La leche materna: Por qué su composición es inigualable y no se puede replicar en un laboratorio

La leche materna está compuesta por más de 200 tipos de azúcares, cuya composición y objetivo va cambiando a lo largo de la lactancia

La composición de la leche materna la convierte en única. No es solo el mejor alimento para el bebé durante los primeros 6 meses de vida (e importantísimo hasta al menos los 2 años, como recomienda la OMS), sino que sus características protegen al bebé y a la madre, cuyo vínculo también se refuerza a diario gracias a la lactancia.

La composición de la leche materna la hace diferente a todas las demás. No puede ser replicada en un laboratorio, pese a los intentos de la industria de crear una leche artificial similar, lo que no significa que la lactancia materna artificial no sea una alternativa válida en aquellos casos en los que no se puede (o quiere) optar por la lactancia natural. 

Pero, ¿qué la hace única?

«En realidad, ¡todo! Empezando porque es específica para el ser humano y terminando porque es única en cada madre y para cada bebé. Además, las proteínas son distintas a otras leches y se encuentran en distinta proporción. La cantidad de lactosa, la grasa, el microbioma, las células madre, las hormonas…»

Así lo resume nuestra nuestra consultora en lactancia, Inma Mellado, quien atiende y asesora a diario a cientos de familia a través de la Tribu CSC. 

La composición de la leche materna: ¿Qué la hace única?

Diversos estudios ponen de relieve que la leche materna es un fluido cambiante que se va adaptando a las necesidades de cada bebé, y está formado por lípidos, proteínas, minerales y moléculas inmunes.

 

Composición de la leche materna: No puede replicarse en un laboratorio

 

El agua es el principal componente de la leche materna. El 88% de esta es agua y eso es vital porque previene la deshidratación del bebé (por eso no es necesario darle agua hasta que comienza con la alimentación complementaria). El 7% restante son hidratos de carbono (el mayoritario es la lactosa) y tiene un 3-4% de grasa (este es el componente que más varía su composición). Y entre el 0,9-1% son proteínas

También contiene todas las vitaminas y minerales que precisa el bebé para un crecimiento y desarrollo saludables. Además, el hierro de la leche materna se absorbe prácticamente en su totalidad porque la propia leche cuenta con una proteína (la lactoferrina) que se ocupa de que así sea.

En este estudio de la Universidad de Granada se resalta como la leche materna incluso «aumenta la producción de anticuerpos ante una infección activa del lactante»Sus autoras explican que la leche materna protege «de forma activa y pasiva al lactante», gracias a su riqueza en inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima, citoquinas y otros numerosos factores inmunológicos como los leucocitos maternos.

Además, varía su composición a lo largo de la toma e incluso cambia cuando el bebé está enfermo para adaptarse a sus necesidades. También cambia con la edad. Es, pues, un alimento «inteligente» que aporta todo lo que necesita un bebé.

Su «nivel de sofisticación» es difícil replicar

La composición de la leche materna hace que sea el mejor alimento para el bebé. Tanto es así que, según nuestra experta, en los casos en los que la madre, por las circunstancias que sean, no puede dar el pecho a su bebé, «la leche humana, aunque no sea la de su madre, es la mejor opción».

 

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Es decir, que la recomendación de entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) – explica Inma Mellado – es este orden:

  1. Leche de la propia madre.
  2. Leche de otra madre.
  3. Leche artificial.

«La donación es la demostración perfecta de que la leche humana es superior incluso aunque no sea la de su madre«, insiste nuestra consultora en lactancia materna. Aunque matiza que solo se usa la leche donada cuando la de la madre del bebé no está disponible.

Para Inma Mellado, el nivel de «sofisticación» de la leche materna es «difícilmente replicable». La industria de la alimentación infantil puede «ansiar» clonar la composición de la leche materna, pero no lo puede conseguir. «Podría replicar los macro y micronutrientes, pero no el resto».

«La mejor medicina personalizada»

La importancia de la leche materna para el bebé en crecimiento es «indiscutible», según expertos de la Universidad de Zúrich (Suiza). Estos han analizado cómo los componentes de la leche materna actúan en la fisiología infantil.

 

Composición de la leche materna: No puede replicarse en un laboratorio

 

Los investigadores de esta universidad suiza publicaron una revisión sobre estudios sobre la composición de la leche materna que se publicó en la revista Trends in Biochemical Sciences.

