Dormir todos juntos: Cuestión de confianza

En mi casa dormimos los 4 juntos, porque nos gusta

Este post se publicó originalmente el 20/07/2018 y ha sido actualizado en fecha 17/10/2024

Suena el despertador, mi pareja y yo nos levantamos. Desayunamos y planteamos las cosas para el día que comienza. Cuando me marcho al trabajo, generalmente, las niñas aún duermen, les lanzo besos desde la puerta del cuarto a modo de despedida. Su padre se encarga de levantarlas y llevarlas al colegio. Hasta aquí todo normal. ¿Cambia algo conocer el detalle de que dormimos los cuatro juntos?

En ocasiones nos sentimos en la necesidad de justificar nuestros actos o decisiones, especialmente si se trata de una conducta que se sale de lo habitual (que no de lo normal). Esta circunstancia, con la que vamos conviviendo a lo largo de los años, se acentúa cuando formas una familia.

Entonces, hagas lo que hagas y decidas lo que decidas, más pronto que tarde, acabas cayendo en las justificaciones. Porque son tantas las maneras de hacer y sentir en la crianza que resulta sencillo encontrar alguna corriente o profesional que avale nuestras decisiones y también las refuerce.

De algún modo, gracias a este apoyo, nos sacudimos un poco la responsabilidad o la culpa y nos aligeramos la carga, a veces, simplemente, argumentar así nuestros actos nos ayuda a atajar una conversación que adivinamos poco fructífera.

No obstante, hay cosas que van más allá de cualquier estudio. Hay actos que nacen de la convivencia, del sentir de cada familia, de elegir un estilo de vida más natural y flexible en algunos aspectos, de adaptarse a los hechos y no a lo que se espera.

Ya van ocho años. En todas estas lunas tan sólo una vez nuestra hija mayor decidió dormir en su propia habitación pero regresó con nosotros. Reconozco que su presencia me permitió conciliar el sueño aquella noche. Qué le voy a hacer, me he acostumbrado a dormir entre sueños minúsculos.

La intención de ambas por abandonar el dormitorio, el de todos porque así es, resulta escasa. De modo que lo hemos adaptado para facilitar el descanso. No es muy elegante, es cierto, pero al fin al cabo se trata tan sólo de una etapa… ¿no?

En ese espacio reina la anarquía y aunque una se acueste en el mismo sitio despierta a menudo en otro, o te duermes estrechando una mano diminuta y amaneces con un pie en el hombro. Todo esto tiene su encanto.

Como cabe imaginar, hemos escuchado comentarios y advertencias de todo tipo, teorías que nos auguran una catástrofe emociocional para nuestras hijas. Encontramos cierta simpatía en los primeros años pero, para ser sincera, digamos que es un tema que se ha dejado de lado y ya apenas se aborda entre conocidos.

Aceptado o no, la cuestión es que en círculos cercanos nos dejan a nuestro aire, sin embargo, no ocurre lo mismo en otros ámbitos. Pero una de las ventajas de la experiencia es que podemos anticiparnos a los comentarios y no nos inquietan. Hace ya tiempo que limito mis argumentos a un sencillo «porque nos gusta».

 

 

Ya no trato de reforzar nuestra elección con argumentos acerca del apego y el desarrollo o bien sobre la falta de fundamentos para afirmar las terribles consecuencias que dormir todos juntos conlleva. De este modo, partiendo de la elección por placer, se reduce considerablemente el margen de réplica. La franqueza es cualidad que casi siempre desconcierta.

Esta situación que vivimos en casa con total naturalidad difiere de la corriente general. En ocasiones porque se ha decidido que los hijos descansen en otra habitación o bien porque hay niños que en un determinado momento eligen abandonar el dormitorio común. De momento, no es nuestro caso. La pequeña ni se lo cuestiona pero ¿qué ocurre con la mayor?

Para nosotros resulta fácil, e incluso cómico según las circunstancias, pero nuestra hija comienza a encontrarse ante este tipo de convencionalismos entres sus amigos y compañeros sorprendidos de que duerma con nosotros de manera habitual, es decir, que se acueste directamente ahí. Se enfrenta con frases y burlas para ridiculizar esa conducta. He de decir que no se plantea dejar de hacerlo pero, obviamente, esos ataques hieren su sensibilidad.

Para ella es normal porque nace de lo que desea y no encuentra oposición ni resistencia, al contrario, son bienvenidas. Nunca las hemos empujado a dormir en otro lugar, si bien conocen que tienen su propia habitación y que cuando lo deseen pueden ocuparla. Encajamos esta etapa como algo transitorio, sin medir la duración, y tratamos de adaptarnos con sencillez y cariño.

Sin embargo, se ha dado cuenta de que resulta más cómodo no dar demasiadas explicaciones y pasar de puntillas frente al tema. Por eso, cuando en la revisión médica le preguntaron si dormía en la misma habitación que su hermana se limitó a asentir, sin más, mirándome con la sonrisa en los labios. Yo también le sonreí; la forma en que la enfermera formuló la pregunta nos evitó un momento incómodo y ambas nos percatamos.

 

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No dejo de entristecerme por estas situaciones, a pesar de relativizarlas restando importancia. Preferiría, por ejemplo, que en las consultas médicas, lugar de referencia para muchas familias en cuanto al cuidado de nuestros hijos, no resultase embarazoso decir que duermes con ellos.

Y resulta especialmente triste y significativo que durante la infancia aquellos niños que comparten cama con sus padres sean objeto de mofa en algún momento. Entiendo que esas burlas vienen condicionadas por lo que observan o viven en su entorno, es decir, que se reproducen patrones de comportamiento, puesto que me cuesta pensar que un niño, por sí mismo, no acepte este hecho con normalidad.

