En Criar con Sentido Común hemos hablado otras veces de la baby signs language y de la cantidad de momentos maravillosos que nos puede traer esta hermosa herramienta de comunicación temprana con nuestros bebés y…
Hace poco hablábamos en el blog de los beneficios de aprender a signar con nuestros peques, (si te lo perdiste puedes leerlo aquí), otras veces hemos explicado lo que es la Baby signs language, y hoy vamos a reflexionar sobre muchos más momentos hermosos que podemos vivir gracias a los signos y que a priori no imaginamos.
Beneficios a largo plazo
1. El bilingüismo
Este es uno de los que más me gustan. Todos sabemos que los niños aprenden como “esponjitas”. Su mente absorbente les dota de esa facilidad durante los primeros años de vida.
De hecho, el desarrollo del lenguaje es uno de los periodos sensibles de los que hablaba María Montessori (como ventanas de oportunidad maravillosas), y que debemos aprender a reconocerlos para maximizar el aprendizaje de forma natural.
Los niños aprenden por imitación, por tanto, cuanta más explosión, mejor (no les vamos a dar un libro de gramática, claro). Y eso es especialmente importante durante el primer plano del desarrollo, la infancia, que va de los 0 a los 6 años.
Y ya sabemos lo importantes que son los idiomas… Muchas veces nos quedamos en el “eterno nivel medio de inglés”, y esto es porque de adultos podemos aprender otras lenguas, pero nos cuesta mucho más que de niños, y aunque vayamos a las mejores academias nunca vamos a llegar a ser completamente bilingües ni a hablarlo como si fuera una segunda lengua materna, así que todo el esfuerzo que hagamos por exponer a los niños a otra fonética en los primeros años de vida será un gran regalo que les acompañará siempre. ¡Y los signos pueden hacer de traductor simultáneo!
2. Las barreras físicas
Hay una anécdota que siempre recuerdo con mucho cariño:
Cuando mi hija mayor era pequeñita yo la llevaba a matronatación todas las semanas. Algunos días mi marido salía pronto del trabajo y le daba tiempo a llegar a vernos. Evidentemente él no se metía en el área de la piscina, ya que iba con el traje y la chaqueta de la moto, pero en el polideportivo al que íbamos había un cristal muy grande desde el que las personas de fuera podían ver a los peques disfrutando en el agua.
Y el hecho de que mi marido pudiera decirle a mi hija con signos “Qué bien lo haces» y «Te quiero” era algo muy, muy bonito… Quizá algunos papás se quedaban mirando extrañados, pero esto hacía que pudiésemos vivir momentos muy especiales entre nosotros, reforzando siempre el vínculo afectivo en la familia.
3. La complicidad
Este es otro de los beneficios que me gustan mucho, ya que he vivido un montón de ocasiones en las que los signos nos han ayudado a comunicarnos con discreción.
Por ejemplo, cuando estábamos en la fase del control de esfínteres, siempre preguntábamos a la peque si quería ir al WC antes de salir de casa. No solía apetecerle, pero bastaba que fuésemos a comer a un restaurante para que gritara a los cuatro vientos: “Tengo cacaaaaa”. Creo que a todos los padres les puede resultar familiar esta escena, ¿verdad? Esos momentos en que piensas en los malabarismos que te va a toca hacer para que tu hija no toque la tapa de un baño público, que los hay muy limpios pero otros…
Bueno, pues antes de que se enterase todo el restaurante de las necesidades de nuestra peque, decidimos acostumbrarnos a utilizar el signo de “potty” (orinal en inglés), que es el que se emplea cuando estás precisamente en la fase de control de esfínteres (potty training). Rachel Coleman tiene un montón de canciones divertidas para este aprendizaje.
Otra de las ocasiones curiosas que vivíamos era por ejemplo cuando alguien le daba un cumplido a la niña. En lugar de decir en voz alta, “¿Qué se dice?”, “Gracias”, pues prefería hacer el signo de gracias discretamente, igual que el de “por favor”, una forma muy interesante de enseñar la cortesía.
4. La lectoescritura
Tal y como has visto en la foto anterior, podemos enseñar el alfabeto signado y, de este modo, esto puede ser una gran ayuda cuando los niños están comenzando a reconocer los fonemas y la grafía de las letras.
A mí personalmente esto me parece maravilloso, porque el aprendizaje kinestésico siempre es más profundo y hace que todo se recuerde mejor.
Últimamente se utiliza cada vez más el método constructivista, ya no se enseña a leer como se nos enseñaba a nosotros que nos decían “la m con la a: ma”, si no que se separan los fonemas. Muchas veces, se asocia un gesto, ¿no sería maravilloso que ese gesto se correspondiese con el de alguna lengua de signos?
5. Las emociones
Este aspecto también es hermoso. De hecho, sería genial si en todas las escuelas infantiles se utilizasen los signos, ya que se reforzaría mucho la unión entre las educadoras y los niños, y ellos podrían expresar mucho mejor sus necesidades sin tener que recurrir al llanto.
Los peques pueden comunicar con sus manitas que tienen hambre, sed, sueño, frío, calor, el pañal mojado…
Y esto sirve incluso para cuando están malitos y necesitan una dosis extra de mimos. Si por ejemplo tienen anginas y les cuesta hablar, siempre podemos decirles “sígnamelo” o “¿jugamos a los signos?”. Seguro que les trae hermosos recuerdos y hace que sientan nuestra cercanía en esos momentos en los que no se sienten muy bien, tengan 1 año, 2 ó 5. ¿Por qué no? Esto puede valer para toda la vida, incluso para los adultos que por alguna razón han perdido total o parcialmente el habla.
La comunicación gestual es, en definitiva, algo maravilloso.
De todo ello os hablo en el curso «Signos para bebés: comunícate antes»:
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