Una de las cosas que más me decían cuando estaba embarazada era: "Ya verás qué diferentes son los niños de las niñas". De alguna manera, ya me hacían pensar que al nacer mi segundo hijo…
La Disciplina Positiva lleva años señalando la importancia del orden de nacimiento. Ahora la ciencia lo confirma: el orden de nacimiento importa e influye en la educación, la personalidad e incluso el éxito en la vida de nuestros hijos.
¿Cómo son los hijos según su orden de nacimiento?
Sobre el orden de nacimiento de los hermanos dentro de una familia existen muchos estereotipos: que si los mayores son los más responsables, los medianos los más complicados, los pequeños los más revoltosos, los hijos únicos los más consentidos… Pero ahora la ciencia, lejos de desmentir la existencia de estos arquetipos, los confirma. Una investigación reciente estudió cómo afectaba el orden del nacimiento de los hijos a su educación, encontrando diferencias notables entre hermanos mayores, menores o hijos únicos.
En el informe reciente ‘Birth order, sibling size and educational attainment in twentieth century Spain‘ (‘Orden de nacimiento, tamaño de los hermanos y nivel educativo en la España del siglo XX’ en español) se analizó la influencia en la educación del orden de los hermanos y hermanas de las generaciones de españoles nacidos en las primeras seis décadas del siglo XX.
Los investigadores hallaron que existen algunas tendencias en cuanto al nivel educativo según la cantidad de hermanos y si se es de los menores o los mayores.
«Los hallazgos en España respaldan el marco teórico del modelo de dilución condicional de recursos familiares e indican que tanto el número de hermanos como el orden de nacimiento han sido factores importantes y relativamente independientes en la reducción del logro educativo.
La asociación del tamaño de la familia y el orden de nacimiento con el nivel educativo dependía en gran medida del nivel socioeconómico. Mientras que las consecuencias educativas del número de hermanos no se distribuyen uniformemente por clase social, los resultados del orden de nacimiento son mucho más homogéneos.
Esto sugiere que los padres en niveles socioeconómicos altos pudieron limitar los efectos de dilución inducidos por el número de hermanos mientras que la dinámica de dilución de recursos asociada con el orden de nacimiento dependía, en parte, de factores no totalmente controlables por las familias», señalan los autores del estudio.
Los hermanos mayores tienen mejores posibilidades
El mayor de los hijos siempre tiene una ventaja sobre el resto de sus hermanos, estudiando de media 7,2 meses más que el tercero, algo que a largo plazo le beneficia ampliamente pues a mayor escolarización aumentan las probabilidades de tener éxito en la vida.
Esto se debe principalmente a los años de oportunidades que el primer hijo tiene para él solo antes de la llegada de sus hermanos: desde la atención que recibe hasta las mayores facilidades que tienen los progenitores para apoyar su educación y desarrollo, gracias a que un solo hijo supone un gasto menor.
«Es la Teoría de la Dilución de Recursos: a cada hijo nuevo que llega le tocan menos trozos del pastel que hay que repartir. Eso también afecta a la energía de los padres para cuidar a los niños, porque no es lo mismo sacar a un primogénito adelante con 23 años que a un quinto hijo con 38 años», comenta para el diario ‘El Mundo’ Miguel Requena, autor de la investigación y catedrático de Sociología de la UNED.
Además, a esto se suma el ambiente intelectual en el que crecen los niños: durante la crianza del primer hijo, las conversaciones familiares siguen siendo maduras en sus primeros años, en tanto para cuando llegan los siguientes hijos, los padres estamos habituados a un ambiente más infantil en casa.
Entonces, ¿es mejor ser hijo único?
Teniendo todo lo anterior en cuenta, cabría inferir que quienes son hijos únicos se llevan las mayores ventajas, ya que disponen de la atención exclusiva de sus padres y de todos sus recursos materiales y económicos… pero, curiosamente, esto no es así.
