. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Antes que nada, hay que valorar la edad del bebé. Hasta los seis meses, los bebés toman solo leche, ya sea materna o de fórmula. No necesitan agua ya que, de hecho, gran parte de la composición de la leche es agua, junto a otros muchos nutrientes. Así que si tu bebé tiene menos de seis meses, basta con que le ofrezcas con más frecuencia el pecho o la leche para paliar el efecto de las altas temperaturas y hacer frente a una posible deshidratación. ¿Y si el bebé es más mayor?
Mi bebé no quiere tomar agua, ¿qué puedo hacer?
En el momento que iniciamos la alimentación complementaria en torno a los seis meses, podemos empezar a ofrecer agua al bebé. Sin embargo, lo más probable es que la rechacen en un primer momento o tomen muy poca ya que la leche seguirá siendo la base de su alimentación hasta los 12 primeros meses. ¿Tenemos que preocuparnos por ello? Lo cierto es que tal y como explica la pediatra del equipo de Criar con Sentido Común, Gloria Colli:
«No hay que preocuparse. Si el bebé no quiere beber agua, no hay que hacer nada, porque los niños regulan la ingesta de líquidos a través de la sed. La sed no se puede evitar, cuando tienen sed, beben, y si tienen agua disponible no se van a deshidratar».
Así, un niño al que se le ofrece agua o leche con frecuencia y no tiene sed, no va a beber. En ello también influye la alimentación que le ofrezcamos al niño. Según Gloria Colli, con la que puedes contactar gratis si eres miembro de la Tribu CSC, «los niños que no toman sal ni azúcar ni ningún otro alimento que les pueda provocar sed, es más probable que no la tengan y, por tanto no beben». Aquí, igual que ocurre con la alimentación, «no hay que forzarlos a beber agua ya que cuando lo necesiten, van a beber».
Puede que los niños rechacen tomar agua por su falta de sabor. Sin embargo, en ningún caso hay que añadir frutas al agua para dárselo, una idea que comparten Gloria Colli y Rebeca Pastor, la dietista-nutricionista de CSC:
«Podemos añadir frutas al agua para ofrecer variedad a los peques, pero, en ningún caso con el objetivo de camuflar el agua o con la finalidad de que beban más«, advierte Pastor.
Los zumos tampoco son una alternativa al agua ya que tienen gran cantidad de azúcar (también los naturales) y pierden gran parte de los nutrientes de la fruta. Por ello, lo mejor es siempre ofrecer frutas enteras.
¿Cuánta agua tiene que tomar un bebé de un año?
Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, los bebés de un año y hasta los 10 deberían beber un litro diario de agua (de cuatro a seis vasos pequeños). Sin embargo, la realidad es que cada niño es único y hay muchas formas de obtener el líquido y estar hidratados más allá del agua.
Hay niños a los que les encanta y otros que la escupen continuamente. E igual que durante los seis meses se han alimentado a demanda, pidiendo leche cada vez que tenían hambre o sed, también son conscientes de estas necesidades cuando son más mayores. Y si no beben, es porque no lo necesitan.
Y si mi bebé no quiere agua, ¿cómo se hidrata?
Los bebés y los adultos no solo nos hidratamos con el agua u otro tipo de líquidos. Todos los alimentos llevan una cantidad mayor o menor de agua que cubren esa necesidad. Es el caso por ejemplo de las frutas y las verduras que no deben faltar nunca en la dieta de los niños y niñas, pero especialmente en verano.
¿De qué depende que un bebé comience a beber más agua? Según señala Rebeca Pastor, de la ingesta de nuevos y más cantidad de alimentos. Sin embargo, «que coman un poco más, no significa que vayan a beber más agua, así que es importante no agobiarse».
Además, hay que tener en cuenta la destreza de cada peque para beber. Algunos padres optan por poner el agua en biberón para conseguir que beban más, pero según explica nuestra dietista-nutricionista «lo ideal es que lo hagan en vasito». Y puede que los progenitores piensen que beber en un vaso es fácil ya que es un proceso mecánico que hacemos desde que tenemos uso de razón. Y esto nos puede llevar a ponerle el vaso al bebé y esperar que sepan cogerlo, llevárselo a la boca y beber.
La realidad es que hay que practicar mucho y tener en cuenta pequeños detalles para facilitar el aprendizaje como que el vaso tenga muy poca cantidad de agua, se apoye en la comisura de los labios para que el bebé pueda sacar la lengua y darse cuenta de lo que hay ahí dentro. En caso contrario, lo más probable es que se lo acaben echando todo encima, rechazando el vaso y, por tanto, el agua.
Qué enfermedades causa no beber agua
¿Qué pasa si un niño no bebe agua? La mayor preocupación con un bebé que no acepta agua es el riesgo de deshidratación. Sin embargo, si come bien, con suficientes frutas y verduras y la leche que necesita en función de su edad, no habría de qué preocuparse. Eso sí, hay que prestar especial atención cuando el niño sufre fiebre o diarrea, en cuyo caso será el pediatra el que nos indique cómo debemos actuar.
Sí es cierto que el agua es uno de los principales componentes del cuerpo humano y, de hecho, alrededor del 80% es agua. Por tanto, es esencial para el buen funcionamiento del organismo. El agua transporta nutrientes hasta las células, trabaja en funciones como la digestión, favorece el rendimiento cerebral y ayuda a regular la temperatura, entre otras muchas funciones.
Por tanto, cuando un bebé toma poca agua puede tener más episodios de estreñimiento o problemas de concentración y circulación de la sangre.
¿Y si se despierta por la noche por sed, pero el bebé no quiere agua?
Como siempre decimos, el calor afecta por igual a niños y adultos. Y si nosotros dormimos peor cuando suben las temperaturas, a ellos les ocurre también. Sudamos y solemos paliarlo bebiendo agua. Pero, hay bebés que a pesar de despertarse con sed por la noche, no quieren agua y solo admiten leche.
Los bebés y niños necesitan una cantidad mínima de leche diaria en función de su edad. Pero, igual que es importante no quedarnos cortos, tampoco debemos excedernos ya que esto podría provocar que la leche acabe desplazando otros alimentos de la dieta. Pero además, tomar leche a medianoche provocaría que se acostara con los dientes sucios de leche, lo que puede favorecer la aparición de la caries.
¿Qué hacemos entonces en estos casos? Si es un bebé de más de 18 meses podemos empezar a explicarles las cosas ya que, aunque no tengan una capacidad plena de comprensión, son capaces de entender y captar la idea. Por supuesto, hay que seguir ofreciendo agua y si la rechazan no negar leche, porque hay que paliar la sed que sienten. Pero eso no significa que nos resignemos y ofrezcamos siempre leche. Así, una buena idea es anticiparnos a lo que ocurre por las noches, preparando antes de ir a dormir los vasos de agua para cuando les entre sed.
Además, es importante que los despertemos por completo para que sean conscientes de que están bebiendo agua. Y, como siempre, el ejemplo es una de las cosas que mejor funciona con los peques. Si nuestros hijos nos ven beber agua a menudo, lo más probable es que poco a poco, vayan bebiendo cada vez más.
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