La cadera del niño: Los “clics”, la displasia y la luxación

Tanto la displasia de cadera como la luxación requieren intervención del especialista, pero los 'clics' suelen resolverse solos

Las caderas del recién nacido no están osificadas, sino compuestas de cartílago. Se van desarrollando con el paso de los meses y para ello es necesario que el fémur y la pelvis estén bien alineados. Si no encajan bien o no maduran adecuadamente puede acarrear ciertos problemas. Hoy os hablamos de los ‘clics’, la displasia y la luxación.

La cadera es una articulación esférica porque la parte superior del hueso del fémur tiene forma de esfera y encaja en una parte del hueso de la pelvis (zona también esférica pero cóncava). En el recién nacido estas partes del hueso están todavía en formación y tienen más bien consistencia de cartílago, explica Gloria Colli, pediatra del equipo de Criar Con Sentido Común, con la que podéis contactar a través de la Tribu CSC.

Durante los primeros días de vida, el profesional de pediatría verifica que las caderas se mueven correctamente. Al bebé se le realizan las maniobras de Barlow y Ortolani con las que se les mueve las piernas y se les abre y cierra las caderas para verificar que se muevan correctamente. Si la exploración es anormal o dudosa hay que realizar una ecografía.

 

La cadera del niño: los clics, la displasia y la luxación

 

Los ‘clics’ de la cadera del niño

Aunque pueda resultar llamativo, los ‘clics’ de cadera no indican ningún problema por sí solos. Únicamente si se observa alguna otra alteración, como la limitación en la abducción del bebé, puede suponer una señal de que algo no va bien.

Este clic se produce cuando la cadera del niño está en su sitio, pero presenta cierta inestabilidad u oscilación. No es necesario derivar al peque a un especialista. De hecho, lo único que hay que hacer es realizar un seguimiento a través de los controles habituales en la exploración del bebé.

En 2017 se publicó una investigación sobre los ‘clics’ de cadera en la revista Bone & Joint Journal que evaluó a 362 niños con ‘clics’ y en el 97% de los casos sus caderas eran normales.

 

La cadera del niño: los clics, la displasia y la luxación

 

Junto a los clics, existe otro concepto, el de cadera inmadura. En estos casos, el fémur está en su sitio pero tiene tendencia a salirse con algunos movimientos. Según la AEPED, se resuelve solo en la gran mayoría de casos.

La displasia de cadera

La displasia de cadera sí requiere intervención del especialista y, de hecho, su detección temprana es muy importante. Tal y como resume Gloria Colli:

“En la displasia congénita de cadera, el hueso de la pierna no se adapta bien a la pelvis y queda una articulación demasiado laxa que puede alterar la marcha, pero esto solo se nota cuando el bebé empieza a andar. Si las caderas no se han desarrollado correctamente, puede presentar cojera o una marcha torpe, y una pierna puede parecer más corta que la otra“.

Entre las señales están que las piernas pueden parecer más cortas una que otra, que la pierna con la cadera luxada puede girar hacia fuera o que los pliegues en la piel del muslo o glúteos no están alineados.

 

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Para el diagnóstico se realiza una ecografía. Si el niño es mayor y los huesos ya se han osificado, será necesario una radiografía. Para el tratamiento, si se detecta la displasia de manera temprana se suele utilizar un dispositivo ortopédico (arnés de Tübingen o de Pavlik). Pero si el bebé tiene más de seis meses, es posible que se necesite escayola o incluso cirugía.

Existen algunos factores de riesgo para el desarrollo de una displasia de cadera. Las niñas son más propensas a sufrirlas y la postura dentro del vientre de la madre. Además, existe cierto factor hereditario. Y si un hermano/a la ha tenido, es probable que el bebé también. Pero, lamentablemente, no hay nada que podamos hacer durante el embarazo para prevenir la displasia de cadera del niño.

Otro problema de la cadera del niño: La luxación

La luxación hace referencia a un problema de la cadera del niño en el que el fémur está fuera de la cavidad de la cadera. Cuando esto ocurre, la articulación no se forma correctamente y el miembro quedará más corto. Esto provocará que el niño ande con dificultad, aunque sin dolor.

 

La cadera del niño: los clics, la displasia y la luxación

 

Este problema se engloba dentro de la displasia de cadera y se considera el máximo grado de esta. Afortunadamente no es muy habitual. Si no se trata correctamente y a tiempo puede causar una discapacidad importante en el niño. Esto puede limitar la actividad de la personas e impedir muchas actividades deportivas.

A día de hoy, se puede detectar con las maniobras antes citadas, aunque su detección depende de la experiencia profesional y en algunos casos puede pasar desapercibida, sobre todo si están luxadas las dos caderas del niño.

Aunque se suele detectar en los controles médicos, sí es cierto que hay un escaso número de niños con luxación que escapan a las maniobras de detección. Si no presenta ningún síntoma, es posible que la cojera no se note hasta que empiece a andar. Es algo excepcional, pero no imposible.

 

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