El juego es una herramienta fundamental de aprendizaje durante la infancia, pero ¿qué tipo de juguetes prefieren los niños? A menudo regalamos juguetes a los peques dejándonos llevar por la publicidad, las modas o la apariencia…
¿Qué hacemos con los juguetes cuando se rompen? Hay un lugar mejor para ellos que olvidarlos en la habitación a la espera de ser reparados: el hospital de los juguetes. Un espacio para tenerlos siempre presentes y repararlos cuanto antes.
Juguetes a prueba de niños
Muchos juguetes parecen hechos a prueba de bombas. No solo por las horas de diversión que proporcionan a los peques, sino porque muchas veces estos no los usan con especial delicadeza. Así, es probable que en más de una ocasión acaben volando o estrellándose contra el suelo.
Con suerte, puede que acaben con un pequeño desperfecto fácil de arreglar; aunque en otras ocasiones su destino será la basura por irrecuperable o bien porque al romperse se convierta en peligroso para seguir jugando con él.
Pero ¿qué ocurre cuando un juguete se daña? ¿Y si el juguete en cuestión es el favorito de nuestro/a hijo/a? La mayoría de las veces acaban apartados del resto, encima de una mesa para recordarnos que tenemos que comprar algún material para repararlos. Pero hay un lugar mejor para ellos donde recibir cariño mientras se curan: el Hospital de los Juguetes.
¿Qué es el hospital de los juguetes?
Igual que los humanos necesitamos ir al médico y, en ocasiones, al hospital cuando estamos enfermos, también hay un hospital para los juguetes cuando estos se rompen. Un lugar mejor que encima de la mesa u olvidados en la habitación, que nos ofrece la posibilidad y el tiempo para poder comprar los materiales necesarios para repararlos. Y que a su vez permite a nuestros hijos e hijas entender que ahí van a «curarse».
¿Cómo podemos hacer un hospital de los juguetes? Basta con una caja de zapatos al que le puedes pegar una cruz roja en la tapa para bautizarla como Hospital de los Juguetes. Ahí podéis poner los juguetes que se vayan rompiendo para saber que hay lista de espera y que necesitan ser atendidos… ¡cuánto antes!
Así, el hospital de los juguetes ayuda a promover la responsabilidad de los peques sobre sus pertenencias, enseñándoles de paso que aunque algo es reparado, en ocasiones puede perder algunas de sus funciones.
Además, también les puede ayudar a entender el concepto de tiempo: no siempre se pueden arreglar o «curar» las cosas enseguida y, en ocasiones, es necesario ir a comprar todo lo necesario para que su juguete favorito esté en plenas condiciones de nuevo. Y a todo ello se une el desarrollo del juego simbólico y de construcción.
La importancia del juego simbólico
El hospital de los juguetes puede ser una simple caja de zapatos para poner los juguetes rotos. En ella, tanto papás, mamás como los peques pueden ejercer las labores de médicos/as y enfermeros/as para cuidar y curar a los juguetes: ponerles el termómetro, auscultarles, darles la medicina, ponerles vacunas… Y, además, con ello estaremos normalizando situaciones frecuentes cuando vamos al pediatra.
Además, potencia muchísimo el desarrollo del juego simbólico, aquel que permite a los peques adoptar diferentes roles y reproducir situaciones que ven en los adultos. Es uno de los juegos que más realizan los niños sin que nadie se lo enseñe. Les basta con imitar a personas y situaciones para desarrollarlo y aprenden mientras lo practican.
A través de esta práctica, los más pequeños reproducen y ensayan situaciones del día a día a modo de teatro y experimento. Cocinar, curar a un perrito o cuidar a un bebé son solo algunos ejemplos.
El juegos simbólico tiene múltiples beneficios, como ayudarles a decodificar y entender el mundo, además de ofrecerles una experiencia práctica con actividades que realizarán más tarde como adultos. También les ayuda a trabajar las emociones (como la empatía) y los temores infantiles; educa en igualdad; desarrolla el lenguaje y las habilidades sociales; y trabaja la imaginación y la creatividad.
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