En ese estudio comprobaron que la leche materna tiene una composición compleja y con muchas facetas, lo que la hace única. Todas esas cualidades de la composición de la leche materna hace que sea «la mejor medicina personalizada». No en vano, se considera que en el caso de los bebés prematuros, la leche materna es su mejor medicamento. Para hacer tal afirmación, los autores repasan las potencialidades de la leche materna una a una. 

La composición de la leche materna: Protege al bebé y a la madre

La leche materna aporta «todos los macronutrientes y vitaminas necesarios para el óptimo desarrollo del lactante». Metaánalisis recientes subrayan que la ausencia de lactancia materna se relaciona con mayor riesgo de mortalidad y morbilidad infantil. A largo plazo, esa carencia puede multiplicar la posibilidad de que aparezca obesidad infantil.

Esa es una de las razones por las que la OMS defiende que la lactancia materna sea la norma, no la excepción. Para la madre también es positivo dar el pecho porque sirve de escudo frente a determinadas enfermedades, entre ellas el cáncer de mama.

 

Composición de la leche materna: No puede replicarse en un laboratorio

 

Es una «joya formada tras millones de años de evolución», dicen los autores, que va más allá de los nutrientes y vitaminas. También proporciona inmunoglobulinas, citoquinas, proteínas antimicrobianas, hormonas y oligosacáridos que, trabajando en conjunto, fortalecen la «inmunidad de las mucosas» y dan forma a la microbiota intestinal.

También estimula el crecimiento corporal y regula el «espaciamiento» de los embarazos en la madre.

Un gran alimento diferente al de otros mamíferos

Según los autores del estudio, al comienzo de la lactancia, cada pecho de la madre produce una media de 450 gramos de leche al día. Después de los 15 meses, aún alcanza la nada desdeñable cifra de 200 gramos (aunque «con muchas variaciones», añade Inma Mellado).

La leche materna humana está compuesta por más de 200 moléculas de azúcar diferente, muy por encima del promedio de 30-50, como las que tiene la de ratón o vaca. El papel de cada uno de estos azúcares y su composición cambia durante la lactancia y eso sigue fascinando a los científicos, porque sigue siendo un enigma. Es probable, dicen los autores, que esté relacionado con el sistema inmunológico infantil y el microbioma intestinal en desarrollo.

Su riqueza «estructural y funcional» procede de que la composición de la leche materna es diferente y más compleja que la de otros mamíferos. La leche materna incluye dentro de la grasas, proteínas y carbohidratos multitud de componentes fundamentales para el bebé.

 

Composición de la leche materna: No puede replicarse en un laboratorio

 

Los mamíferos marinos, por ejemplo, tienen una leche rica en grasa, mientras que en los marsupiales o los primates la leche es rica en carbohidratos. Pero la composición de la leche de otros mamíferos es menos compleja que la leche humana.

La leche materna es un «fertilizante»

La leche materna suele ser el primer alimento del bebé. Sin embargo, tal y como remarca esta revisión de la Universidad de Zúrich, no todas las moléculas de azúcar de la leche están destinadas a la alimentación.

Como ya explicamos en el post sobre la lactancia materna y la microbiota del bebé, el recién nacido nace sin bacterias en sus intestinos, pero a los pocos días tiene millones y después miles de millones. Este crecimiento exponencial se debe a que los primeros compuestos que mastican las bacterias son esos azúcares. Según uno de los autores, Thierry Hennet, del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zúrich:

«El primer impacto que tiene la leche materna es favorecer la colonización del intestino por grupos bacterianos específicos que pueden digerir estas moléculas de azúcar.

Los bebés no tienen la maquinaria para digerir estos azúcares, por lo que son literalmente para las bacterias; es como un semillero, y la leche materna es el fertilizante«.

 

Composición de la leche materna: No puede replicarse en un laboratorio

 

Sienta las bases del sistema inmune del bebé

Paralelamente, la leche materna trabaja para sentar las bases del sistema inmunológico del bebé. Tras el nacimiento, esa leche es rica en anticuerpos y moléculas que retrasan el crecimiento de bacterias dañinas y coordinan la actividad de los glóbulos blancos.

Sin embargo, cuando el bebé comienza a desarrollar su propio sistema inmunitario adaptativos (un mes después), la composición de la leche materna cambia. Los niveles de anticuerpos de la madre disminuyen en un 90%, al igual que la diversidad de azúcares. En cambio, la leche materna humana madura tiene una mayor cantidad de grasas y otros nutrientes que favorecen el crecimiento del bebé.

En cualquier caso, la lactancia materna «continúa trabajando» el sistema inmune del bebé durante todo el tiempo que dure la lactancia, «y eso es importante resaltarlo», finaliza nuestra experta.

 

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