Aunque las hijas e hijos únicos tienen ciertas ventajas como disfrutar de más atención en exclusiva, tener más recursos de todo tipo y, por lo general, beneficiarse de un vínculo de apego con sus progenitores sin la sombra de los celos ni peleas entre hermanos; también al carecer de hermanos gozan de menos relaciones sociales con iguales y se pierden determinadas situaciones de aprendizaje relacionadas con compartir juguetes, aceptar reglas de un juego…
¿Lo mejor? Ser el mayor de dos hermanos
Según los hallazgos de estos investigadores, quienes tienen la mayor ventaja educativa entre todos los tipos de hijos o hermanos, son los primeros hijos de una familia con dos hermanos.
De acuerdo con la investigación, el mayor de dos hermanos tiene 9,6 meses más de educación que un hijo único en términos brutos, y 2,4 en términos netos. Pero, ¿por qué sucede esto, si cuando un hijo está solo recibe mayores atenciones y estímulos que cuando tiene hermanos?
El autor explica que esto ocurre debido a que, cuando nace un hermano menor, el mayor se convierte casi automáticamente en un mentor para el nuevo miembro de la familia, desarrollando aún más habilidades cognitivas al hacerlo:
«Según los psicólogos, los hermanos mayores de dos se entrenan con los hermanos pequeños. Hacen de mentores y ahí consiguen mucho entrenamiento«, explica Requena en una entrevista en ‘Nius’.
Según el investigador, los hermanos mayores tienen más logros académicos que los pequeños y «también son más listos».
¿Y las familias numerosas?
En el caso de las familias numerosas, cuanto mayor es el número de hermanos, mayor es el riesgo de abandono escolar temprano, pues los datos indican la necesidad de las familias de tener que dividir todos los recursos (económicos, educativos y de crianza) entre los hermanos, haciendo que las ventajas sea menores conforme aumenta la familia.
Pero estos resultados, lejos de servir para desalentarnos deben orientarnos a entender cómo podemos ayudar al pleno desarrollo de nuestros hijos en todos los aspectos de su vida y apoyar su educación atendiendo a las necesidades diferentes de cada hermano y específicas de cada uno, así como a mantenernos alejados de la profecía autocumplida.
Orden de nacimiento y personalidad: Adler y el orden de nacimiento
En 1927, el médico y psicoterapeuta austriaco, fundador de la escuela conocida como psicología individual, Alfred W. Adler teorizó que el orden de nacimiento afectaba enormemente la personalidad porque los progenitores trataban a los niños y niñas de manera diferente según fueran mayores o menores. También sostenía que las madres y padres comparaban a unos hermanos con otros, creando así una sensación de inferioridad.
¿Cuál es el orden de nacimiento? La teoría del orden de nacimiento es la idea de que nuestra posición en nuestra familia afecta a nuestras características personales y que sus efectos perduran hasta la edad adulta. Hay estudios que sostienen que este factor influye incluso en nuestra personalidad, nuestro coeficiente intelectual e incluso nuestro éxito en la vida.
¿Qué lugar ocupa cada hijo?
Cuando se trata de embarazos planificados, el primogénito suele ser el hijo más buscado. Por lo general, al segundo se le concede menos responsabilidades que al primero y al pequeño, o benjamín, se le consiente mucho más. El hijo único, en cambio, recibe todo el cariño de sus padres, pero también se le exige más que a otros niños.
¿Cómo influye el orden de nacimiento en la personalidad según Adler?
¿Cómo influye el orden de nacimiento de los hijos en su personalidad? Aunque la personalidad de alguien depende de muchos factores, muchos estudios afirman que el orden de nacimiento en una familia sí influye a la hora de presentar una señas de identidad u otras. Así, en términos generales, el primogénito suele ser más serio y responsable; y el pequeño más mimado y rebelde.
