Hay familias que viven los exámenes como una parte más del proceso de aprendizaje y otras que los viven como una situación estresante. Vamos con los segundos. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos adolescentes con…
La ansiedad puede afectar al día a día de nuestros peques. Cuando ocurre, es clave detectarla para tratarla cuando antes para evitar que se agraven o causen otros trastornos. ¿Cómo detectar la ansiedad en niños y niñas?
La ansiedad, un problema que afecta a cualquier edad
El cuerpo humano puede responder ante cualquier situación que considera una amenaza. Y esto puede ocurrir a cualquier edad. Por ello, los bebés y los niños pequeños pueden sufrir estrés y ansiedad, cuyos síntomas pueden variar en función de la edad.
Así, para los recién nacidos y bebés muy pequeños, la mayor amenaza es que sus necesidades más básicas no estén cubiertas. Estar bien alimentado, limpio, descansado… Y, en caso de no estarlo, el llanto será su principal muestra de ansiedad. Sobre los 8 meses sufrirá lo que se conoce como ansiedad por separación, cuando descubre que no es una extensión de mamá o papá y son seres independientes.
¿Qué ocurre cuando crecen? La realidad es que la situación no mejora y, de hecho, España es el país europeo con más niños y adolescentes con problemas de salud mental.
¿Cómo detectar la ansiedad en niños y niñas?
Cuando la ansiedad afecta a la calidad de vida de los peques y a su día a día, es importante averiguar su causa y tratarla. Para hacerlo, hay una serie de síntomas que pueden ayudar a detectar la ansiedad en niños y niñas. Entre ellos, se encuentran:
- Taquicardias.
- Dificultad para respirar. La respiración se acelera y, en los casos más extremos, pueden llegar a hiperventilar y sufrir mareos o desmayos.
- Sudoración excesiva y temblores.
- Tensión muscular. Los músculos se agarrotan y se tensan.
- Dolores de estómago o de cabeza frecuentes e intensos, aunque no exista un motivo médico para ello.
- Pérdida de apetito (el niño se niega a comer en casa o a merendar o almorzar en la escuela).
- Preocupación excesiva. Los peques que sufren ansiedad suelen ser muy perfeccionistas y exigentes, temen cometer errores y se preocupan por cosas triviales.
- Problemas de autoestima y pérdida de confianza en sí mismo, con una búsqueda de aprobación constante.
- Dificultad para concentrarse, con problemas de atención.
- Ataques de pánico con pensamientos negativos. El peque piensa que está en peligro y que hay algo que le amenaza.
- Ataques de hambre. Junto a la ansiedad suelen aparecer repentinos ataques de hambre lo que lleva al peque a necesitar comer de forma convulsiva. En ocasiones, el nerviosismo, el estrés y la angustia pueden desequilibrar los sentidos.
- Tics nerviosos, como morderse las uñas o tirarse del pelo; además, de movimientos repetitivos.
- Mayor sensibilidad e irritabilidad. Las emociones se descontrolan y el peque llora por todo enojándose por cualquier cosa.
- Dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, con pesadillas frecuentes. Las más habituales son perder a alguno de sus progenitores o a un ser querido.
- Es incansable, inquieto, hiperactivo o distraído (incluso sin tener TDAH).
Es cierto que hay algunos síntomas que son propios de la etapa en la que se encuentran, como es el caso de los berrinches o rabietas, no usar cuartos de baño desconocidos o que no le guste que lo dejen solo en la escuela infantil o el colegio, lo que puede dificultar detectar la ansiedad en los niños.
¿Cómo se comporta un niño con ansiedad? Hay otros signos conductuales de ansiedad que pueden llamar la atención. Es el caso de los peques que preguntan constantemente “¿y si…?” o que dicen “¡no puedo hacerlo!” sin un motivo real. Además, suelen evitar participar en actividades en clase, permanecen en silencio cuando tienen que trabajar en grupo o se quedan solos durante el recreo.
En cualquier caso, cualquier síntoma aislado no es indicativo de que el peque sufre ansiedad. De hecho, debe ser un profesional el responsable de detectar la ansiedad en los niños y niñas. En la Tribu CSC cuentas con la psicóloga infantil y logopeda Elena Mesonero, a la que puedes consultar todas tus dudas. Según explica,
“Es importante que los padres y el resto del entorno (profesores u otros cuidadores secundarios) aprendan a no minimizar los miedos pero tampoco amplificarlos. Ser empáticos, ayudarles a entender y expresar lo que les ocurre y a afrontar sus miedos y preocupaciones desde la calma hará que los peques puedan manejar adecuadamente la ansiedad”.
Ella, junto al equipo de expertos/as responde todas las consultas de salud infanto-juvenil y crianza respetuosa en la Tribu CSC. Además, podéis descargar gratis la app de Criar con Sentido Común tanto para plataformas Apple como para plataformas Android, y tenéis una semana gratis para probar todas las ventajas de la membresía a la Tribu, realizar todos los cursos online disponibles y consultar a nuestros/as especialistas.
¿Cuál es el mejor tratamiento para un niño con ansiedad?
¿Cómo tratar la ansiedad en niños de 5 a 12 años? Según los especialistas, la infancia es el mejor momento para tratar estos problemas antes de que se agraven o provoquen cualquier otro trastorno. Lo cierto es que cada profesional de la salud puede recomendar diferentes formas de comprender y tratar la ansiedad infantil, a menudo utilizando el enfoque con el que están más familiarizados o para el que están más capacitados.
De forma general, la psicoterapia (la terapia de conversación) puede ser muy eficaz en casos de ansiedad infantil. Mientras el tratamiento farmacológico solo se plantea en mayores de 6 años con síntomas moderados o graves cuando la psicoterapia falla. Sin embargo, cada peque puede responder de manera diferente al tratamiento, por lo que resulta clave escuchar y analizar lo que le resulta útil a cada uno.
¿Cómo ayudar a los niños a controlar la ansiedad? El apoyo en casa para ayudar a combatir la ansiedad infantil también es clave. Así, cuidar la dieta, el sueño, fomentar el ejercicio físico y limitar el tiempo frente a las pantallas puede tener un gran efecto en su salud mental. Y, sobre todo, escuchar y apoyar a nuestro hijo o hija cuando esté angustiado, ayudándolo a enfrentar sus miedos.
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