Aprovechando que es el Día Internacional del Gato, entrevistamos a nuestra experta en familias multiespecies, Tamara Hernán. De su mano os ofrecemos algunas claves de convivencia entre bebés y gatos. Tamara Hernán es enfermera veterinaria…
Recientemente, un estudio del Centro de Investigación en Salud Mental de Queensland, publicado en Schizophrenia Bulletin, recogido por National Geographic y del que se han hecho eco numerosos medios de comunicación, en el que se asocia «la tenencia de gatos en sentido amplio y el aumento de las probabilidades de desarrollar trastornos relacionados con la esquizofrenia» ha sembrado la inquietud en las familias con gatos. Analizamos con un grupo de expertas qué hay de cierto en esta afirmación.
La razón en la que se basa el informe para afirmar tales hechos es que estos animales (entre muchos otros que no son sometidos a análisis) pueden transportar e infectar al ser humano el parásito Toxoplasma gondii que, entre otras cosas, según los investigadores, se infiltra en el sistema nervioso y se asocia a varios casos de esquizofrenia.
Un estudio basado en «estimaciones», con «definiciones amplias» y «resultados mixtos» que ha saltado a los titulares como hechos probados
«Nuestros hallazgos respaldan una asociación entre la exposición a los gatos y un mayor riesgo de trastornos relacionados con la esquizofrenia ampliamente definidos«.
Este párrafo, textual, es la parte de las conclusiones del estudio del grupo de investigadores australianos que ha saltado a los medios. Sin embargo, los autores del trabajo también resaltan en sus conclusiones una parte del texto que, no obstante, ha sido ampliamente ignorada en las publicaciones generalistas:
«Sin embargo, los hallazgos relacionados con el PLE [trastornos relacionados con la esquizofrenia y experiencias psicóticas] como resultado son mixtos. Es necesario realizar más estudios de alta calidad en este campo«.
Asimismo, y según los propios autores del informe, se metaanalizaron «estimaciones basadas en definiciones amplias (posesión de gato, mordeduras de gato y contacto con gatos) con estimaciones con o sin ajustes de covariables».
Es decir, las definiciones de la investigación han sido tan amplias que se ha equiparado la convivencia con un gato doméstico (al que se le presupone un correcto cuidado veterinario) a la mordedura y/o contacto con gatos callejeros (cabe resaltar que, según los expertos, en el caso de la transmisión vía felina al ser humano, ni la mordedura ni el contacto con el gato es fuente de transmisión principal del patógeno, sino el contacto con sus heces contaminadas en un momento muy concreto del tiempo durante el cual las mismas son infecciosas). Y además, dichas «estimaciones» se han realizado tanto teniendo en cuenta otras variables existentes, como sin tenerlas en consideración.
Asimismo, se ha partido de «estimaciones», es decir, consideraciones o aproximaciones, comúnmente utilizadas cuando los datos de los que se disponen están incompletos o son inciertos o inestables, pero se tiene que intentar partir de un valor utilizable porque se carece de mejor información.
Por otra parte, los «hallazgos mixtos» a los que hacen referencia apuntan a falta de acuerdo o resultados multifactoriales, probablemente derivados de la naturaleza y el origen multicasual de los trastornos analizados y/o de la necesidad de integración de métodos cuantitativos y cualitativos en un mismo estudio. Lo cual, si bien ofrece ciertas ventajas a una investigación, también conlleva sus desventajas y limitaciones, una de las cuales suele ser una forma poco clara de resolver las discrepancias que puedan surgir en la interpretación de los resultados, como de hecho sucede en el presente caso.
Es más, en sus resultados, el grupo de investigación resalta:
«Encontramos una asociación entre tener un gato en sentido amplio [tan amplio que se ha considerado igual si se presta asistencia veterinaria al felino o no] y mayores probabilidades de desarrollar trastornos relacionados con la esquizofrenia. […] No pudimos agregar las estimaciones de los resultados del PLE debido a la amplia gama de medidas«.
