Imitar es un forma de aprendizaje. Quizás la más importante para los peques. A lo largo de la infancia y a través de la imitación, los menores van evolucionando y pronto reconocemos algunos gestos propios…
Se apagan las luces. No todas. Treinta peques de hasta tres años abren los ojos como platos. Sesenta ojos expectantes. Alguno, asustado por la penumbra, llora y acude a refugiarse a los brazos de mamá. Unos permanecen sentados en el suelo sobre placas acolchadas o cojines en el regazo de mamá o de papá. Otros, inquietos, intentan coger alguno de los objetos del escenario. Bienvenidos al teatro para la primera infancia.
Aprovechando que hoy es el Día Mundial del Teatro, os hablamos de sus beneficios para peques.
¿Qué es el teatro para bebés?
A veces me preguntan a qué edad se puede llevar a los peques al teatro. La respuesta depende de la representación que elijamos. En la actualidad, tenemos la inmensa suerte de tener incluso ciclos de teatro completos para la primera infancia con espectáculos muy cuidados para peques de seis meses a tres años como los de Teloncillo Teatro, Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2013, un orgullo para la dramaturgia nacional.
Así que, el primer paso, es elegir espectáculos creados especialmente para ellos. El motivo es sencillo: las compañías de teatro para la primera infancia suelen crear representaciones absolutamente medidas en cuanto a tiempos y tipo de estímulos que ofrecen.
Y esta medida va del vestuario al atrezzo, del texto a la expresión corporal, de la música a la iluminación. Por ejemplo, se tienen en cuenta incluso cuestiones como no dejar la sala completamente a oscuras o que no haya cambios bruscos de luces.
Y ahora que ya estáis pensando en disfrutar con vuestros peques de una buena sesión de teatro, voy a intentar daros un buen puñado de razones para que os decidáis definitivamente.
¿Qué hace del teatro una experiencia enriquecedora para ellos?
Quizá no aporte nada nuevo si os digo que el teatro ofrece ocio de calidad alejado de las pantallas. Para mí, eso ya sería motivo suficiente. Pero hay mucho más.
El teatro atrapa al vuelo la atención de los peques y favorece la observación y la concentración. Los espectáculos creados para ellos tienen en cuenta los periodos atencionales de los peques y les ofrecen estímulos adecuados a su edad. Eso hace que consigan permanecer sentados con los ojos y la boca abiertos los treinta o cuarenta minutos que suele durar una representación para bebés.
Es una fuente de conocimientos y aprendizajes. A través del teatro pueden aprender canciones tradicionales, características de animales o rimas y retahílas, produciendo una experiencia cultural y lingüística vinculada a la literatura. Despierta el juego simbólico, enseña expresión corporal y revela los frutos del proceso creativo y del trabajo en equipo.
Los peques aprenden la secuencia temporal de una historia en la que hay una introducción, un nudo y un desenlace, se aproximan al lenguaje teatral y, en muchos casos, integran valores como la ecología, la bondad o el valor. Además, despierta la imaginación y la creatividad a través de escenografías ricas en símbolos, juegos y colores.
¿Todo esto en media hora? La respuesta es un rotundo sí.
Realizar actividades culturales en familia nos permite disfrutar de tiempo de calidad juntos
Pero quizá la razón más importante para llevar a nuestros peques al teatro es porque es una experiencia para compartir en familia y disfrutar. Cualquiera que haya ido a una representación para bebés lo sabe: el brillo en lo ojos, las palmas espontáneas, las risas sin medida…
El teatro para bebés está envuelto en un halo de respeto a la infancia en general y de respeto al bebé como público exigente en particular. Las compañías de teatro para la primera infancia saben que los bebés son el público más exigente.
Si no les gusta, no tardarán en levantarse y querer marchar o expresar su malestar. Pero también saben que es el público más agradecido, el que aplaude más fuerte y el que, tras la representación, mira con una gratitud transparente e inmensa.
¿Y si mi peque no disfruta de la representación?
A pesar de todo lo anterior, no quiero engañaros. Es posible que vayáis y vuestro peque se asuste, llore, se canse, quiera salir… Puede pasar. Piensa que es una actividad nueva y todos necesitamos nuestro tiempo de adaptación. Las compañías esto también lo saben. Podrás entrar y salir con tu peque las veces que sean necesarias. Eso sí, apaga el móvil.
Si esto sucede, no pasa nada. Volved otro día. Todo llegará.
Como ves, la lista de motivos es suficiente como para querer probar, pero me he guardado un As en la manga que seguro echabas en falta: ir al teatro con peques es una vivencia emocional única que aporta un buen rato de felicidad, de vínculo y de ganas de respirar profundo como un oasis en este mundo de prisas.
Y, de regalo, un guiño más. El teatro para bebés es una experiencia maravillosa también para nosotros. Apenas media hora en la que no sabes si dedicarte a observar cómo tu peque sonríe, se sorprende o baila dependiendo de lo que sucede en escena o a volver a ser niño por un ratito y dejarte llevar por la poesía y los objetos de la obra (he visto papás y mamás cantando “El barquito de cáscara de nuez” con más pasión que en un concierto de AC/DC).
Así que sí, demos a los peques teatro. Ellos sabrán qué hacer.
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