En casa no tenemos prisa ni intención de cambiar, no nos causa preocupación ni tan siquiera inquietud. Y no deseamos forzar ninguna situación porque a todos nosotros, los afectados, nos sienta bien, lo vivimos con serenidad y elegimos hacerlo de manera aceptada en familia. Tampoco supone una renuncia a la intimidad de la pareja ni consideramos que estemos malcriando a nuestras hijas.

Ojalá esta determinación para opinar abiertamente, sin temor a no encajar o ser señalada, fuese la tendencia general y no conllevase un ejercicio de aceptación con nuestros hijos. Porque, obviamente, trabajamos este aspecto con la mayor para reforzar su autoestima y confianza.

Desearía transmitirle que somos libres de expresarnos y sentir. Transmitirle que es hermoso caminar ligeras y mostrarnos como somos, darle a conocer la importancia de saber escoger en qué medida y con quién te compartes, sin perder por ello la autenticidad. Transmitirle la alegría de aceptar nuestros actos siendo consecuentes y lo valioso de transitar la vida sintiéndose libre de juicios.

Porque ante situaciones incómodas, se den cuando hayan de darse, siempre se podrá argumentar «porque nos gusta» y ya se sabe… para gustos los colores.

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15 responses on "Dormir todos juntos: Cuestión de confianza"

  1. Teresa Sánchez Falcon21 julio, 2018 at 7:47 pmResponder

    Si los mamíferos duermen bajo el mismo techo con sus cachorros hasta que crecen y se marchan ( cueva, cielo,arbol), por que el hombre que es un mamífero igualmente , no puede dormir con sus hijos en la misma cama. Cada familia es un mundo y cada mundo una familia. Lo importante es respetar y no juzgar. Los hijos se marchan en algún momento , pero es mejor que lo decidan ellos. El apego aporta seguridad y felicidad.

  2. Hola, que sorpresa, nosotros también dormimos juntos y hemos ampliado la cama para el nuevo hermanito que va a llegar.

  3. Nos encanta dormir con nuestra pequeña.
    Sentir su piececito caliente sobre mi espalda me enamora y cuando en mitad de la noche extiende su brazo y me busca con su manita para acariciarme y para saber que estoy ahi, es cuando pienso en la tranquilidad que le tiene que dar dormir con nosotros y sentirse acompañada.
    Me apunto la respuesta que desgraciadamente creo que en algún momento tendré que dar: porque nos gusta.

  4. No dormimos habitualmente con nuestra hija, hay veces que necesita dormirse con nosotros y luego pasa a su cuna, cuando se despierta a desayunar después las últimas horas a veces duerme con nosotros también…. no se si esto se llama colegio a medias…. lo que se es que seguimos su ritmo y le damos lo que necesita en cada momento.
    Si hubiera más respeto no tendríamos que justificarnos de nada…

    • Así lo entiendo también, Patricia, nos falta tolerancia y respeto. A veces, desde una posición que entiendo empática me sorprendo con determinados pensamientos, todo supone un proceso de. No deseo generalizar, hablo por mí. Gracias por el comentario, un saludo.

  5. Hola, mi hijo mayor tiene 8 años y el segundo 5, siempre hemos dormido todos juntos. En enero llegó el pequeño de la familia y por cuestiones de descanso (por las tomas nocturnas) el papá y los dos mayores duermen en otra habitación y yo con el peque… En cuanto el peque sea un poco más grande nos volveremos a unir todos… Hasta cuándo? No sé… Ellos decidirán…. Y mi respuesta a la gente que pregunta y opina es la misma…. «porque nos gusta».

    • Hola Eva, pues íbamos a la par, nuestra pequeña tiene 4. Ahora, en vuestro caso, aún más posibilidades en cuanto a combinaciones. Lo entiendo del mismo modo, según cada uno se sienta a gusto, sereno y seguro. Reconocer que lo hacemos por placer, finalmente, es lo más franco. Un abrazo

  6. Poco que decir, solo gracias, por el mensaje y por escribir palabras como deseo, placer, confianza, franqueza… más sentido común imposible…

  7. Me parece super bonito el que quiera dormir con Nosotros mi Niña de 6añitos,se mete en medio y m Busca El pelo para Saber que Estoy ahi, de vez en Cuando una patada…y la Ultima una escapadita de pis que le toco en la Espalda de Mi Marido!!! Pero estas cosas solo Pasan si estas con ellos a su Lado!! Asiq Tampoco la decimos que se Vaya Porque crecer muy rapido

  8. Hola!
    Pues mi hijo tiene 2 años y me encanta que duerma con nosotros.
    Así además, cuando nos busca porque está nervioso o algo, nos tiene ahí mismo y no se agobia.
    Pero ya he oído de todos lados que a ver si se acostumbrará mal, que no es normal, etc etc… Y me da mucha pena.
    Por lo único que lo pasaría a su cama es por los golpes que recibo a veces jajaja.

  9. Acabo de llegar a este texto porque a veces, más de las que desearía, me siento en la obligación de dar explicaciones sobre este tema. Nosotros cuatro también dormimos en la misma cama (y tan agusto). Mis hijos tienen ahora cuatro años y 21 meses. Una orientadora del cole de mi hija le vaticinó un futuro emocional terrible por dormir aún con nosotros hace un año; si conociera que aún sigue llamaría a los servicios sociales. ¡Ah! Mi hija mayor hasta hace pocos meses se dormía en la teta; se destetó ella sola, de forma natural y ahora necesita dormirse dándonos abrazos y besos y diciéndonos cosas bonitas (es uno de mis momentos favoritos del día). Mi hijo pequeño se sigue durmiendo en la teta. A veces me hacen sentir que somos bichos raros.

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