Todo lo cual tiene como consecuencia que los propios investigadores resalten el hecho de que «es necesario realizar más estudios de alta calidad en este campo».
Pero nada de esto ha sido así explicado en los medios de comunicación generalistas, incluso a pesar de que la propia publicación especializada National Geographic advierte que «los resultados han sido contradictorios«:
«Por una parte, algunos señalan que estar rodeado de estos animales, desde la infancia, es un factor importante para el desarrollo de trastornos relacionados a la esquizofrenia; por otra, están los que no han visto una asociación certera entre ambas cosas.
[…] Y es que los autores reconocen que los estudios del pasado no fueron de la mejor calidad; tuvieron sus propias carencias. Por lo anterior, incluso con esta nueva conclusión, los especialistas dejan la puerta abierta a otra investigación que pueda poner el punto final al dilema».
La especialista en salud mental de la Tribu CSC, Mamen Bueno, quiere recordar, además, que el desarrollo de la esquizofrenia es «multicausal»
«y, de haber una variable de mayor peso, está más relacionada con problemas de abuso, maltrato, negligencia, abuso sexual e infancias difíciles y traumas graves. Todo esto está mucho más relacionado con la esquizofrenia que con tener gatos en casa».
Asimismo, la especialista incide en que ni siquiera la existencia de cierta predisposición genética es una causa directa del desarrollo de esta enfermedad mental:
«Hasta ahora se creía que existía una base o predisposición genética. No obstante, si en lugar de unos factores disparadores, hay unos factores protectores, esa predisposición no tiene por que desencadenar la enfermedad«.
Bueno destaca, entre los factores disparadores, «un entorno familiar desestructurado o el abuso de drogas como la marihuana o los cannabinoides». Por otra parte, como factor protector incide en la importancia de que «los hogares y las familias no estén desestructuradas». Este es un factor «realmente importante».
«No existe una única variable que desencadene ‘algo’. Todas las enfermedades mentales son multicausales , multifactoriales y multicomponentes. Es incorrecto reducirlo solo a un factor, basado además en correlaciones, estas pueden estar basadas en la negligencia de cuidados en general, y no tanto en tener o no tener gato. Si tienes gato y está bien cuidado, no existe peligro«, añade la experta.
Por su parte, la enfermera veterinaria y educadora animal Tamara Hernán, se sorprende de que los medios generalistas sigan difundiendo información errónea con la abundancia de literatura científica existente en la actualidad:
«La sociedad española actual y los gatos no necesitan un titular tan alarmante y sensacionalista como este. Es fundamental que los medios de comunicación contrasten y extraigan conclusiones fidedignas de los estudios para evitar que se abandonen más gatos España o se dejen de adoptar cuando hay niños en el hogar».
La experta manifiesta que «según los datos recogidos por la fundación Affinity, en 2022 llegaron 118.352 gatos a las protectoras, de los cuales el 83% son gatos domésticos [abandonados] en España, que no salen del hogar«.
«Estos datos ya nos sitúan en un panorama poco probable de riesgo de contagio entre gatos y niños.
Según los datos de sanidad de 2021 sobre prevalencia de toxoplasmosis en España entre 1997 y 2018 ha habido 364 casos de niños hospitalizados con toxoplasmosis de 0 a 14 años (sin mencionar el origen de la zoonosis) de entre 6,6 millones de niños en la actualidad y casi 5,6 millones de gatos censados (que se presuponen domésticos y no ferales, sin contar los que conviven en un hogar y no están censados)».
Hernán manifiesta que si bien la probabilidad de que un niño contagiado con Toxoplasma gondii conviva con gatos en España es alta,
«no está trazado el origen de la enfermedad, que es más probable que proceda de alimentos contaminados y areneros públicos que por un gato doméstico».
Asimismo, la especialista enfatiza que
«No existe ninguna evidencia científica de que sean los gatos domésticos los causantes de que en la edad adulta se desarrolle esquizofrenia por haber convivido con gatos«.
