El desarrollo del lenguaje durante el primer año

Quizá no te hayas parado a pensar en lo fascinante que es el primer año de vida de tu bebé. Unas veces por el cansancio de las noches en vela y de las horas de lactancia, y otras por las dudas que parecen acechar en cada paso cuando nos estrenamos como familia, lo cierto es que no nos permitimos tomar distancia para darnos cuenta de todo lo que aprende un bebé en su primer año. Es la etapa de su vida en la que, por ejemplo, tiene lugar el desarrollo del lenguaje.

Efectivamente, al terminar el primer año, tu bebé estará preparado para comenzar a andar y a hablar, si es que no lo ha hecho ya. Pero, para que esto suceda, el viaje del desarrollo del lenguaje comienza desde el primer día que está en tus brazos. ¿Me acompañas en este viaje?

Antes de que continúes leyendo, te diré que lo que viene a continuación solo es una guía, no es necesario que los niños y niñas cumplan todas las habilidades de manera estricta en los tiempos establecidos. Así que calma, y sigue leyendo.

El desarrollo del lenguaje: el primer año

Durante los primeros seis meses de vida, el bebé desarrollará algunas capacidades básicas pero muy útiles para las siguientes etapas. Será capaz de localizar dónde está la persona que le habla o el objeto que hace ruido, y girará la cabeza en esa búsqueda. Pronto reconocerá las voces familiares y se dará cuenta de que quién le habla mueve la boca y hace gestos con la cara, y se fijará en ello. En un primer intento de comunicarse con quienes le cuidan, llorará, balbuceará y aprenderá a sonreír.

En los siguientes seis meses, comenzará a demostrar que comprende palabras e incluso algunas frases, imitará sílabas y palabras, y habrá preparado el camino para empezar a hablar. En apenas unos meses, te sorprenderás viendo como tu bebé dice adiós con la mano, juguetea, golpea y tira objetos voluntariamente y te dice… ¡la primera palabra!

Me detengo un segundo en este momento para que intentes ajustar tus expectativas hacia esa primera palabra. Quizá hayas imaginado toda la vida que será «papá» o «mamá». Prepárate. Puede que no sea así. Si te sirve de consuelo, con una madre logopeda, la primera palabra de mi hijo mayor fue “Bob” mientras señalaba un globo de Bob Esponja en una feria. ¡Aún no sé de dónde sacó la palabra porque jamás había visto los dibujos!

Sin embargo, la primera palabra de mis hijos pequeños, mellizos, fue “hola”. Supongo que, al ser dos, pudo más la razón social. Así que, sea cual sea la primera palabra de tu bebé, ¡bienvenida! Ahora la pregunta es ¿qué puedo hacer yo para favorecer el desarrollo del lenguaje de mi bebé durante este año si aún no habla?

Qué hacer para favorecer el desarrollo del lenguaje de mi bebé

Pues vamos en este punto con unas recetas que, aunque no son infalibles, sí son sencillas de realizar en cualquier momento del día. ¡Seguro que muchas ya las has puesto en práctica de manera instintiva!

Observa a tu bebé: la mayoría de las veces ellos van marcando el camino

Fíjate en lo que hace e imítale: responde a sus balbuceos con palabras, si te busca, muévete para que vuelva a hacerlo. Aunque a ti te parezca aburridísimo, ellos necesitan repeticiones y, además, les divierte.

Aprovecha los diferentes momentos del día para desarrollar el lenguaje

Si vas a bañarle, ¿por qué no sacar partido a ese momento hablándole de las partes del cuerpo o jugando con el agua? Si es la hora del pecho o el biberón, aprovecha la corta distancia entre tu cara y la suya y dile sílabas y palabras exagerando un poco la pronunciación. O simplemente, cántale una canción o dile cuánto le quieres, eso nunca sobra.

Juega con él

A partir de los seis meses, coincidiendo con la posibilidad de que puedan sentarse algún rato con apoyo, las posibilidades de juego aumentan: el cucú tras, intercambiar objetos, poner caras divertidas en un espejo, meter y sacar cosas de una caja, hacer filas de cubos, encajar aros de colores en un palo, romper papeles, jugar a ser animales y hacer sus onomatopeyas, ser estatuas o saludar por turnos para que nos vuelva a “poner en marcha” con un grito o tocándonos la nariz…

Cántale

Las canciones son otra de las herramientas más potentes para el desarrollo del lenguaje en los bebés. No en vano, comprenden antes la melodía que las propias palabras. En este sentido, no necesitan unos padres que canten bien, solo necesitan que canten, que inventen melodías y que jueguen con los sonidos del primer instrumento musical que van a tener: la propia voz.

La hora del cuento

Y, junto a las canciones, los gestos y las palabras, la otra herramienta estrella son los cuentos. En este primer año evita las historias largas y complejas. El bebé no será capaz aún de mantener la atención tanto tiempo y no podrá comprenderlo.

Busca cuentos de vocabulario en imágenes o con ilustraciones sencillas en las que pueda señalar el objeto que decís o que podáis nombrar el que os señala. Se trata de generar lenguaje a partir de una imagen.

Conversa sobre los objetos cotidianos

Fíjate, por ejemplo, en la cantidad de información que hay en una imagen de una naranja. Podemos hablar del color, de la textura, de la forma, del sabor, de masticarla o hacerla zumo, compararla con la naranja de verdad que tenemos en el frigorífico, pensar en a quién le gusta y a quién no, preguntarnos si rodará como una pelota…

Como veis, durante este primer año, solo hay que llevar a cabo juegos y actividades muy sencillas pero que les permitirán sentar las bases para desarrollar el lenguaje, un lenguaje para el que estamos programados genéticamente pero que necesita del entorno para desarrollarse correctamente. Y este hecho nos convierte en piezas clave en el desarrollo global y del lenguaje de nuestros hijos.

¿Te cuento un último secreto?

Realizar juegos y actividades para fomentar el desarrollo del lenguaje en el bebé no solo es bueno para él. Es bueno para ti también porque te permitirá pasar ratos dedicados exclusivamente a conectar, a disfrutar cada minuto de ese ratito que has decidido regalarte y regalarle, y, en definitiva, a establecer un vínculo saludable basado en la calma y el disfrute mutuo. Así que, no lo pienses más y… ¡a disfrutaros!

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