El regalo

La importancia de recordar de dónde vienes, para saber a dónde vas
Perdonar y dejar ir parece fácil en la teoría, pero en la práctica todos tenemos asignaturas pendientes con personas a las que creemos nunca poder perdonar.

Y puedes vivir con ello tranquilamente, igual que puedes vivir con cajones cerrados que nunca abres para no usar lo que hay dentro.

Pero de repente llega una personita a tu vida, atravesada por la pura inocencia de quien no entiende el mundo, que hace todo como tú lo haces porque imita lo que ve para aprender a sobrevivir. Y entonces te das cuenta de que vas a tener que revisarte de pelo a pies para cambiar aquello que no quieres que esa personita herede. ¿Cómo le voy a enseñar a perdonar y liberarse si yo misma no he sido capaz de hacerlo aún? Y es que de lo que somos capaces como padres no lo sabe nadie.

Y así sucede, te encuentras un día abriendo todos los cajones de tu casa y de tu alma para sacar aquello que guardaste bajo llave porque gestionarlo duele más que martillazos en los dedos. Pero por él, o por ella, lo haces. Y entonces toca mirar atrás, para mirar hacia adelante. Te toca recordar de dónde vienes, para saber a dónde vas.

El momento que has postergado toda la vida lo acabas forzando para ser la mejor versión de ti; enhorabuena, te vas a enfrentar a tus demonios. Porque para no repetir patrones hay que reabrir viejas heridas para que sanen adecuadamente, y para repetir los que sí quieres repetir, primero hay que analizar con lupa si con esa personita servirán, porque no todo vale siempre.

Con la ma(pa)terminad va intrínseca sin querer una compresión hacia nuestros padres que va más allá de lo que nunca esperamos. Ahora entiendes cosas que nunca has entendido, y hay enfados que pierden todo el sentido. Y agradeces. Agradeces y perdonas lo negativo, porque dejas de ver a tus padres como seres superiores que lo saben o deberían saberlo todo, para verlos como seres humanos perdidos que hicieron lo que pudieron con lo que les había tocado.

Y te disculpas porque tal vez tú tampoco se lo pusiste fácil.

O sí se lo pusiste pero se equivocaron muchas veces hasta encontrar la forma correcta de hacerlo, y no lo has entendido hasta ahora.

Y tal vez hayamos pasado mucho tiempo enfadados con nuestros padres por no saber ponernos en su lugar, por enfocarnos más en la parte mala que en la parte buena.

Pero siempre hay algo bueno que agradecer, siempre.

 

 

Y agradeces las veces que te llevaron a urgencias con cara de preocupación después de días interminables de trabajo.

Agradeces el aguante en trabajos de mierda, que les hacían infelices, que os robaban vuestro tiempo, para que tuvieses comida, un techo y algo de esperanza en el futuro.

Agradeces los regalos hechos con dinero que no tenían solo por ver tu cara de felicidad.

Agradeces el esfuerzo diario, que sólo conoce aquél que ha pasado por ello.

Por lo que estás pasando ahora tú, por este camino que nos pone a prueba constantemente, que nos obliga a perdonar y a dejar ir para descargar la mochila de todo lo aprendido y poder llenarla con cosas nuevas; las que aprenderás para traer y formar a una persona nueva y maravillosa, a la que quieres más allá de lo que se puede explicar con palabras.

Es otro regalo de la ma(pa)ternidad, que te creías que habías venido aquí a enseñar y quien acaba aprendiendo eres tú.

El regalo es tener algo de lo que poder estar agradecido; ahora te toca regalarlo a ti.

 

1 comentarios en "El regalo"

  1. Gracias por este post. De verdad. Gracias
    Lo necesitaba

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