Como enfermera veterinaria y educadora vincular felina especializada en la convivencia entre gatos y niños, ofrece sus recomendaciones para una convivencia libre de riesgos de las zoonosis entre gatos y niños:
- Desparasitar a los gatos que salen al exterior.
- Proporcionar al animal comida cocinada o balanceada.
- Extremar precauciones si se ofrece comida cruda, limitando el acceso de los niños a los alimentos y a la zona de preparación, así como lavarse las manos después de prepararla.
- Tener un control periódico veterinario.
- Evitar acceso de los niños al arenero del gato y lavarse bien las manos después de cada limpieza.
Ni por convivir con gatos ni por tocar gatos callejeros: la principal fuente de toxoplasmosis en el ser humano son los alimentos y suelos contaminados y la falta de higiene
La pediatra de la Tribu CSC, Gloria Colli, añade que este «es un tema que lleva mucho tiempo en discusión y como todo, hay muchos estudios a favor y en contra», sin embargo,
«Lo que parece que claro es que el gato actuaría como intermediario del toxoplasma, y el riesgo de toxoplasmosis es mayor por comer vegetales mal lavados que por tener gato ya que los gatos domésticos eliminan los huevos durante un tiempo limitado, de 1 a 3 semanas, y adquieren inmunidad de por vida, por lo que el riesgo que suponen los gatos domésticos es muy remoto comparado con el riesgo de adquirir el parásito a través de agua o tierra contaminada«.
Según la especialista, «los gatos semidomésticos y ferales que cazan para alimentarse sí supondrían más riesgo pero no por contacto con el gato sino porque con sus heces contaminan el agua y la tierra y es de ahí de donde adquiere el parásito el humano».
Lo que sí está demostrado científicamente, en cambio, es que la convivencia infantil con gatos aporta múltiples beneficios tanto a la salud física como a la emocional de los pequeños. Tanto es así, que «los beneficios para la salud de los niños de tener un animal en la familia ya se aprecian a los 3 meses de vida», tal y como el enfermero de pediatría y CEO de Criar con Sentido Común, Armando Bastida, relataba en este artículo. Entre otras ventajas, previenen alergias respiratorias y alimentarias.
Una de las mayores preocupaciones que genera este patógeno es el contagio a mujeres embarazadas. En este sentido, la matrona de Criar con Sentido Común Sara Caamaño, califica la noticia de «sensacionalismo puro» y lamenta «el daño que hace». La especialista se sorprende de la conclusión extraída a partir de este estudio, teniendo en cuenta que
«están valorando tener un gato de tres formas diferentes y están equiparando una con otra: tener gato, mordedura de gato y contacto con gatos. Tenemos que valorar muchas más variables que el simple contacto con los gatos.
Parece necesario volver a recordar que los gatos, en un entorno doméstico y con los cuidados necesarios, no se consideran los causantes principales de la infección toxoplasma en humanos, sino el consumo de alimentos infectados«.
Por otra parte, añade la experta, «aunque el animal estuviese infectado por toxoplasma, solamente se transmitiría a las personas si la higiene fuera muy deficiente«.
«No se transmite tocando gatos en la calle, ni alimentándolos, se transmite a través de las heces que llevan varios días acumuladas. Es decir, la forma más habitual para un bebé de contagiarse de toxoplasmosis no es el contacto con gatos sino con la tierra del parque por ejemplo, si no hay una buena higiene posterior.
En cambio, el estudio parece no contemplar esa posibilidad equiparando el riesgo de infección durante la convivencia al riesgo por haber tenido una mordedura de gato sin especificar su procedencia y circunstancias vitales«, sostiene Caamaño.
Si quieres más información, tienes dudas sobre este tema o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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«Estudios científicos exagerados»
Este estudio reciente (publicado en mayo de 2023) liderado por la Unidad de Toxicología del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria sobre el control colonias felinas y su impacto en la biodiversidad y la salud pública en Europa y España, concluye que “para evaluar su verdadero impacto en los ecosistemas, es necesario un estudio exhaustivo” y que “aunque los gatos pueden transmitir enfermedades zoonóticas a los humanos, el riesgo es generalmente bajo en los países desarrollados”.
