La adolescencia es una etapa maravillosa de la vida para vivirla, pero, a menudo, no tanto para acompañarla. Por eso hoy vamos a comentar algunas claves para acompañar a tu hijo durante la adolescencia. Madres…
Tengo un adolescente en casa. Me está sirviendo para hacer prácticas porque en un par de años tendré tres. Así que, más vale ir pillando el truco a esta etapa para que no me atropelle. Una de las preguntas más habituales de las familias en esta etapa es: ¿Cómo piensa un adolescente?
Cuando tienes un adolescente en casa, a veces, te quedas mirándolo como quien mira a un ser de otro planeta. A las doce te quiere y a las doce y cinco te odia, estudiar y los deberes le parecen una herramienta de tortura pero podrían darle el premio Nobel de videojuegos y lo que le dices le entra por un oído y le sale por otro, pero, eso sí, lo que digan sus amigos es verdad absoluta.
¿Qué ha podido pasar para que, en apenas un año, se haya convertido en un extraño que pasea por casa con cara de insatisfacción vital permanente? Afortunadamente, lo que está pasando tiene su explicación. Gracias a la ciencia hoy podemos saber de dónde viene esta montaña rusa.
Cómo piensa un adolescente
Saber por qué nuestros hijos e hijas hacen lo que hacen es fundamental para poder entenderles y darles la mejor respuesta posible desde nuestro rol de padres y madres. Veamos qué cosas ocurren en el cerebro de un adolescente:
Hay partes del cerebro que maduran a diferentes ritmos
La corteza prefrontal que es la encargada de controlar los impulsos, la que regula la atención, la que planifica las acciones futuras y regula el ánimo y la que, además, sopesa las consecuencias de nuestros comportamientos es la parte que más tarde madura (pasados los 20 años).
Por su parte, otra zona denominada amígdala, encargada de dar respuestas instintivas y de procesar y almacenar las reacciones emocionales, madura antes que la corteza prefrontal. ¿Veis por dónde van las cosas?
Este desfase madurativo entre estas dos áreas explicaría parte del comportamiento adolescente.
El fenómeno de poda neuronal o sináptica
Otra de las cuestiones fascinantes de esta etapa a nivel neurológico es el fenómeno de poda neuronal o sináptica. Durante la adolescencia se da un proceso por el que las conexiones sinápticas que el cerebro no utiliza son eliminadas mientras que, las que resultan útiles se refinan haciendo que el funcionamiento del cerebro sea más eficaz y eficiente y pueda adaptarse mejor al medio que le rodea.
El desarrollo de la personalidad: Del núcleo familiar a los amigos, su nuevo grupo de referencia
Además, este medio que le rodea, va a influir en el desarrollo de la personalidad de los adolescentes. Sus pensamientos y acciones van a estar condicionados por la familia, pero, sobre todo, por el grupo de iguales y por sus referentes.
La unión de biología y medio social conformarían las características propias de la adolescencia. En esta etapa, los niños y niñas se vuelven más impulsivos y desafiantes y van a marcar distancia con los padres. Esto explicaría por qué ya no quieren que los acompañes al colegio o que les des un beso en la puerta.
Cambios psicológicos en la adolescencia: El estado emocional cambiante
Esta es una de las características que más nos desconciertan porque no llegamos a entender qué les pasa y, cuando lo comprendemos, ya han pasado a otro estado y tenemos que volver a empezar. Sería algo así como tener el termostato emocional averiado.
La mayoría de las veces estos cambios ocurren porque, al estar su cerebro en plena reforma, van ensayando respuestas a las cosas que les pasan y, en estos ensayos, obtienen éxitos pero también comenten errores que subsanan probando otra respuesta. Esto hace que sea muy importante que les demos retroalimentación a estos ensayos puesto que, dependiendo de la respuesta que reciban del entorno, fijarán la estrategia utilizada o no.
