Cómo responde el cerebro infantil al tacto

Los bebés necesitan contacto permanente con sus cuidadores para sentirse a salvo. Es un momento clave en su desarrollo y no hacerlo puede tener consecuencias para su salud y desarrollo. Pero, ¿cómo responde el cerebro infantil al tacto?

Para averiguarlo, un grupo de investigadores de la Universidad Metropolitana de Tokio han medido cómo cambian los niveles de hemoglobina oxigenada en la sangre en el cerebro del bebé cómo respuesta al tacto. Para ello, utilizaron métodos de espectroscopia con sensores externos colocados en el cuero cabelludo de los bebés dormidos.

Descubrieron que los niveles más altos no variaban con la edad del bebé, pero sí lo hacían en función del tiempo. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista NeuroImage.

Cómo responde el cerebro infantil al tacto

Hay 2 herramientas claves para conocer el cerebro: la resonancia magnética (fMRI) y la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS) del cerebro. Esta última permite rastrear cómo cambia con el tiempo el flujo de los diferentes compuestos que hay en el cerebro. Para ello, se colocan sensores externos colocados en la cabeza del bebé.

Y hay un parámetro determinante: la hemoglobina, encargada de transportar oxígeno en la sangre. A medida que el cerebro responde a la información del mundo exterior como la luz, el calor o el tacto, el oxígeno llega rápidamente al cerebro.

La prueba NIRS permite medir los niveles de hemoglobina e incluso diferenciar si está transportando oxígeno o si, de hecho, ya lo ha entregado. Esta prueba ha sido utilizada por un equipo encabezado por el profesor Yutaka Fuchino de la Universidad Metropolitana de Tokio para estudiar cómo responde el cerebro infantil al tacto.

Para ello, analizaron a un grupo de bebés de entre 0 y 1 año de edad a los que colocaron sensores en la cabeza mientras dormían y observaron cómo cambiaban los niveles de hemoglobina oxigenada cuando les tocaban los pies. La respuesta entre todos ellos fue muy similar: tenían un pequeño pico de hemoglobina que aparecía unos minutos después de que comenzara el estímulo.

Lo interesante es que la respuesta de todos fue similar, sin diferencias entre los rangos de edad. Así, los bebés de un mes respondieron básicamente de igual forma que los de 6, lo que sugiere que los factores que determinan la velocidad de respuesta están completos al nacer.

Sin embargo, sí observaron que el rango en el que variaba la señal o la amplitud sí era diferente entre los diferentes grupos de edad. Y este cambio tampoco era lineal, ya que disminuía en los bebes de 1 a 2 meses y luego volvía a aumentar a medida que crecían.

¿A qué se debe este comportamiento? Podría atribuirse al hecho de que los bebés, cuando nacen, experimentan un aumento rápido de los niveles de oxígeno debido a que pueden respirar de forma autónoma por primera vez. Esto inhibe la producción de eritropoyetina, una pequeña proteína encargada de estimular la producción de glóbulos rojos, lo que puede provocar anemia temporal durante los primeros meses de vida. Sin embargo, los niveles se recuperan gradualmente a medida que la producción de eritropoyetina aumenta de nuevo. Además, hay que tener en cuenta otros factores como cambios en los nervios, las venas y los niveles de flujo sanguíneo.

Los investigadores esperan poder seguir analizando y comparando otras respuestas fisiológicas a los cambios en la dinámica del flujo sanguíneo. Así, podremos conocer más sobre cómo se desarrolla el cerebro y sus interacciones con el cuerpo.

La importancia del contacto piel con piel

Durante los primeros años de vida, el cerebro del bebé cambia y se desarrolla a gran velocidad. Y en todo ese tiempo, pero especialmente durante los primeros meses, el contacto piel con piel con nuestros peques es elemental. No solo tiene múltiples beneficios para él bebé, también para el adulto, especialmente en el caso de la madre que sufre una revolución hormonal tras el parto.

Los bebés necesitan contacto permanente. Tras permanecer durante 9 meses en un lugar seguro, salen a un medio hostil donde se sienten en peligro. De ahí que los brazos de sus progenitores, su calor, su olor y el latido de su corazón les hagan sentirse tranquilos y a salvo. Y es que los recién nacidos no solo tienen necesidades físicas que hay que atender, también necesitan caricias y contacto permanente. Por ello, es importante coger en brazos al bebé, a pesar de que aún haya quien piense que se acostumbran a ellos.

¿Cómo reacciona nuestro cerebro al sentido del tacto? ¿Qué es la estimulación sensorial táctil? ¿Cómo se relaciona la actividad del cerebro con la función del órgano del tacto? ¿Cómo funciona el cerebro infantil? Si tienes cualquier duda sobre salud infanto-juvenil, en la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos/as que pueden ayudarte a resolverlas. Entre ellos, se encuentra la pediatra Gloria Colli o el enfermero de Pediatría Armando Bastida. 

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