De hecho, un informe sobre la prevalencia de toxoplasmosis en España, realizado por el Ministerio de Sanidad, y que analiza el periodo comprendido entre 1997 y 2018, concluye que «el número de hospitalizaciones por toxoplasmosis en España se redujo notablemente a lo largo del periodo estudiado (1997-2018), mostrando una tendencia similar a la referida en otros estudios europeos». De hecho, el estudio observa un descenso del 76,8% en el número de altas diagnosticadas con toxoplasmosis en nuestro país a lo largo del periodo estudiado.
Sus autores inciden en que “los expertos veterinarios afirman que a menudo se exageran los riesgos para la salud pública asociados con los gatos” y a pesar de que “algunas personas abogan por medidas drásticas como atrapar y matar a los gatos para reducir sus poblaciones, es esencial tener en cuenta que dichos métodos son frecuentemente ilegales, inhumanos y, en última instancia, ineficaces en la mayoría de las situaciones”.
“Se informa comúnmente que los cazadores, las autoridades y la industria del turismo alegan riesgos para la salud pública o impresiones negativas asociadas con los gatos que deambulan libremente en áreas urbanas o naturales. Si bien algunas quejas son válidas, muchas se basan en conceptos erróneos, prejuicios o estudios científicos exagerados utilizados para justificar el control de un problema percibido. A pesar de las diversas razones de los conflictos, el problema de los gatos sin hogar se debe en última instancia a la falta de una gestión integral y eficaz.”
Pero soluciones existen y, para ello, los investigadores proponen alternativas como el Método CER (Capturar-Esterilizar-Retornar) a gatos callejeros, gracias al cual los/as cuidadores/as de colonias (generalmente conformadas por ciudadanos/as particulares) llevan años controlando la población de la mismas.
No obstante, los detractores de las colonias felinas se oponen a practicar este método alegando que este no es efectivo, y se oponen a la Ley de Bienestar Animal por considerar que para tratar el problema de la superpoblación felina callejera se les debería poder realizar la “eutanasia”. En contraposición, los estudios aportan evidencia científica y basada en la experiencia a largo plazo de que el CES sí funciona. De hecho, existen estudios a largo plazo del programa CER, como esta investigación realizada en EE.UU. a lo largo de casi 30 años.
También en nuestro país, según los veterinarios españoles, las soluciones basadas en la ciencia, como el Método CER, son la mejor manera de lograr el control de la población de gatos en libertad. Por ejemplo, los autores del estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria resaltan la importancia de llevar a cabo una gestión eficaz de las colonias felinas basada en la ciencia.
La evidencia científica demuestran que el contagio de T. gondii a los seres humanos por contacto con las heces de un gato infectado es poco probable
A pesar de la abundante evidencia científica y experiencia contrastada, de un tiempo a esta parte proliferan los titulares de medios generalistas, que aluden a los felinos como «una de las especies invasoras más destructivas» (en este artículo explicamos por qué los felinos no pueden ser considerados como especie invasora» ni tampoco destructiva, como inciden los informes científicos que recuerdan que el «gato callejero» no es una especie distinta al gato doméstico y que esta categorización es una mera excusa para actuar en su contra, cuando en realidad su proliferación se debe a las altas tasas de abandono por parte de los humanos); o aquellos que resaltan la vulnerabilidad de la infancia afirmando, por ejemplo, que los niños con gatos tienen más del doble de riesgo de desarrollar esquizofrenia.
Dichas publicaciones ignoran por completo el posicionamiento de las instituciones veterinarias y no contrastan las investigaciones en las que se basan con los estudios internacionalmente avalados, sino que se amparan a la sombra de estudios sesgados que dejan de lado en su realización a los expertos veterinarios, aquellos que podrían explicarles las diferencias existentes, por ejemplo, entre un gato callejero abandonado y un gato doméstico con asistencia veterinaria. Conceptos que, ya de base, no parecen haber sido tenidos en cuenta.