En cuanto a cuestiones académicas, pueden mostrarse desmotivados y poco interesados e los contenidos curriculares. Sin embargo, son capaces de pasar horas en actividades que les gustan. Podrá costarles concentrarse, planificar las tareas e inhibir los impulsos.
Las primeras relaciones románticas y/o sexoafectivas
Para rematar la jugada, durante la adolescencia se da otro cambio que va a desencadenar cambios en el cuerpo pero también en el cerebro: hay un aumento en la producción de las hormonas sexuales. Esto hará que manifiesten un mayor interés sexual. Por tanto, debemos estar atentos y establecer un canal de comunicación eficaz con ellos puesto que en esta etapa pueden comenzar a establecer sus primeras relaciones afectivo-sexuales. Piensa que, si la educación afectivo-sexual no parte de casa, irán a buscar la información que necesitan fuera de ella, por ejemplo, en internet o a través de sus iguales.
La búsqueda de nuevos estímulos
Los adolescentes van a preferir las emociones intensas y, por ello, buscan estímulos novedosos. Esto se puede convertir en una fuente de peligros ya que, además, no son capaces de analizar adecuadamente las consecuencias de sus actos. Debemos tener en cuenta también que pueden despistarnos porque se comportarán de manera diferente dependiendo de dónde o con quién estén. Así, pueden comportarse de forma impecable dentro de casa y, sin embargo, hacerlo de forma inadecuada en su grupo de amigos.
Quizá en este momento estés pensando que casi prefieres la etapa de las rabietas, pero, como en todas las etapas del desarrollo, la adolescencia tiene una cara positiva muy interesante.
El papel de la familia durante la adolescencia
A pesar de que el cerebro adolescente es vulnerable porque es un cerebro en construcción, el hecho de que esté en obras le aporta una gran plasticidad y eso supone una grandísima oportunidad de aprendizaje.
Y aquí es donde entramos en juego padres y madres. Durante esta etapa adquirimos un papel crucial para que el paso a la edad adulta se complete de manera exitosa. Nuestra función será la de regular desde fuera lo que no pueden regular desde dentro. ¿Cómo? Ayudándoles a reflexionar, redirigiéndoles, incentivándoles a que planeen acciones futuras…
Debemos también poner cuidado y mano izquierda en la forma en la que llevamos a cabo estas estrategias. El adolescente necesita fundamentalmente comprensión. Si no partimos de ahí, es más que posible que interprete nuestra forma de educar como una intromisión en su vida o un ataque directo hacia su forma de ser.
Muy interesante podría ser también que leyeran esto con vosotros o que se lo contarais, para que ellos mismos sean conscientes de por qué se sienten así. Siempre insisto en que, tengan la edad que tengan nuestros hijos e hijas, es imprescindible que tengan un canal de comunicación abierto con nosotros basado en la confianza, la seguridad y la ausencia de juicio. Si lo establecemos desde pequeños, mejor. Si no lo hemos hecho ya, nunca es tarde.
Así piensa tu hijo adolescente
Y ahora, vuelvo al comienzo: ¿En qué piensa tu hijo adolescente? No lo sé. El mío hoy, en plena época de exámenes, se ha quedado pensativo y me ha dicho: «Mamá, llevo tres o cuatro días pensando en componer un rap sobre mis compañeros de clase». Y yo pensando que estaba repasando matemáticas…
En fin, que lo que piensen los adolescentes es cosa suya y así debe ser (dejemos espacio a su intimidad). De hecho, hay tantos perfiles de adolescentes como número de adolescentes en el mundo, pero espero que, al menos, con estas líneas sobre generalidades, hayas podido conseguir que entendamos un poco más a nuestros y nuestras adolescentes y podamos acompañarles mejor en esta etapa tan increíble.
Si quieres más información sobre cómo piensa un adolescente o necesitas asesoramiento profesional, estaré encantada de atenderte en la Tribu CSC, donde además puedes consultar al resto de miembros de nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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