Las vacunas infantiles siempre han generado gran controversia. A pesar de su enorme importancia para controlar (y erradicar enfermedades), lo cierto es que no todos los padres, madres o tutores están a favor de vacunar…

Este post se publicó originalmente el 03/11/2022 y ha sido actualizado en fecha 24/09/2024
Las vacunas son actualmente una medida preventiva muy eficaz y segura. Sin embargo, en algunas ocasiones pueden provocar reacción. En la inmensa mayoría de casos esa reacción es leve. Hoy os hablamos de los efectos secundarios de las vacunas infantiles.
El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría es claro en este sentido: «La mayoría de los efectos adversos producidos por la vacunación son leves y transitorios y se limitan a dolor pasajero o tumefacción en el lugar de la punción o febrícula o fiebre».
Es decir, las vacunas infantiles son seguras y eficaces. No obstante, no están exentas de controversia pese a ser claves para el control e incluso erradicación de enfermedades. La reaparición de enfermedades erradicadas como el sarampión está causada, en parte, por movimientos en contra de las vacunas.
Por eso, ante cualquier duda, lo mejor es consultar con un profesional. Nuestro equipo de profesionales en salud materno-infantil os puede ayudar a resolver cualquier duda a través de la Tribu CSC, donde, entre otros especialistas, podéis contactar online con la pediatra Gloria Colli y el enfermero de pediatría Armando Bastida.
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¿A qué se deben los efectos secundarios de las vacunas?
Los efectos secundarios de las vacunas pueden deberse a distintas causas. La propia vacuna o los conservantes que se incluyen «para mantenerla estable». Algunas de las sustancias presentes en diversas vacunas pueden generar reacción. Por último, también los antibióticos que se añaden en algunas ocasiones para evitar «su contaminación» pueden provocar efectos secundarios en según qué personas.
En cualquier caso, los efectos secundarios suelen ser leves. Los efectos adversos más graves, como las reacciones anafilácticas o la encefalopatía son muy poco frecuentes. Se estima que un caso por cada millón de vacunas. Y, en cualquier caso, son menos frecuentes que los producidos por la enfermedad de la que estamos protegiendo a los niños con las vacunas.
El Comité Asesor de Vacunas pone de ejemplo la vacuna frente a la difteria, el tétanos y la tosferina (DPT):
«La vacunación puede provocar una encefalitis (en la mayor parte de los casos leve) en un niño de cada millón de vacunados. Padecer cualquiera de las tres enfermedades puede ocasionar la muerte en 1 de cada 200 niños y producir una encefalitis (muchas veces grave e invalidante) en uno de cada 1.000 niños que la padezcan».

¿Cuáles son los efectos adversos más frecuentes tras la vacunación infantil?
Los efectos secundarios de las vacunas infantiles más habituales son:
- Dolor, hinchazón y enrojecimiento en el lugar de la punción. Se trata de una reacción frecuente y temporal. Para aliviarla se puede aplicar una compresa fría en la zona del dolor. Si este es fuerte, la recomendación es el uso de analgésicos como el paracetamol. Si la zona se enrojece, sí es recomendable consultar con Pediatría por si puede tratarse de una alergia.
- Pequeño bulto en la zona del pinchazo. Es frecuente en el caso de la vacuna frente a la tosferina y la meningitis B. Aunque puede provocar dolor si se aprieta la zona, por lo general desaparece a las pocas semanas.
- Fiebre. Es uno de los efectos secundarios más habituales de las vacunas. Pero no todas la dan. Se calcula que entre el 15 y el 25% de los bebés vacunados experimentan un aumento de la temperatura corporal. Es más frecuente con la triple vírica (sarampión-rubeola-parotiditis), la del meningococo B y tras la vacunación con DTP. En el caso de la vacuna de la tosferina no es una reacción frecuente ahora que se han introducido vacunas acelulares.
¿Qué hacemos con la fiebre?
Debemos aclarar que en la mayoría de casos no es fiebre sino febrícula. Y no siempre es inmediata, sino que depende del tipo de vacuna. En el caso de la vacuna triple vírica y de la varicela, la fiebre puede aparecer entre 4 y 15 días después. Si aparece, lo importante es diagnosticar qué causa esa fiebre y cómo bajar la temperatura. Sí podemos tratar el malestar que provoca.
Solo si la temperatura supera los 37,5ºC en axila, podríamos dar algún antitérmico como paracetamol (algunos especialistas recomiendan también el ibuprofeno, pero en el caso de la vacuna de la varicela, solo se debe ofrecer paracetamol). Si la fiebre se mantiene más de 24-48 horas o aparecen otros síntomas, hay que consultar con el/la pediatra.

Algunas recomendaciones más frente a los efectos secundarios de las vacunas
Además del frío local o el uso de analgésicos en caso necesario, hay otras recomendaciones relativas a los efectos secundarios de las vacunas.
- Tras la vacuna, es recomendable permanecer en el centro sanitario unos minutos por si se produce alguna reacción para poder atender al peque de inmediato.
- Ante cualquier duda, pregunta al o la profesional sanitaria que te atienda. Mejor no quedarse con incertidumbre de ningún tipo.
- Si se trata de un bebé, puede ser que experimente más somnolencia de lo habitual. No hay que preocuparse si necesita dormir más.
- Hay que vigilar la temperatura y procurar que esté bien hidratado.
- También es posible que tu hijo/a se muestre más irritable de lo normal. Si es así, la única recomendación es paciencia y cariño. Como adultos, debemos comprender que el dolor o el malestar es una cuestión subjetiva y que no todos los niños son iguales.
- En el caso de los niños y niñas algo más mayores, puedes mejorar su malestar con comunicación, además de cariño. Sentirse mal físicamente es algo pasajero, pero la importancia de las vacunas para su salud tendrá un efecto positivo para toda su vida.
A la hora de que les pongan las vacunas a nuestros/as hijos/as, recuerda que en el caso de los bebés lactantes, puedes darle el pecho mientras le pinchan, lo cual funciona casi como un analgésico para ellos/as. También puedes consultar nuestros artículos sobre cómo hacer que las vacunas duelan menos y qué tener en cuenta después de que se las administren.
Las vacunas están basadas en la teoría del contagio,la cual nunca ha sido demostrada.El virus del sarampión no existe,ningún científico ha podido demostrarlo nunca,el sarampión es una bajada del sistema inmune debido a carencias emocionales del niño,sobretodo la ansiedad de separación.Los niños vacunados desarrollan muchas más enfermedades crónicas debido a que «las vacunas»destrozan su sistema inmune,y esto está ampliamente demostrado,quien quiera investigar encontrará toda la información.Las inyecciones no hacen sino perjudicar gravemente la salud de los bebés y niños,y tenemos la responsabilidad como padres de investigar y no creernos lo que dice la industria farmacéutica, quien financia con millones de euros a la asociación española de pediatria.Por favor,investiguen.
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