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El día 12 de agosto se celebra el Día Mundial del Hijo de En Medio. Se suele pensar que los hijos de en medio son los grandes olvidados en las familias. No cuentan con los privilegios de ser el hermano mayor ni con las atenciones del más pequeño, por lo que suele pensarse que se encuentran perdidos y les cuesta encontrar su lugar dentro de la familia.
Son la parte más importante del sándwich pero crecen a la sombra de sus hermanos, o eso nos han contado siempre. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
Cada hijo/a es único y especial, pero a veces ellos/as no lo saben
Quienes somos madres o padres sabemos que el amor que sentimos por nuestros hijos es inmenso y que se quiere a todos los hijos por igual. Cuando nos convertimos en padres por primera vez, el amor que sentimos por nuestro hijo/a es tan grande que pensamos que nos será imposible volver a querer a otra persona del mismo modo.
Es frecuente que, durante el segundo embarazo, nos cuestionemos si seremos capaces de querer igual al pequeño. Aunque con la llegada del bebé todas las dudas se disipan y acabamos entendiendo que el amor no se divide, se multiplica.
Más allá de que podamos sentir más afinidad con algún hijo o hija en concreto, por una cuestión de carácter o aficiones compartidas, la mayoría de madres y padres estarían de acuerdo en afirmar que no se quiere más a unos hijos que a otros. Pero, ¿lo saben nuestros hijos? La realidad es que no.
Con el tiempo, seguramente, entenderán que les queremos a todos por igual, pero, durante la infancia, su manera de percibir e interpretar el mundo y su necesidad de atención y conexión por nuestra parte, les llevan a vivir una competitividad natural entre hermanos.
En esa necesidad de destacar, de hacerse ver, de tener nuestra atención… cada uno de nuestros hijos tiene la necesidad de ocupar su lugar en la familia. Se establece una suerte de reparto de papeles en la obra de teatro familiar en la que, cada quien juega su rol por oposición al resto.
Es frecuente escuchar frases del tipo “¿Cómo pueden ser tan diferentes si les hemos educado igual?” o “No pueden ser más diferentes, parece mentira que sean de la misma familia”. Sin embargo, a poco que observemos a nuestro alrededor, es fácil encontrar rasgos comunes de personalidad entre personas que, aunque pertenezcan a diferentes familias, ocupan el mismo lugar en cuanto al orden de nacimiento.
Parece razonable ya que, de un modo u otro, todos los hermanos mayores han compartido la experiencia de ser los únicos durante un tiempo y han vivido el “destronamiento” al convertirse en hermanos por primera vez. En todas las familias los pequeños viven la “certeza” de ser los últimos, el “privilegio” de no ser nunca destronados de su posición. Pero, ¿y el hijo de en medio? ¿Qué lugar ocupa él/ella en la estructura familiar?
El rol del hijo de en medio dentro de la familia
La Disciplina Positiva nos habla también de la importancia del orden de nacimiento. En el caso de los hermanos medianos las situaciones se multiplican ya que no es lo mismo ser el mediano de tres, que ser el mediano en una familia de siete. Sin embargo, todos los hijos medianos han estado privados del privilegio de ser el mayor y han perdido la posición de ser el “pequeño”, que ocuparon una vez.
Los hermanos medianos deben reinventarse y encontrar su propio lugar dentro de la familia. En su lugar, además, pueden llegar a sentirse en tierra de nadie, sin la exclusividad de ser el primogénito ni las ventajas de ser el pequeño.
Estas posibles “dificultades” a la hora de encontrar su lugar dentro de la familia confieren a los hermanos medianos una serie de rasgos que suelen ser compartidos y que, en contra de lo que pueda pensarse, pueden serles muy ventajosos para la vida.
Ventajas e inconvenientes de ser el hermano del medio
Puede que, en un primer momento, se rebelen contra su nueva situación en la familia, pero aprender a sobrevivir como el hermano de en medio suele convertirles en personas conciliadoras, con un gran sentido de la empatía, sin la presión ni las expectativas que suelen volcarse sobre los hijos mayores ni la atención excesiva, en ocasiones, que suele ejercerse sobre los pequeños. Suelen ser personas muy sociables, con gran facilidad para las relaciones sociales y a las que sus amigos suelen recurrir en busca de ayuda.
Por supuesto, cada familia es diferente y no hay fórmulas únicas que nos sirvan para definir a una persona según el lugar que ocupe en su familia. Pero conocer de qué manera suele influir el orden de nacimiento en la personalidad de las personas puede ayudarnos a entender cómo se sienten, en base a sus experiencias vitales, cada uno de nuestros hijos.
Y en el caso de los hermanos de en medio, cuyo Día Mundial se celebra hoy, la observación y la conexión, de las que siempre hablamos en Disciplina Positiva, serán especialmente importantes a la hora de acompañarles y entender su forma de estar en el mundo.
Si necesitáis apoyo para la crianza de vuestro hijo de en medio o asesoramiento para aplicar las herramientas de la Disciplina Positiva en la familia, podéis consultarme online en la Tribu CSC.
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