La importancia de conectar con los niños y niñas antes de corregirles

Muchas veces, tendemos a corregir rápidamente actitudes y gestos de los peques con castigos y gritos. Sin embargo, conectar con los niños antes de corregir su “mal” comportamiento es clave.

El sentido de pertenencia y el “mal” comportamiento infantil

A medida que crecen, los peques necesitan sentirse integrados y valorados. Desarrollan el sentido de pertenencia, en el que precisan ser parte de un grupo. Y conseguirlo no solo favorece su autoestima, sino que también fomenta su autonomía y “buen comportamiento”.

Por ello, detrás de un niño que “se porta mal”, hay una necesidad no cubierta de sentirse parte del grupo. Es decir, los peques piensan que la única forma de que los adultos les veamos y les tengamos en cuenta es comportándose de esa forma.

Pero, ¿qué es un mal comportamiento infantil? Muchas veces, decimos que un niño o niña se porta mal porque tiene conductas que están mal vistas o nos resultan incómodas a los adultos, aunque, en realidad, son propias del comportamiento natural de la infancia.

Así, pretendemos por ejemplo que un peque de apenas 2 años está horas sentado en un restaurante sin “molestar”, cuando a esa edad lo único que quieren y necesitan es moverse. ¿Tiene un mal comportamiento? No, en realidad es el propio de su edad, pero no se ajusta a nuestras necesidades adultas.

Así, el desarrollo evolutivo tiene sus propios ritmos, pero cuando hay conductas que no son propias de ese desarrollo se produce lo que en Disciplina Positiva se conoce como las las metas equivocadas. Es decir, los “malos comportamientos” serían fruto de una falta de conexión y pertenencia, según consideraba el psicoterapeuta y padre de la Disciplina Positiva Rudolf Dreikurs. Según Dreikurs, todos y todas necesitamos sentir que pertenecemos, que importamos, que se nos quiere y que somos significativos para un grupo, una comunidad o una familia.

Por su puesto, hay que tener en cuenta que los términos “buen” y “mal” comportamientos son muy relativos y que para lo que unos progenitores es válido y aceptable, para otros no tanto. Pero, partiendo de la lógica que nos lleva a corregir comportamientos como gritar o pegar, es cierto que muchas veces se tiende a corregir rápidamente ese tipo de acciones sin tener en cuenta el impacto emocional que puede tener en los peques.

¿Por qué es importante conectar con los niños antes de corregirles?

Los peques, como los adultos, son seres sociales y buscan la aceptación del grupo mediante las aportaciones y la conexión. Y a nadie le gusta sentirse invisibles o ignorados por otros. Sin embargo, muchas veces los peques pierden la conexión con sus adultos de referencia debido a su inmadurez y falta de habilidades sociales.

Además, los niños y las niñas no tienen aún bien desarrolladas todas las habilidades emocionales y lingüísticas para decirnos cómo se sienten o qué necesitan. Así que cuando tienen un “mal comportamiento” en realidad no están diciendo que necesitan algo.

Y el comportamiento de los adultos no suele ayudar. Es habitual que cuando tienen una rabieta queramos que se calle de inmediato por el miedo al qué dirá la gente y las miradas inoportunas. También cuando pega a otro peque le obligamos a pedir perdón; y cuando quita un juguete le instamos a devolverlo de inmediato. El castigo, a pesar de que no tiene ningún beneficio a largo plazo, sigue presente en muchas casas con el objetivo de que piensen y recapaciten.

Pero la realidad es que los gritos, los castigos, las amenazas y enfadarnos con nuestro hijo tiene justo el efecto contrario. Además de no ser respetuoso, les provoca más tensión, estrés y frustración. ¿La consecuencia? Su cerebro se bloquea y le impide reflexionar y aprender sobre lo que ha ocurrido. Pero, además, con nuestra propia reacción estamos fomentando ese “mal comportamiento”. Si tras pegar a su hermano corremos a castigarlo, han conseguido su propósito: captar toda nuestra atención.

Pero si conseguimos conectar con nuestro peque, podremos saber las necesidades emocionales que hay detrás de su conducta. Es decir, entender por qué ha actuado así. Y con ello, podremos corregirle con respeto, pero además, de forma positiva y educativa.

¿Cómo conectar con el peque tras “portarse mal”?

Por supuesto, lo ideal es evitar ese “mal comportamiento” del peque. Para ello, es importante conocer sus necesidades y que estén cubiertas. Solo así no tendrán que recurrir a “portarse mal” para llamar nuestra atención. Por ello, pasar tiempo de calidad y en exclusiva con cada uno de nuestros hijos, dedicándole toda nuestra atención cuando todo va bien, es clave.

Pero, en ocasiones, no siempre es posible. El ritmo de vida, el estrés, las obligaciones nos lleva a saltar antes de tiempo si nuestros peques “se portan mal”. ¿Cómo podemos volver a conectar con los niños tras un mal comportamiento?

• Respira. Solo desde la calma y controlando las propias emociones podremos corregir al peque de forma respetuosa. Los peques no se portan mal ni nos llevan la contraria a propósito, solo hay que entender que hay un porqué en cada una de sus conductas.
• Analiza la situación. Es importante diferenciar cuando se trata de un comportamiento normal y cuando no. Muchas veces los niños y niñas se comportan como lo que son (niños y niñas) y somos los adultos los que exigimos otro tipo de comportamiento que no se ajusta a su edad.
• Investiga la raíz del problema. La falta de conexión entre el adulto y el niño puede deberse a diferentes motivos. Por ejemplo, una necesidad física (hambre, sueño) o emocional (querer estar más tiempo con sus progenitores, algún problema con algún compañero del colegio) que no está siendo cubierta.
• Busca soluciones. En lugar de buscar culpables y poner sanciones, busca soluciones. Ten en cuenta a tu peque, hazlo partícipe y pregúntale cómo cree que se podría solucionar la situación para que no vuelva a repetirse.
• No lo ignores. Es importante que el peque sepa que nos importa todo lo que le ocurre, lo acompañamos y lo apoyamos. Pregúntale cómo se siente, ayúdalo a conocer y gestionar sus emociones y dile que estarás siempre que te necesite.
• Confía. Las “malas conductas” no van a desaparecer de un día para otro y es posible que se pierda la conexión más de una vez. Confía en el peque y en ti mismo y busca otras estrategias si las que habéis puesto no funcionan.

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