Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: Dos de cada tres mujeres han sufrido violencia obstétrica durante el parto, según un estudio

Este post se publicó originalmente el 07/10/2021 y ha sido actualizado en fecha 25/11/2024

Dos de cada tres mujeres perciben que son víctimas de violencia obstétrica. Es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista Women and Birth firmado por 4 enfermeros españoles.

Estos abogan por el fomento de prácticas como el contacto piel con piel y el uso de planes de parto respetado para proteger a las madres de esta realidad.

Hay que reconocer la violencia obstétrica para poder corregirla

En pleno debate sobre la violencia obstétrica en España, con el Ministerio de Igualdad que quiere incluir el concepto en la reforma del aborto y el Consejo de Colegios de Médicos en contra por considerar que no es una cuestión generalizada, este estudio viene a refrendar que sí, que las mujeres sufren violencia obstétrica y que es necesario aceptarlo y corregirlo.

El estudio lo firman los enfermeros Juan Miguel Martínez-Galiano, Sergio Martínez-Vázquez (ambos de la Universidad de Jaén), Julián Rodríguez-Almagro y Antonio Hernández-Martínez, de la Universidad de Castilla-La Mancha. Se publicó en octubre de 2020 en esta prestigiosa revista y ahora lo recoge el periódico eldiario.es.

Hay que recordar que la OMS reconoce la violencia obstétrica desde 2014, a través de la declaración para la Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud. No existe una definición concreta y única, pero sí se entiende que abarca conductas y prácticas (negativas) que pueden ser físicas, verbales o psicoafectivas.

El 67,4% de las mujeres encuestadas se siente víctimas de la violencia obstétrica

El estudio trasversal se realizó en 2019 y en él participaron 899 mujeres que habían dado a luz en los 12 meses anteriores. Se distribuyó un cuestionario online a través de matronas y asociaciones de mujeres. En él se incluyeron preguntas sobre variables sociodemográficas, clínicas y prácticas asistenciales.

El 67,4% de las mujeres participantes reportó violencia obstétrica. Curiosamente, el tipo predominante era el físico (54,5%). En él se incluyen las episiotomías innecesarias o sin informar a la mujer, la presión del fondo uterino (maniobra de Kristeller) y la reiteración de exploraciones vaginales por diferentes profesionales.

La violencia obstétrica psicoafectiva afectó al 36,7% y la verbal, al 25,1%. En este último caso, las mujeres se sintieron discriminadas, sufrieron un trato infantilizado, se vulneró su derecho a la intimidad y sufrieron poca atención y cuidados.

Según los investigadores, la violencia obstétrica general se observó «con mayor frecuencia» en mujeres que asistieron a clases de educación materna y aquellas que presentaron un plan de parto pero no fue respetado. También las que recibieron analgesia regional, las que requirieron una cesárea urgente, las que se sometieron a una episiotomía y a las que su bebé tuvo que ser ingresado en una unidad de cuidados intensivos.

¿Cómo repercute la violencia obstétrica en la mujer?

En otro artículo firmado por tres de los cuatro enfermeros de este estudio y publicado en The Conversation, los autores afirman que la violencia obstétrica «repercute en la pérdida de autonomía y la capacidad de libre decisión. Puede, incluso, llegar a afectar a su calidad de vida». Muchas, de hecho, necesitan ayuda psicológica para superar este episodio traumático de sus vidas.

De hecho, sufrir violencia obstétrica afecta a la experiencia de ese momento y a la calidad de vida «a corto, medio y largo plazo». Pero también se ha identificado como un factor de riesgo para desarrollar una patología como el estrés postraumático del posparto y sus consecuencias.

En Criar Con Sentido Común hemos tratado este asunto de forma diversa e incluso le dedicamos un podcast a este tema. Los testimonios reflejan que una mujer que ha sufrido violencia obstétrica puede tener secuelas toda su vida y que, a menudo, siente culpa y vergüenza por no haber sabido salir de esa situación. Una situación, que por otra parte, las coge en un momento vulnerable y con pocas posibilidades de luchar.

Sensibilización y más información sobre el embarazo

Para erradicar este tipo de violencia, los autores del estudio abogan por «sensibilizar a los profesionales sanitarios» puesto que son ellos los que han de actuar en favor de la salud de la madre y del bebé.

«Por ello, hay que hacerles conscientes de la necesidad y obligación de informar a la mujer, de actuar en base a la evidencia científica y de tener en cuenta sus preferencias, siempre que sea posible.», indican en el artículo de The Conversation.

Por otro lado, abogan por «mejorar el contacto entre profesionales y las mujeres», que exista una «comunicación bidireccional» durante todo el proceso. Y eso se fomenta con cercanía.

Y, por otro lado, información. La matrona Esther Esteban lo explica así:

«Es importante tener toda la información para poder exigir una atención de calidad porque el buen profesional no es aquel que sabe todas las técnicas y las aplica bien, sino el que además de conocerlas acompaña y trata con respeto a la persona a la que asiste».

Los autores del estudio sobre violencia obstétrica, por su parte, indican que

«Disponer de información de calidad hará que sus expectativas se ajusten a la realidad. También que se descarten las que no son posibles, por poner en peligro tanto a la madre como al bebé. Esto sucede, por ejemplo, si se rechaza una cesárea cuando hay una indicación clínica clara, objetiva y justificada para llevarla a cabo.

Si sus expectativas no se cumplen, la mujer puede sentirse vulnerable, decepcionada, engañada. Percibe la situación como violencia obstétrica. De ahí la importancia de evitar las expectativas no realistas.»

Y, para finalizar, la implementación y generalización del uso del plan de parto. Y la asunción por parte de toda la sociedad de que el parto pertenece a las mujeres y que estas han de ser tratadas con el respeto que se merecen, sobre todo en un momento tan definitivo como el nacimiento de un hijo.

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