El 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No Violencia y la Paz (DENYP), una jornada educativa no gubernamental que fue fundada en España en 1964 gracias a una propuesta del poeta…
Y, poco a poco, mientras más va madurando en habilidades motoras, libera la marcha y gana en equilibrio y coordinación, las habilidades manipulativas van perfeccionándose hasta alcanzar, alrededor de los cinco o seis años de edad, todos los movimientos que tenemos los adultos.
El desarrollo de las habilidades motoras
Las manos del bebé. ¿Hay algo más fascinante que ver como esas manitas gordezuelas y llenas de hoyitos, empiezan a abrirse, entrelazan sus dedos en tu pelo, te tocan la cara, empiezan a coger objetos o sus pies, los observan y llevan a la boca? Quizá hoy me haya levantado poeta y veo metáforas por todos lados, pero a mí me recuerdan a los helechos… Sí, sí, ¡a la planta! El bebé, cuando nace, está replegadito sobre sí mismo, también sus manos y dedos y, poco a poco, igual que ocurre con las ramitas de estas plantas, se va desplegando y abriendo.
Al principio, la mayor parte del tiempo, las manos están cerradas y el bebé puede abrirlas de vez en cuando, haciendo como una especie de abaniqueo con sus deditos. Pasado el primer trimestre, cuando empieza a voltear y a apoyar parte del peso de su cuerpo en sus antebrazos y manos, el tiempo que estas permanecen abiertas es mayor y comienza a agarrar cosas con intención. Cuanto más explora el suelo, croquetea, repta, gatea y trepa, más va preparando sus manos para la manipulación de los objetos.
No es casualidad que sea alrededor del año, y cuando el bebé ha adquirido estas habilidades motoras, cuando comienza a señalar y a sacar el dedo índice para explorar y meterlo en cualquier agujerillo que se encuentre (los preferidos, los de los enchufes, claro). También es en este momento cuando comienza a hacer la pinza para agarrar trocitos de comida y objetos pequeños. Asimismo, empieza a pasar las páginas de los cuentos, coge un objeto en cada mano y los entrechoca, juega y empieza a ensayar con la cuchara.
Y, poco a poco, mientras más va madurando en habilidades motoras, libera la marcha y gana en equilibrio y coordinación, las habilidades manipulativas básicas van perfeccionándose hasta alcanzar, alrededor de los cinco o seis años de edad, todos los movimientos que tenemos los adultos.
La etapa escolar: la preescritura y la escritura
Frecuentemente ocurre que, una vez han empezado el cole, la maestra o maestro de nuestro peque nos comenta que no le gusta utilizar el lápiz y evita, o aguanta muy poquito tiempo, con todas las tareas de grafomotricidad. Si nos fijamos con algo más de detalle, posiblemente las manos de nuestro pequeño parezcan blanditas, no hace una pinza demasiado precisa y, en general, puede que sea poco habilidoso en aquellas tareas que requieren mayor precisión: enhebrar cuentas en un cordón, montar un puzle, despegar pegatinas…
¿Y qué podemos hacer ante esto? ¿Cómo le ayudamos para que no salga corriendo cada vez que ve un lápiz? En mi opinión, creo que en muchos coles se suelen introducir este tipo de tareas muy pronto, cuando los pequeños no están maduros todavía, y ese es parte del problema. Para que las manos alcancen un desarrollo adecuado y la manipulación sea óptima, hacen falta un abdomen y espalda fuertes y estables. Podríamos decir que son la base en la que se apoyan los brazos. Y cuanto más estable sea esta, mejor van a funcionar.
Entonces, ¿cuál es el tipo de actividad que necesitamos para conseguir esto?
MOVIMIENTO. Nuestros pequeños tienen que moverse y lo ideal es que les proporcionemos un espacio y estímulos adecuados para incentivar el movimiento. Vamos a dejarles explorar el suelo, sin problema, todo lo que deseen. Y, poco a poco, y a la vez que van madurando sus habilidades motrices, les iremos facilitando espacios y actividades adaptadas a sus capacidades, para que puedan trepar, escalar, colgarse o tirar.
Los parques, ¡cuánto echo de menos los parques! Con todas las posibilidades que nos ofrecen los columpios, pequeños rocódromos, circuitos en los que entrenar las habilidades de planificación y organización del cuerpo para poder subir y bajar de ellos, meterse dentro o pasar por debajo.
Y la tierra, hierba, piedrecitas, palos, charcos… Todas ellas son cosas muy necesarias para el adecuado desarrollo de las manos de nuestros peques, ya que es una exploración amplia de elementos táctiles. Si te preguntas cómo trabajar las habilidades manipulativas finas, debes saber que cuanta más variedad de texturas manipulen, desde trocitos de comida una vez empiezan con la alimentación complementaria, a juguetes de diversos materiales (mejor naturales como la madera, mimbre, metal, telas, cordones, ya que son mucho más ricos al tacto que los de plástico liso), cajas llenas de cereales, masas y plastilinas, líquidos de diferentes densidades… mejor serán sus habilidades de discriminación táctil (muy necesaria para reconocer las características de los objetos cuando los tienen entre los dedos).
Por tanto, en un primer momento del desarrollo, para que se cimente una adecuada base sobre la que seguir construyendo unas habilidades manipulativas de calidad y maduras, nuestros hijos e hijas necesitan mucha actividad motora y mil oportunidades de explorar con sus manitas todos los objetos y materiales que podamos ofrecerles, y permitirles que se ensucien y mojen inventando comidas de barro, trasvasando el agua de un lugar a otro, etc.
Un poco más adelante, la participación en las actividades cotidianas del día a día, les permite seguir perfeccionando sus habilidades manipulativas. ¿Te has parado a pensar la cantidad de movimientos finos que se requieren para pelar una mandarina o un huevo cocido? Si no lo has hecho, fíjate la próxima vez que lo hagas.
O preparar alguna receta sencilla como un bizcocho de yogurt: quitar la tapa del yogur, abrir los huevos, trasvasar al vasito del yogur el azúcar, aceite, batirlo todo… requiere el uso de una buena pinza fina, controlar la fuerza en la presión del objeto, coordinación bimanual, que una mano sujete mientras la otra realiza la acción… Y podríamos seguir enumerando movimientos durante un buen rato. De igual manera ocurre con tareas como el aseo personal o el vestido. Así, que que los peques participen activamente en todas ellas es una gran idea.
¡Las habilidades manipulativas se desarrollan mejor jugando!
Jugar con diferentes tipos de pinzas, pipetas, sprays, peonzas, construcciones con piezas pequeñitas, puzzles, juegos de ensartar y enhebrar, apilar o encajar… Son magníficas herramientas para potenciar la dexteridad manual e ir preparando los deditos de nuestros enanos para la escritura y el resto de tareas productivas escolares, como el uso del punzón o el recortado con tijeras.
Todas ellas actividades que ocuparán gran parte de su tiempo en un futuro, y para las que creo que es adecuado que lleguen bien preparados. Por eso, siempre siempre es recomendable no adelantarlas y proponerlas antes de que nuestros pequeños estén maduros para participar en ellas adecuadamente. Muchas veces, lo que ocurre si no lo están es que les supone tanto esfuerzo, que suelen abandonarlas rápido o rechazarlas directamente.
¿Os parece entonces si jugamos? Salir al parque y jugar a todo aquello que sea significativo y motivante para nuestro pequeño es el mejor entrenamiento para aprender y madurar.
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