Aunque en cuanto a otros rasgos de personalidad, es de destacar que otros estudios señalan que el orden de nacimiento influye menos que las características personales, los valores y la educación transmitida en el hogar. Por ejemplo, según este estudio, «en el liderazgo influyen principalmente: los valores, la estimulación, el apoyo el respeto, la confianza, la disciplina, la motivación y la delegación de tareas en el hogar» y que los progenitores «estimulan el liderazgo de los hijos de acuerdo a sus características personales; sin importar el lugar que ocupan como hermanos». No obstante, muchos psicopedagogos y psicólogos infantiles sostienen que las teorías de Adler son mucho más acertadas.
¿Cómo determina el orden de nacimiento la personalidad?
Los defensores de la teoría de Adler suelen explicar que las hijas e hijos mayores suelen ser personas responsables, confiables, cautelosas, pero quizás más mandonas, complacientes y controladoras. Tradicionalmente también se ha pensado que la hija o el hijo mayor recibe mucha atención en exclusiva de los padres durante sus primeros años de vida, por lo que cuando llega el segundo hermano, a menudo pueden sentirse descuidados o destronados.
Sobre el segundo hijo y su personalidad han corrido ríos de tinta. En general, se cree que a los medianos se les deja más de lado, se les ignora más que a los mayores o a los más pequeños de la familia, por lo que tienden a ser pacificadores y adaptan su personalidad para acoplarse a lo que quizás el niño mayor ya se ha llevado en ese nicho familiar.
Asimismo, a menudo se piensa que los hijos pequeños son más egocéntricos y manipuladores, pero también más divertidos, entretenidos y encantadores. Se cree que esto es así debido al mayor esfuerzo que sienten que tienen que hacer para mantener su independencia respecto al control de sus hermanos y diferenciarse de estos; así como para llamar la atención de sus progenitores.
Y respecto a los hijos únicos, como no tienen hermanos mayores o menores, a menudo adoptan las características de personalidad del hijo mayor o del menor, aunque Adler destacaba que, como personas sin hermanos, tenían tendencia a ser egocéntricos y ávidos de aprobación; pero también independientes y maduros.
No obstante, en la actualidad otras investigaciones más recientes desmontan los mitos más comunes sobre los hijos únicos. En concreto, un estudio realizado en 2019 con 2.000 adultos en Alemania y titulado «El final de un estereotipo» concluyó que los hijos únicos no son más narcisistas que los que tienen hermanos.
La «supervivencia» dentro de la familia
En 1996, el psicólogo estadounidense Frank Sulloway teorizó que las diferencias entre la posición de los hermanos dentro de una familia pueden deberse a la teoría de la competencia y la supervivencia de Charles Darwin. Este especialista explica que, dentro de cada familia, cada niño o niña tiene que competir por la atención e inversión de los progenitores para sobrevivir.
De esta forma si, por ejemplo, el hermano mayor asume el papel responsable de cuidar a los hermanos menores, el hijo que llegue después tiene que encontrar otro rol que no sea ese y desarrollar una forma diferente de participar en esa familia para sentirse aceptado por el grupo siendo, por ejemplo, más aventurero.
Al actuar de esta manera, los niños y niñas reducen la competencia y mejoran la cooperación dentro de la familia, por lo que aumentan las posibilidades de supervivencia para todo el grupo familiar.
Sea como fuera, con el tiempo muchos de los resultados de estos estudios sobre los «tipos de hijos» han sido inconsistentes. Y en tanto algunos han respaldado totalmente la teoría de Adler, otros la han negado por completo. En un zona intermedia, algunas investigaciones han demostrado que existen diferencias, pero estas no son significativas. En cambio, otros especialistas han demostrado que en realidad cualquier diferencia encontrada se debe al diseño del estudio. Por ejemplo, cuántos hermanos hay en una familia o las edades relativas de los hermanos.
Si quieres más información sobre significado del orden de los hijos o necesitas asesoramiento profesional sobre cómo el orden de nacimiento de los hermanos pueden influir en su personalidad, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil, educación positiva y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la docente, psicóloga y logopeda infantil Elena Mesonero.
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