De hecho, no mencionan la postura de los organismos competentes en esta materia, como la AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales), que defiende que la toxoplasmosis en gatos es una enfermedad poco frecuente y, a través de la GEMFE (grupo de especialidad en medicina felina de España) tiene incluso un posicionamiento oficial publicado respecto a los gatos y la toxoplasmosis:
“Existen numerosas evidencias científicas que demuestran que el contagio de T. gondii a los seres humanos por contacto con las heces de un gato infectado es poco probable y que la gran mayoría de las personas que se infectan lo hacen a través de la ingestión de carne poco cocinada, ingestión de vegetales u hortalizas contaminados con ooquistes del parásito o por el contacto directo con suelos contaminados. Por tanto es erróneo asumir que siempre que una persona se infecta con T. gondii, el origen de la infección ha sido el contacto con un gato.
Los gatos infestados por T. gondii son los responsables de diseminar el parásito al ambiente dentro de sus deyecciones, pero las heces de gato recién eliminadas no suponen un riesgo real de contagio, ya que contienen ooquistes aún no esporulados que no son infecciosos. Para ser infecciosos, los ooquistes deben esporular, lo cual sucede entre las 24 horas y los 5 días tras la deposición de las heces.
Durante la primoinfección por T. gondii, el gato libera ooquistes no esporulados a través de las heces durante tan sólo una a tres semanas y, tras ello, queda como portador de quistes en sus músculos y vísceras. A partir de este momento no elimina ooquistes en las heces y, por tanto, no supone un riesgo para las personas.”
Según los especialistas, las personas no embarazadas e inmunocompententes la infección por toxoplasmosis es asintomática en el 80-90% de los casos, es decir, no produce ningún síntoma. Solo en el caso de personas con inmunidad debilitada, la toxoplasmosis puede causar enfermedades oculares, pulmonares o cerebrales graves. En estos casos, en raras ocasiones la infección puede presentarse en otros tejidos de todo el cuerpo.
Como consecuencia, muchas publicaciones sensacionalistas no hace más que sembrar desinformación, inquietud, alarmismo y pánico social en una época del año en la que, paradójicamente, se regalan tantos animales como se abandonan.
La toxoplasmosis es una zoonosis parasitaria mundial que involucra prácticamente a todas las especies de sangre caliente como huéspedes intermediarios
Los seres humanos o los animales suelen infectarse por 3 vías principales: consumo de quistes tisulares de carne infectada cruda o poco cocinada (de prácticamente cualquier especie, resaltando el hecho de que en España no comemos carne de gato), ingestión de alimentos o agua contaminados con ooquistes de T. gondii esporulados y por transmisión transplacentaria o sanguínea con taquizoítos.
De hecho, en octubre de 2023, España se posicionó como segundo país europeo con mayor toxoplasmosis equina. Es decir, el foco de infección estudiado provenía de los caballos, no de los gatos. Algo que, sin embargo, no generó ningún tipo de alarma ni ocupó tantos titulares de prensa. Sin embargo, tanto la carne de caballo como la leche de burra son productos de consumo.
En cuanto a la toxoplasmosis congénita, una infección fetal trasplacentaria contraída durante la gestación que puede dar lugar a anomalías fetales, las estadísticas muestran que en 2022 en España se confirmaron tan sólo 3 casos.
Llama la atención que si la toxoplasmosis puede contagiarla hasta un filete en mal estado (y de hecho sea esa la primera fuente de contagio), de un tiempo a esta parte sean siempre los felinos los que se asocien a la infección y ocupen los titulares.
Más concretamente, desde la aprobación de la nueva Ley de Bienestar Animal, según la cual las administraciones deben encargarse económicamente de la seguridad, la salud y la alimentación de las colonias felinas. Algo que, seguro, ha molestado a no pocas administraciones, como demuestra el hecho de que muchas comunidades abogan por el exterminio de estos animales, los mismos cuyas supuestas infecciones no parecía preocuparles tanto cuando la responsabilidad económica de sus cuidados no recaía sobre sus arcas.
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