Cuando les pedimos a los niños que saquen buenas notas a cambio de regalos

Las notas. Tu hijo o tu hija ha cumplido, se ha esforzado y el resultado ha sido el esperado. Y piensas cómo recompensárselo. ¿Un regalo? ¡Abrimos melón! ¿Buenas notas a cambio de regalos?

La teoría me la sé: no es recomendable hacer regalos por sacar buenas notas. Y los argumentos también nos los sabemos: estudiar es su responsabilidad y así deben entenderlo puesto que la recompensa de estudiar es aprender. Además, si les hacemos un regalo incentivamos el materialismo y podemos conseguir que solo se esfuercen si reciben algo material a cambio e, incluso, que llegue a ser una obligación hacerles un regalo.

Sin embargo, aunque formo parte del grupo de profesionales, también soy madre de tres. Y, cuando eres madre o padre, más vale que sepas apreciar la gama de los grises porque va a ser donde te muevas toda la vida. Así que vamos con algunas reflexiones sobre este tema. Si analizamos con detenimiento, quizá la clave esté en qué y cómo.

¿Haces regalos a tus hijos por sacar buenas notas?

En primer lugar, uno de los errores más comunes es plantearlo como un trueque de manera anticipada: si sacas sobresaliente, te compro el patinete. O permitir que el niño o la niña exija el regalo haciendo el chantaje “o me compras el patinete o no estudio”.

En este caso, la niña o el niño se pone un objetivo en base a una recompensa prometida con lo que su motivación es extrínseca (desde fuera) mientras que lo ideal es que la motivación sea intrínseca (desde dentro). Bien es cierto que, como la motivación intrínseca surge cuando uno va dominando un tema y eso hace que quieras saber más, es difícil encontrarla en niños/as pequeños/as, al menos en lo que a aprendizajes escolares respecta. 

Pero, como queremos que nuestros hijos e hijas desarrollen la voluntad y la motivación intrínseca, es mejor no prometer un regalo a cambio de las buenas notas.

Entonces, ¿no podemos hacer un regalo?

En este punto, creo que, en líneas generales, lo que nuestros hijos e hijas esperan de nosotros es que seamos coherentes. Debemos tener en cuenta que somos nosotros los que manejamos la economía y los que decidimos qué comprar y cuándo. No es la primera vez que (y lo pongo en primera persona), después de una semana dura pero satisfactoria de trabajo, me he comprado una camiseta porque sí. 

A nadie le amarga un dulce y, si nosotros nos permitimos un capricho de vez en cuando, no veo por qué no podemos darles un capricho si se han esforzado en su “trabajo”. Se trata de ser coherentes y no pedirles a ellos cosas que nosotros no damos.

Yo, personalmente, en alguna ocasión les he hecho un regalo al final del curso. No siempre, de manera que nunca lo han esperado. Y el argumento ha sido: ya sabéis que estoy orgullosa de vosotros, os habéis esforzado, habéis aprendido un montón de cosas y me ha apetecido agradeceros el trabajo con un pequeño regalo.

He escuchado a expertos decir que, en lugar de hacer un regalo material, lo que sí se puede hacer es ir al cine o irse de fin de semana. No veo la diferencia. Quizá porque soy muy dada a hacer regalos de este tipo más que regalos materiales. Pero es un regalo igualmente (los niños a partir de los 6 años saben que esas cosas también valen dinero).

Lo que sí recomendaría es que el regalo fuera racional. Quizá algo que necesiten o que les sirva para disfrutar las merecidas vacaciones como un bañador, material deportivo o un juego de exterior.

Otra buena idea pueden ser juegos o juguetes pedagógicos, material escolar como una nueva mochila o unos rotuladores especiales o libros o cuentos que puedan gustarles.

Regalar tiempo juntos: Experiencias en lugar de regalos

Por supuesto, si decides que no habrá regalo material, una tarde en el campo, un paseo en bici en familia o cualquier otro plan también son fantásticas ideas para celebrar.

Antes de terminar, quiero insistir en la capacidad de nuestros hijos e hijas para entender y asumir con naturalidad las cosas si se las explicamos adecuadamente. Puede que otros años les hayas regalado algo a final de curso y puede que este año las circunstancias económicas hayan cambiado y no pueda ser. Si se lo explicamos adecuadamente, pueden sentirse tristes o enfadarse momentáneamente, pero después lo entenderán y aprenderán que hay cosas que unas veces son posibles y otras veces no. 

Incluso si el año pasado decidiste hacer un regalo y este año has cambiado de opinión, házselo saber y explica los motivos por lo que eso ha cambiado. Eso sí, después actúa con coherencia.

En definitiva, se trata de encontrar el punto de equilibrio dentro de todas las posibilidades existentes. Muchas veces, en cuestiones de crianza, no hay cosas bien hechas o mal hechas al 100% y los matices son importantes a la hora de actuar correctamente.

Actuar con coherencia

En cualquier caso, independientemente de regalos materiales sí o no, lo más importante es hacerles saber que apreciamos el trabajo que han hecho, no solo en los exámenes finales sino durante todo el curso (recuérdale cuánto le costó aprender a dividir y lo bien que lo hace ahora o lo bonito que le quedo el proyecto sobre la Edad Media).

El hecho de que sean conscientes de que estamos pendientes de su progreso durante todo el curso hace que se sientan acompañados en el proceso de aprendizaje y está demostrado que, cuando la familia está pendiente de los estudios de sus hijos, los resultados son mejores.

Por tanto, celebremos de la manera que consideremos oportuna y coherente sus logros, hagámosles saber que estamos orgullosos de ellos en cada pequeño avance, animémoslos a desarrollar la mentalidad de crecimiento, a mejorar día a día, y, quizá, lo del regalo sea lo que menos importe.   

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